Suecia

Von Otter entre susurros

Crítica de clásica / Ciclo Fronteras del CNDM. «Douce France». Mezzo: Anne Sofie von Otter. Piano: Bengt Forsberg. Viola: Lawrence Power. Acordeón: Bengan Janson. Auditorio Nacional de Música. Madrid, 4-XII-2014.

La Razón
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Llegado ese momento de la carrera de todo artista en que las facultades no son lo que eran y se es consciente de ello, hay que buscar un nuevo camino para poder seguir sobre los escenarios si eso es lo que se quiere, deseo por lo demás habitual. Anne Sofie von Otter, una de las mezzos más cotizadas desde su descubrimiento en Basilea de 1983 con «Alcina», se percató del paso del tiempo y ha iniciado sendas como la que ahora la ha traído en gira a Madrid para cantar a un país del que es dama de la Orden de las Artes y las Letras y promocionar su nuevo doble CD. «Douce France» supone un recorrido por algunos de los compositores clásicos del «lied» francés, Hahn, Poulenc, Loeffler, Busser o Saint-Saëns, para en la segunda parte acercarse a la música de nuestro tiempo: Kosma, Ferré, Legrand, Trenet, Moustaki, Barbara o Glanzberg. El resultado en vivo, aunque otra cosa es en disco, no resulta equiparable al de sus colaboraciones con Elvis Costello, con quien grabó en 2002 «For The Stars», o con el pianista Brad Mehldau, su «partenaire» en «Love Songs» en 2010.

La idea es buena, como también el haber encontrado unos acompañamientos originales, con acordeón –Bengan Janson–, piano –Bengt Fosberg– y el excelente viola que demuestra ser Lawrence Power, pero se enturbia cuando la voz no responde en volumen. Si en la primera parte era justificable que la voz se perdiese entre esos pocos instrumentos, fue inexplicable que en la segunda, con micrófono, apenas se la escuchase. Desfilaron así monotonamente un ramillete de canciones francesas susurradas, cantadas desde la frialdad de Suecia, que hasta hicieron añorar la languidez de Francoise Hardy, por no hablar del abandono de Juliette Greco y el encanto de Yves Montand en «Les feulles mortes» o la fuerza arrolladora de Edith Piaf en «Padam, Padam». Zapatero a tus zapatos.