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Pasajero en el tren del sueño

Manuel Medina Publica «Próxima estación, Madrid-Atocha», una biografía a golpe de estaciones de ferrocarril ,«trabajo, lealtad y sinceridad»

El abogado Manuel Medina, ayer, en la presentación
El abogado Manuel Medina, ayer, en la presentaciónlarazon

Manuel Medina llega a bordo del tren de la vida. Hoy se apea en la estación de Atocha, en el siglo veintiuno de las altas velocidades. Pero en su trayecto de infatigable trabajador ha conocido muchas cosas de las que no queda ni rastro. Y hay otras que se manifiestan ahora, con el paso de los años de una brillante carrera profesional, como por ejemplo un auditorio repleto de amigos y un testimonio impreso: «Próxima estación: Madrid-Atocha» (Plaza & Janés) acaba de editarse como la narración de vida de un «señor de posguerra» que, con la azada al hombro en su Jaén natal soñaba con ser presidente de Estados Unidos o, por qué no, el próximo Papa. «Yo es que siempre estoy soñando», se disculpaba ayer en compañía de grandes personalidades. Porque, a bordo de trenes, este trabajador del campo fue policía, banquero y tras años de bachillerato nocturno, abogado. Hoy, dirige la firma Medina Cuadros Abogados, con más de 300 profesionales a su cargo. Si quieren saber su historia, pasajeros, al tren.

Itinerario sentimental

En la presentación había voces que describieron bien la historia de Medina, como la de Nuria Cabutí, su editora, que la describió como un recuerdo «emocionante y emocionado de Madrid, la ciudad de acogida poblada por bailaoras y serenos». El magistrado del Tribunal Constitucional Enrique López habló del carácter dual de la obra, por un lado memorialística, por otro, un inventario de hechos históricos «que van del Forajido Candelas al Marqués de Salamanca y el Madrid histórico», cuyas historias cuenta Medina, mientras su vida transcurre en los mismos escenarios. También acompañó al autor en su presentación César Alierta, presidente de Telefónica, que aludió al «itinerario laboral y sentimental de un español de posguerra. Un trabajo hecho despacio, sin ruido, y sin desfallecer». Y finalmente, Alberto Núñez Feijoó, presidente de la Xunta de Galicia, bromeó con la nutridísima presencia de la Magistratura española («este acto se hace con plena garantía del Estado de Derecho») y ensalzó la peripecia vital del autor como «la historia de la constante insatisfacción de lo que uno es y lo que quiere ser. Para Manuel Medina, nunca la resignación fue una opción». «Siempre se ha caído y levantado, y lleva en la maleta nada más que el trabajo, el sacrificio, la entrega y el éxito», comentó. «En plena crisis económica, como estamos ahora, se buscan referencias, personas inspiradoras. Aquí hay una. No hay atajos para salir de la crisis, sólo se puede hacer trabajando», afimó Núñez Feijoó.

Cuando Medina tomó la palabra, contó su fórmula: «El mundo se puede conquistar trabajando, siendo leal y sincero. Pero quiero destacar la lealtad». Su primer viaje en tren fue en larga distancia, a Almería, para el servicio militar. De allí partió a Madrid, para convertirse en policía. De esos años cuenta en el libro un centenar de anécdotas tiernas, y aprendizajes importantes para el futuro, como el lema «Odia al delito pero compadece al delincuente», que sería su aliento para convertirse en abogado. «La Policía me enseñó mucho», confesaba ayer. Medina quería tener estudios y más trenes le llevarona Cádiz y a Jaén, para volver 25 años después, definitivamente, a la capital. Allí conocería a Adolfo Suárez, y a unos cuantos miles de amistades más, muchas presentes ayer, que van desde los citados antes, a Baltasar garzón o Gaspar Llamazares.

Las páginas del volumen están preñadas de filosofía, pero las mejores frases son propias: «Lo que me inyecta el entusiasmo es el privilegio de perseguir el sol. Es lo que he hecho toda la vida, desde que era jornalero en Jaén. Eso, y mi familia son las energías que me mueven». Una historia sobre valores eternos como la humildad y la amistad, y de esas que terminan bien. Bueno, no terminan exactamente, porque en la vida de Medina hay una cosa que pueden dar por segura: hay una nueva estación esperándole, ya se ha puesto a escribir sobre ella.