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Cine

«Oppenheimer», la bomba que estallará en los Oscar

Esta edición, repleta de buenas películas, supondrá un duelo entre Christopher Nolan y Martin Scorsese

Este año el satélite de los Oscar empezó a trazar su órbita alrededor del planeta «Barbenheimer». Si el 2023 ha significado la recuperación de la taquilla estadounidense a los niveles prepandémicos, en buena parte la culpa la tiene ese fenómeno casi sociológico que representa la línea que ha de seguir Hollywood para abrirse camino entre el público que sigue llenando las salas. Esto es, el fenómeno de la película-evento, afín al meme paródico, que satisfaga el hambre del espectador de consumir agendas políticas (el feminismo, el fantasma del pánico a una guerra atómica) desde registros opuestos. Si en la batalla de la taquilla ganó «Barbie» (11 nominaciones, con Greta Gerwig y Margot Robbie castigadas sin candidatura de cara a la pared), en la de los Oscar el centro de gravedad es «Oppenheimer» (13 nominaciones), que, a poco de que arranque la ceremonia, que este año empieza una hora antes, está escribiendo todos los discursos de agradecimiento que recitará ante la platea del Dolby Theatre.

Ha sido un año singular, porque la temporada de los Oscar empezó antes de lo habitual, en el Festival de Cannes. Tres de las películas que acaparan atención en las candidaturas, «Anatomía de una caída» (5 nominaciones), «La zona de interés» (5 nominaciones) y «Los asesinos de la luna» (10 nominaciones), se presentaron en el certamen francés, que le hacía así la competencia a la Mostra de Venecia, que, como festival que abre la temporada otoñal, había sido, por tradición, la plataforma oficial de los títulos oscarizables. Ahí están «Pobres criaturas» (11 nominaciones) y «Maestro» (7 nominaciones) para demostrar que el certamen italiano no dará el brazo a torcer, pero, en ese duelo de titanes, se demuestra hasta qué punto los festivales europeos se están convirtiendo en la vara de medir para la Academia, en los auténticos preseleccionadores de títulos de prestigio del año, que legitiman con sus premios (Palma de Oro para el filme de Justine Triet, León de Oro para el de Yorgos Lanthimos) una terna de candidatos sólida y representativa.

Si el año pasado el éxito de «Todo a la vez y en todas partes» quería atraer a nuevos públicos a los Oscar, como si la Academia admitiera que necesitaba a la generación TikTok para sobrevivir al terremoto pandémico, en esta edición se ha encontrado un equilibrio en las nominaciones francamente interesante: concursan los pesos pesados (Scorsese y Nolan) con obras épicas y ambiciosas, al lado, de dos películas que apelan a sensibilidades más lúdicas y joviales («Barbie» y «Pobres criaturas») que no renuncia a su agenda, esto es: la reflexión sobre la posibilidad de la creación de nuevas subjetividades femeninas en lucha contra un feroz patriarcado.

Una película incómoda

Huelga decir que el (sorprendente) éxito de taquilla de «Oppenheimer» (más de un billón de dólares recaudados en todo el mundo) refrenda su posición de caballo ganador frente a «Los asesinos de la luna», cuyo estreno limitado a la política de plataformas (detrás está Apple TV) y su dimensión política, que denuncia la violencia endémica del sueño del capitalismo americano, sustentada aquí en la aniquilación del pueblo Osage, la puede haber perjudicado en las votaciones finales.

Hasta cierto punto, es una película incómoda para la facción republicana de la Academia, como lo es «Pobres criaturas», que hace de su generosa inventiva y excentricidad figuras de estilo insobornables. Lily Gladstone y Emma Stone se verán las caras en la categoría de mejor actriz, el único de los premios mayores donde «Oppenheimer» no pinta nada.

En una edición donde la comunidad afroamericana tiene reservado ya un Oscar (el de Da’vine Joy Randolph por «Los que se quedan» como actriz secundaria), es posible que Gladstone, espléndida en el filme de Scorsese, haga historia con la primera estatuilla para una intérprete nativa, por mucho que Emma Stone, auténtica co-autora de «Pobres criaturas» junto a Yorgos Lanthimos, también se lo merezca. No nos olvidamos de «La zona de interés», tal vez el mejor de los títulos nominados. Demasiado áspera y radical para tener posibilidades en las categorías principales, tiene casi asegurado el Oscar a la mejor película internacional, con perdón de «La sociedad de la nieve».

El filme de Jonathan Glazer no solo plantea una manera nueva y rigurosa de abordar el Holocausto sino también apela a la empatía de las víctimas invisibles, aplastadas por el fascismo. Su discurso es polisémico: la comunidad judía de la Academia puede simpatizar con el ejercicio de memoria histórica, y el resto de votantes, con su relevancia a la hora de discutir, simbólicamente, con los aspectos más espinosos de conflictos como el de Gaza. Todo apunta a que J. A. Bayona tendrá que conformarse, como Pablo Berger con «Robot Dreams» («Spiderman: Cruzando el multiverso» tiene el Oscar al mejor filme de animación en el bolsillo), con aplaudir desde la platea, pero los rivales son de altura, y ya saben, lo importante es participar.