
ARTE
Néstor, la periferia avanzada y «queer»
La obra del pintor canario Néstor Martín-Fernández de la Torre es exhibida en el Museo Reina Sofía, en la exposición «Néstor reencontrado»

El pasado 14 de mayo, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía inauguró la exposición «Néstor reencontrado», una retrospectiva dedicada a Néstor Martín-Fernández de la Torre (Las Palmas de Gran Canaria, 1887-1938), comisariada por Juan Vicente Aliaga. Con esta muestra, el «proyecto Segade» para el Reina Sofía comienza a tomar cuerpo: un artista español, periférico, descarrilado del proyecto lineal-evolutivo de la modernidad, y pionero en la construcción de un universo estético «queer» que desborda el contexto de la época.

Admirado por Dalí y Lorca, Néstor legó una producción (no muy extensa debido a su prematuro fallecimiento) cuyo fundamental punto disruptivo residía en su «desincronización» con el contexto vanguardista en la que se desarrolló esta. De hecho, más que adherirse a la «política de lo nuevo», propia del proyecto vanguardista, el autor canario llevó a cabo una reformulación de movimientos ya transitados y con un amplio recorrido: modernismo, simbolismo y regionalismo. En rigor, esta actitud ante la historia del arte implicaba una flexibilización del «régimen de historicidad de la modernidad que hacen de Néstor una suerte de «posmoderno avant la lettre». Véase, por ejemplo, esa fase iniciada en 1934 que queda recogida bajo el paraguas del «Tipismo», y que es el corolario de su particular reinterpretación de los regionalismos de comienzos del siglo XX. Reivindicar, en plena década de 1930, la identidad local mediante una exaltación de algunos de sus lugares comunes hubiera supuesto, para cualquier otro artista, incurrir en un ejercicio de anacronismo difícil de defender en una Europa dominada por el Surrealismo. Sin embargo, en el caso de Néstor, nos encontramos con obras en las que lo identitario se manifiesta en una clave «metafolclórica», es decir: lo popular expresado reflexivamente mediante un aparente exceso que es distancia y comentario.
Una de las características más privativas de la obra de Néstor (otra por la cual se separa de la inmediatez y el fulgor vanguardista) es la articulación de esta mediante grandes ciclos temáticos. De hecho, la parte nuclear de su producción (y, por ende, de la retrospectiva que le consagra el Reina Sofía) está conformada por el «Poema del Atlántico», el cual es solo una parte de un proyecto más ambicioso que la muerte le impidió finalizar: el denominado «Poema de los Elementales». En estas imponentes obras, el simbolismo muta a un neobarroquismo y protosurrealismo en el que el mar, la vegetación autóctona y la sexualidad se conjugan para enfatizar las conexiones sorprendentes realizadas por una mente extraordinaria. Su trabajo del cuerpo no tiene parangón en el arte español del primer tercio del siglo XX. No en balde, una de las señas de identidad de su obra es el protagonismo alcanzado por la figura andrógina. Varias décadas antes de que el «body art» consagrara a otros autores y en una contemporaneidad alejada geográficamente a la Rose Sélavy de Duchamp, las series andróginas de Man Ray y los autorretratos de Claude Cahun, Néstor exploró brillantemente los límites erosionados del género, generando de esta manera un mapa de «cuerpos líquidos», ambiguos, que, a día de hoy, reclaman un lugar privilegiado dentro de cualquier genealogía del arte «queer».