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Mujeres desconocidas
Perictione, mucho más que la madre de Platón
La filósofa trascendió el estereotipo machista de ser una figura materna o la amante del dios Apolo: recientemente se la ha categorizado como "la madre fundadora de la metafísica"

Cuando pensamos en los grandes filósofos de la historia, el nombre de Platón (c. 429-347 a.C.) suele encabezar cualquier lista. Sus ideas sobre matemáticas, física, ética, estética, lógica y teoría política siguen influyendo en nuestro pensamiento actual. Ideas que, aunque originarias en un pasado muy distante de nuestro presente, siguen tan vivas como en la Atenas que sufrió (y sobrevivió) al Gobierno de los treinta tiranos. Las universidades medievales emularon su sistema y nuestras universidades se basan indirectamente en el modelo de la escuela platónica, la Academia. Como dijo Alfred North Whitehead, toda la tradición filosófica europea no ha sido más que «una serie de notas al pie» de los diálogos de Platón.
Pero ¿de quién aprendió Platón el «amor por el saber»? Todos conocemos a su maestro: el cascarrabias, interrogativo Sócrates, apodado «el tábano» debido a la persistencia a la hora de preguntar. Sin embargo, cuando Platón conoció a Sócrates, ya tenía una disposición clara al saber, expuesto a los sofistas y a otros pensadores anteriores, los cuales conoció gracias a su primera maestra. Y es que, Platón siguió los pasos de una mujer cuyo nombre es prácticamente desconocido hoy: su propia madre, Perictione. Ella acabó dirigiéndole a él y a su hermano Gorgias a la pasión sapiencial.
Según diversas fuentes, Perictione descendía del legislador ateniense Solón (c. 638-558 a.C.), cuyas leyes sentaron las bases de la democracia ateniense. Otros rastrean su linaje hasta Codro, el legendario último rey de Atenas. En cualquier caso, pertenecía a una de las familias más distinguidas de la Atenas clásica, y fue testigo del inicio de las luchas más oscuras de su democracia, en una guerra condenada al fracaso contra Esparta y sus aliados. La familia de Perictione se codearía con estadistas, intelectuales, pero también con futuros tiranos.
Pero Perictione no fue recordada por las fuentes antiguas por su riqueza, prestigio o su entorno, sino fundamentalmente como filósofa, seguidora del legendario taumaturgo y matemático Pitágoras (c. 570-c. 495 a.C.), cuyo legado va mucho más allá del tradicional teorema geométrico que lleva su nombre y que aprendimos en la escuela. Los antiguos pitagóricos sentaron las bases de la geometría griega y la teoría musical, defendieron la igualdad radical de género y desarrollaron una provocativa teoría de la reencarnación que inspiró una ética de derechos de los animales y el vegetarianismo. Todos esos aspectos fueron reflejados posteriormente por el ateniense.
Virtudes femeninas
Según un discurso del sobrino de Platón en el siglo IV a.C., circulaba una historia de que el dios Apolo era el verdadero padre de Platón y el amor divino de Perictione. Los filósofos posteriores interpretaron la historia simbólicamente: significaba que Platón, Perictione y el propio Pitágoras estaban protegidos e inspirados por el dios profético. Aristóteles, propio estudiante de Platón, informa que su maestro era pitagórico. Posiblemente lo aprendió de su madre.
Los escritores de la antigüedad tardía atribuyen a Perictione dos tratados filosóficos, un logro poco común pero no imposible para una mujer erudita del siglo V a.C. En el primer tratado, titulado «Sobre la sabiduría», la autora argumentó que «la contemplación de la naturaleza de todas las cosas» es el fin más elevado de la humanidad. Valoró profundamente un enfoque místico de las ciencias y una visión estéticamente sensible de la belleza del mundo. El mundo estaba vivo, y era el vehículo de ascensión del alma.
En su segunda obra, «Sobre la armonía de las mujeres», Perictione analizó las virtudes «femeninas» de justicia, coraje, prudencia y modestia. Aunque se reafirman los roles de género tradicionales, también abre la posibilidad de que las mujeres puedan ejercer el poder: «Una mujer así actuará bellamente hacia las ciudades, si llega a gobernar ciudades o naciones». De ahí que Platón, en su diálogo la «República», sostenga que cualquier persona, con la «mezcla adecuada» dentro de sí misma, pueda llegar a ser un filósofo rey, o una filósofa-reina.
Los investigadores actuales coinciden en que los dos tratados, en su forma actual, no fueron escritos por la Perictione histórica. Pero recientemente, algunos expertos han tratado de recuperar su legado, señalando que «Sobre la sabiduría» es el primer tratado metafísico atribuido a una mujer en la antigüedad, y que, aunque no fue escrita por el personaje histórico, su nombre fue tan importante que debería ser reconocida como «la madre fundadora de la metafísica y epistemología antiguas».
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