Pau Teixidor: “Las víctimas de los bebés robados no han recibido ninguna disculpa formal”

Corre vertiginoso el año 1982. En la colorida y colorada España de Naranjito y Felipe González, la misma que se celebraba a sí misma para tapar sus vergüenzas, seguía quedando espacio para la ignominia. A las últimas torturas y al terrorismo de Estado, a los que sí se les acabó poniendo nombre y juzgando a sus responsables, se sumó un terror oculto y que tardó décadas en ser destapado: la injusticia de los bebés robados. “Empecé el trabajo de documentación leyendo todo lo que encontré y citándome con periodistas que habían abordado el tema, que habían publicado sobre ello. Luego me trasladé a Madrid y ya, por fin, pude hablar con las mujeres que habían sido víctimas del robo de sus hijos o incluso con esos hijos e hijas, ya mayores. Tanto los que habían pasado por Peñagrande como por otros centros parecidos”, explica compungido el director Pau Teixidor que, en “Alumbramiento”, nos sumerge en el horror, la tragedia y la esperanza fraternal de un infame reformatorio de signo católico para jóvenes embarazadas.

Abierto en 1955, el centro de Nuestra Señora de la Almudena -conocido como Peñagrande por su ubicación al noroeste de Madrid- se convirtió en uno de los pilares del Patronato de Protección de la Mujer franquista, un eufemismo para internar a mujeres jóvenes embarazadas y ocultarlas de la sociedad si eran de alta cuna o quitarles a sus bebés si eran de escasos recursos. Sometidas a castigos físicos y trabajos forzados, las muchas veces niñas eran “atendidas” por el ginecólogo Eduardo Vela, ligado intrínsecamente a decenas de “adopciones” irregulares durante décadas y juzgado antes de su fallecimiento en 2019. “En esa segunda fase de investigaciones, en las entrevistas orales, es cuando encuentro los relatos que tienen realmente valor, los que están contados en primera persona. Eso es lo que usé como base para el guion, porque la mayoría de estas mujeres me decía que se habían sentido olvidadas, borradas de la historia”, explica Teixidor.

Protagonizada por la joven Sofía Milán, toda una revelación y soberbia en su contención rabiosa, a veces gregaria y a veces individualista, “Alumbramiento” nos lleva de la mano de uno de los casos tipo que se replicaron en Peñagrande por decenas. Adolescente embarazada es legada, casi en secreto y con la connivencia de la Guardia Civil, a un centro religioso en el que es obligada a limpiar y mantener el orden a cambio de “cuidados” durante el embarazo. “La sensación de injusticia es la que me guio a la hora de hacer la película. Esta podía haber sido una película sobre el escándalo, sobre las investigaciones, pero quise que fuera una película sobre los relatos, sobre las historias de vida de estas jóvenes recluidas. Esta es la parte que no se había contado nunca”, confiesa el director antes de abordar lo parco en palabras de su protagonista, obligada a hablar en silencios, a sufrir en miradas: “De entre todas las actrices que vi, era la única que llevaba con ella una dignidad encima. Sofía (Milán) es una persona muy honesta, y creo que eso lo ha transmitido muy bien a su personaje”, añade.

“Estas mujeres no han recibido nunca una disculpa formal, porque yo entiendo que para que pase eso tiene que haber una sentencia firme. Los cortafuegos institucionales fueron muchísimos para que esto no trascendiera y han sido muy efectivos. Ha desaparecido hasta la documentación. La única reparación, y ese es el término que usan ellas, es hacer cosas como esta película. Hay que explicarle a la sociedad que esto ocurrió, pero estas mujeres nunca van a recuperar a sus hijos”, apunta el director, que para “Alumbramiento” se ha rodeado de las supervivientes organizadas en varias asociaciones y que, además de dirigir secuencias que van desde lo agobiante a lo musical, firma aquí el guion junto a Lorena Iglesias.