Parados para el arte
Reúne a treinta personas que copiarán «El trabajo es la Dictadura» para denunciar el desempleo
A las diez de la mañana llegan a la galería de arte, 30 personas se sientan en una silla y comienzan su jornada laboral. Bolígrafo en mano, dedicarán ocho horas a escribir una misma frase, «El trabajo es la Dictadura», en lo, renglones de un cuaderno azul que recuerdan a aquéllos con los que, de pequeños, aprendíamos caligrafía. Cada uno deberá completar cuatro cuadernos de 120 páginas por una cara en un día. En total, la escribirán 1.920 veces al día.
Persona como objeto
Esta operación la repetirán hasta el 30 de enero, momento en el que deberán estar terminados los 1.000 cuadernos que conforman la performance ideada por Santiago Sierra, que pretende denunciar con este proyecto editorial la situación de desempleo que vive España. Para ello, el artista decidió que los escribientes de este peculiar manifiesto fueran los propios parados, personas apuntadas en el Inem a las que se seleccionó sin que fueran muy conscientes del objeto de su trabajo. «Se pedía un auxiliar administrativo con buena caligrafía, lo cual era un poco raro –cuenta uno de los seleccionados–. No teníamos ni idea de para qué era el trabajo. La verdad es que se hace bastante pesado», añade. Es uno de los jóvenes que han entrado en esta iniciativa, en la que la mayoría ronda los veinte años. Ninguno de ellos ha tenido contacto con Sierra (varios ni siquiera lo conocían). «Uno de los chicos se marchó en cuanto se enteró de en qué consistía el trabajo. Yo me quedé, aunque mi madre está muy extrañada. Pero no me siento como un objeto. Tampoco observada», cuenta otra contratada.
Otro de los seleccionados, Ramón Pereira, un escritor de 33 años en paro, lo ve, sin embargo, como una buena experiencia. «Me pareció interesante apoyar a alguien que rechazó el Premio Nacional. Las condiciones son buenas y el objetivo es interesante. No lo considero alienante. Aunque de forma anónima, somo parte de la obra. Para mí es enriquecedor», dice Pereira. Ni aparecerán en los créditos de la obra, ni saben si conocerán al artista y, cuando acaben esta labor autómata, volverán a la misma situación de desempleo que la obra pretende denunciar. «Es muy potente filosóficamente, quizá más para los que estamos aquí que para los que nos ven», añade Pereira. De hecho, la representación de esta performance comienza y acaba en el mero hecho de observar a las 30 personas copiar una y otra vez la misma frase.
La contraprestación económica por este trabajo es la del salario mínimo interprofesional por día «más un poco más», cuentan en la galería Ivorypress, que, en este caso, funciona como plataforma editorial a través de su serie «LiberArs». «Los volúmenes se venderán por 24 euros para cubrir el gasto de producción, que es de alrededor de 20.000. Santiago Sierra no cobra nada», aclara Antonio Sanz, director de Ivorypress. Sierra ya ha producido en el pasado otras obras de este estilo, como, por ejemplo, cuando en 2012 colocó a veteranos de guerra cara a una pared. O en el año 2010, cuando encerró a trabajadores en el interior de cajas de cartón.