Vuelven los Gipsy Kings, el mundo es gitano
Acaban de lanzar «Savor flamenco». Los reyes globales de la rumba publican su primer trabajo en 7 años para celebrar el 25 aniversario de su formación
Es imposible resistirse a los encantos de «Volare». Basta mencionar la palabra «Bamboleo» para que un ritmillo juguetón se apodere de nuestros pies, y con una mención a «Djobi Djoba» –que en castellano se canta «obí obá, cada día te quiero más...»– pasan por delante de nuestros ojos todas las bodas de nuestra vida. Los Gipsy Kings, sencillamente, lo tienen. Una inconfundible mezcla de alegría flamenca y sencillísimos estribillos en español: eso se llama rumba. Y gracias a ella, 25 años de éxitos, 20 millones de álbumes vendidos, una carrera que llevaba siete años de descanso desde su último trabajo y que acaban de romper con «Savor (sic) flamenco» (editado en el pequeño sello Knitting Factory Records), que está nominado a mejor álbum de World Music para los premios Grammy. Antes de la avalancha de Daft Punk estaban ellos como los únicos franceses capaces de conquistar las listas internacionales y, en especial, las de Estados Unidos, muy herméticas a todo lo que no se cante en inglés. Porque, recordemos, los Gipsy Kings descienden de dos familias de gitanos catalanes emigrados durante la Guerra Civil, los Reyes y los Baliardo, pero sus componentes se han criado en el sur de Francia, cerca de Arlès. La lengua que hablan cuando comen juntos un domingo es un popurrí de francés, catalán y castellano. Y aunque su fórmula irrite a los flamencos puristas, son ellos los que más han hecho por expandir su sonoridad por el mundo. Los padres de los Gipsy Kings, José Reyes y Manitas de Plata, eran un dúo de flamenco que contaba con Pablo Picasso y Miles Davis entre sus admiradores. Un día de finales de los setenta, cuando los Gipsy Kings aún se llamaban Los Reyes y su circuito musical eran los cafés de Saint Tropez, recibieron la insólita llamada de Briggitte Bardot, que quería que actuasen en una de sus fiestas privadas. Irónicamente, mientras las familias Rotschild o Moët & Chandon o la princesa Orloff le prestaban a Los Reyes sus jet privados para actuar en el sur, el público de París no mostraba ningún interés.
Cuestión de imagen
Actuaban en bodas y cumpleaños, y siguieron haciéndolo durante muchos años. Eso sí, hoy los Gipsy Kings niegan haber visto un emir en su vida, y apenas «una vez» (dicen) tocaron para inaugurar un supermercado «por una cuestión de contrato de imagen». Y es que desde el entorno de la banda tratan de minimizar el éxito comercial del grupo para no atraer sobre sí las miradas de la pertinaz Hacienda francesa, pero lo cierto es que su regreso después de estos años tiene, claro, una razón económica: siguen teniendo tirón. Y su reclamo es tan grande que estos gitanos del siglo XXI se han marcado como objetivo recordar al mundo quiénes son los auténticos Reyes frente a la multitud de imitadores, algunos traidores surgidos de dentro de la propia familia. «Desconfíe de imitaciones», claman en su página web, sin mencionarlos, a otros grupos formados a raíz de esciciones en la familia Gipsy. Chico & The Gipsys, por ejemplo, se formó en 1991 por Chico Bouchikhi, de origen franco-marroquí y vinculado al clan Reyes por matrimonio. Eso sí, era fundador original del grupo, bandera que le ha servido para tocar el repertorio. Y no le ha ido nada mal en los años en los que los auténticos «gipsys» estaban parados. Sin embargo, en una cómica pirueta, al aprovechado le salió un imitador. Un tal Chico Castillo, de origen español y fundador del los Gipsy Fusion, estaba suplantando la identidad y el currículo del francés, lo cual no impidió que ambos llegaran a duplicar durante 2013 el número de conciertos en Francia con respecto al año anterior bajo marcas diferentes pero tocando las mismas canciones. Finalmente, tras la denuncia del magrebí, un tribunal de París condenó al Chico español a pagar al otro 40.000 euros por imitador, pero el organismo encargado de los derechos de autor de la música sólo pudo determinar que ambos se copiaban y que ninguno sabe apenas tocar la guitarra. Aún hay otros: Mario Reyes buscó la manera de hacer la guerra por su cuenta y fundó The Seven Kings. Lo más llamativo es que algunas formaciones chinas y japonesas han copiado el repertorio que causa furor en Asia. Por eso han regresado con «Savor flamenco», que es un juego de palabras en francés: «savor» de «savoir» (saber). Los Reyes y los Baliardo se ponen otra vez en marcha para una gira –sin fechas españolas–. Actuarán en grandes recintos aunque lo único que les hace falta son sillas, guitarras, y la familia.
En el cine: de los Coen a «Toy Story»
Que la de trayectoria de los Gipsy Kings ha sido un éxito lo prueban las solicitudes que han recibido del cine para colaborar con sus canciones en las bandas sonoras. Muchas veces se han utilizado sus canciones pero las más conocidas son las de los hermanos Coen, que prestan una atención primordial a las que suenan en sus películas. En la mejor escena de «El gran Lebowski» eligieron la versión Gipsy de «Hotel California» (originalmente de los Eagles) para dar forma a ese inolvidable videoclip de la película que transcurre en la bolera, donde se desarrolla parte de la delirante historia. Disney también pidió a los Gipsy Kings otra versión para «Toy Story 3» y el tema jugaba un papel central en la película también.
El detalle
LOS DEL RÍO, ORGULLO ESPAÑOL
Los Gipsy Kings son franceses y triunfan haciendo un género de factura española. Demonios, ¿no hay un español que sepa hacerlo? Puestos a buscar en las listas americanas, el termómetro del potencial comercial de un artista, sólo hay uno: Los del Río y su «Macarena» se convirtieron en un auténtico fenómeno social que llegó a permanecer 14 semanas en el número uno de la lista «Billboard». Si les parece un efímero triunfo, piensen que ese récord sólo ha sido superado una vez por Mariah Carey.