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Festival de Málaga

"Las noches de Tefía": dignidad para sortear la frivolidad

La nueva serie de ATRESPlayer, de la mano del dramaturgo Miguel del Arco, nos traslada hasta un campo de refugiados en plena represión franquista

Patrick Criado (izda.) y Marcos Ruiz protagonizan «Las noches de Tefía», que se presentó este fin de semana en el Festival de Málaga
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Tiene ya, casi como sello de identidad, tendencia por los jardines. Pero es que se le da muy bien la poda. El dramaturgo Miguel del Arco revolucionó hace unos años la escena teatral nacional gracias a «Jauría», obra en la que se lidiaba con el proceso judicial de La Manada. Y ahora, de la mano de ATRESPlayer, se adentra en uno de los episodios más oscuros del franquismo: entre 1954 y 1966, en el desierto tinerfeño de Tefía, la dictadura levantó la Colonia Agrícola Penitenciaria, eufemismo oficial para un campo de concentración en el que acabaron decenas de enjuiciados por la Ley de vagos y maleantes.

Homosexuales, transexuales y trabajadores del sexo compartieron campos de trabajo esclavo, condiciones higiénicas insalubres y, en realidad, celdas abiertas, con violadores, proxenetas, enfermos mentales y criminales de diversa índole durante años, con la connivencia del régimen y para vergüenza de la propia memoria histórica española, que hasta 2004 no reconoció los dantescos hechos.

Y ese año, también el de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, es también el punto de partida de «Las noches de Tefía», la serie de seis episodios que se presentó este fin de semana en el Festival de Málaga y que, a partir del verano, podrá verse en la plataforma de pago de Atresmedia.

"Las noches de Tefía" consta de seis episodios y se estrenará este verano en ATRESPlayer
"Las noches de Tefía" consta de seis episodios y se estrenará este verano en ATRESPlayerATRESMEDIAATRESMEDIA

Entre sueños y pesadillas

«Tenía una idea sobre el campo de concentración. Recoger los testimonios reales de los presos y contar dos historias. La real, sobre su paso por el campo de concentración, y la ficticia, sobre un espectáculo de variedades que imaginaban cada noche, dándose álter egos como de revista», explicó Del Arco en el encuentro que mantuvo con los medios en la Costa del Sol, donde «Las noches de Tefía» inauguró la sección del festival dedicada a las series de televisión. «Reconozco que hasta que no terminé el cuarto capítulo, no sabía si la serie iba por buen camino. Estaba convencido de que, en cualquier, momento, me iban a llamar y me iban a decir que no siguiera con ello. Pero no, ATRESPlayer me apoyó en todo momento, pese a lo difícil que es el proyecto en términos artísticos y presupuestarios», añadió.

Y así, sirviéndose de dignidad para superar la aparente frivolidad del relato, la serie de Del Arco se puede entender como una de las propuestas más originales, atrevidas y únicas del panorama seriéfilo de nuestro país. Sobre todo respecto al tono, porque al combinar las escenas reales, en blanco y negro, con las ficticias, llenas de color y caramelos visuales, «Las noches de Tefía» podía caer en la espectacularización de la tragedia, en la explotación del dolor gracias a la coartada del tiempo. Pero no, porque la justicia por desnudo ante el agravio y la empatía por reconocimiento de la serie hacen que incluya escenas más duras, aquellas que otro realizador se ahorraría, aquí se usen como equilibrio, como cable a tierra de lo que de verdad importa: entender que nuestro tiempo no está tan lejos de aquellas prácticas inhumanas.

Con un reparto en estado de gracia, liderado por Patrick Criado, Marcos Ruiz y una inmensa Carolina Yuste, la nueva serie de ATRESPlayer también es un lujo desde lo puramente estilístico, con un diseño de producción muy pocas veces visto en nuestro país y unas coreografías y canciones originales que, inspirándose en el cabaret y la canción ligera de la década de los veinte y los treinta, se dejan sentir como respiraderos, escapatorias en verdad metafílmicas a la opresión de las canteras de Tefía.

«Después de la Segunda Guerra Mundial, el franquismo comenzó una campaña de lavado de imagen, también respecto a los campos de concentración. De ahí lo de llamar al centro Colonia Agrícola, pero el trabajo forzado era exactamente el mismo. Hay muy poca documentación, porque se encargaron de borrar sistemáticamente documentos y pruebas de todas sus barbaridades. Y, de hecho, Tefía funcionó después como un albergue juvenil, y hasta que no se puso una plaquita en 2004, nadie sabía realmente lo que había sucedido», añadió el creador.

Aunque haya que esperar todavía para ser recibidos en el Tindaya, nombre que los presos dan en la serie a ese club nocturno inventado con el que sobrellevar su pena, «Las noches de Tefía» presenta, desde ya, su candidatura a ser la serie española del año. Y, aunque solo hemos podido ver sus dos primeros capítulos, la brillantez de delineación de conceptos de Del Arco levanta con mimo la historia, alejándola de la tentación de repetir arcadas como la de «La vida es bella» y, en realidad, convirtiéndose en reivindicación a todo color de la libertad ganada peleando.