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Hallazgos arqueológicos
Ocio frente a la adversidad carcelaria
Una nueva investigación profundiza desde una perspectiva arqueológica en los espacios de confinamiento de la Italia barroca, concretamente en la prisión siciliana de Noto Antica

Aunque el concepto del presidio como espacio de cumplimiento y expiación de un castigo naciera en el mundo bizantino, no fue hasta época muy reciente que se generalizó. Dicho de otro modo, en buena parte de la historia los lugares de reclusión eran simplemente una antesala para el verdadero castigo que les esperaba a los enemigos de la ley si bien dicha estancia podía extenderse más o menos en el tiempo. Sea como sea, las condiciones disfrutadas por los internos de casi todas las épocas y geografías solían ser terribles e inhumanas, caracterizadas por su escasa higiene y sobreabundancia de prisioneros. En definitiva, no merecen otro calificativo más que el de alienantes.
En torno a las condiciones de vida y existencia de una prisión de Italia barroca discurre el reciente «Galleys and gameboards: graffiti at the Prigione del Castello, Noto Antica, Sicily», un artículo de Alexander W. Anthony y Stephan Hassam, investigadores de la Universidad de Siracusa y el Randolph-Macon College, y publicada en «Antiquity». Esta investigación se centra en el complejo carcelario de Noto Antica, la antigua Netum, una ciudad siciliana situada cerca de Siracusa que fue totalmente destruida el 11 de enero de 1693 por el terremoto del Val di Noto. Se trata del peor sismo de la historia de Italia con cuarenta y cinco poblaciones severamente dañadas o destruidos y sus cerca de 60.000 víctimas mortales. Aún más, generó un sonado maremoto y activó el Etna. Pese a los inmensos daños, la reconstrucción del territorio asolado bajo el liderazgo de Juan Francisco Pacheco, el virrey del Reino de Sicilia, puesto que en aquel momento la isla pertenecía a la Monarquía Hispánica, fue impresionantemente rápida aunque no para Noto Antica y otras poblaciones cercanas.
Su grado de destrucción fue tan importante que se optó por construir una nueva ciudad ex novo que, por su belleza, ha sido calificada como la joya del barroco. Aunque buena parte de los materiales de la antigua urbe fueron reutilizados, hoy día se pueden visitar sus ruinas, incluidas las de su cárcel. Allí a plena luz del día se advierten en sus muros trazos de graffiti grabados por sus antiguos inquilinos mientras malvivían en este espacio insalubre. Tales restos son el objetivo de la investigación del Proyecto de Patrimonio Penal del Mediterráneo Central (CMPHP), un grupo de investigación que analiza con una perspectiva arqueológica «espacios de confinamiento desde el siglo XV a comienzos del XX» en este sector geográfico con el fin de preservar y divulgar el patrimonio carcelario. A través del uso de fotogrametría digital están catalogando los grafitos que aún se pueden observar en los dos calabozos de ese penal.
Destacan en este estudio dos tipologías. Por una parte, siete graffiti náuticos identificados con galeras de los Caballeros Hospitalarios o de la Orden de Malta, puesto que Carlos V le concedió a esta venerable orden militar medieval el control de esta isla a cambio de su subordinación al Reino de Sicilia y a que actuase activamente para contener al adversario turco en las aguas mediterráneas. Según esta interesante investigación, estas galeras trazadas en la piedra podrían tener un doble significado. Por una parte, la pena terrible que les esperaba a los reclusos, es decir, convertirse en galeotes que, en palabras de Sancho Panza en uno de las más descacharrantes aventuras de Don Quijote, eran «gente que por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza», o quizá, apuntan, pudieran considerarse una vía de expresión de narrativas marítimas en este espacio de privación.
El juego del amor
Por el otro lado, y dejando de lado una cabeza humana, destaca la presencia de cinco tableros de juegos labrados en la roca. En concreto del juego del molino, un entretenimiento antiquísimo ligado a la familia de los juegos de tres en raya que se observa por primera vez en el templo egipcio de Kurna del siglo XV a.C. y que, posteriormente, fue adoptado por las culturas antiguas subsiguientes, incluida Roma. Allí un avispado Ovidio recomendó en su «Arte de Amar» dominarlo y utilizarlo como estrategia de ligar. Siguió practicándose en el medievo, tanto en el mundo islámico como el cristiano, siendo descrito por Alfonso X en su «Libro de Juegos», y, obviamente, también en la Edad Moderna.
Según la interesante lectura de esta investigación, mientras que los guardianes de la prisión de Noto Antica simplemente lo toleraron como vía de escape y ocio, los prisioneros lo utilizaron como una forma de «oposición», un interesantísimo concepto ideado por George Eisen en su libro «Children and Play in the Holocaust» (University of Massachussetts Press, 1989), que encarnaba la capacidad de «resistencia y desafío» de los reclusos de este penal siciliano «ante la pérdida de su humanidad» en un lugar y unas condiciones que irremisiblemente debían ser espantosas.
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