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Medellín

¿Pero es un machista Maluma?

El colombiano llega a España hoy precedido por la polémica por el machismo de sus letras y vídeos que ha generado una campaña de boicot en su contra. Aun así, ha vendido miles de entradas en nuestro país.

Maluma, rodeado de bailarinas, en su actuación en la gala de los Premios Billboard «Women in Music» celebrada en Las Vegas en abril de este año
Maluma, rodeado de bailarinas, en su actuación en la gala de los Premios Billboard «Women in Music» celebrada en Las Vegas en abril de este añolarazon

El colombiano llega a España hoy precedido por la polémica por el machismo de sus letras y vídeos que ha generado una campaña de boicot en su contra. Aun así, ha vendido miles de entradas en nuestro país.

Vuelve Maluma y regresa la polémica. El artista colombiano, cuyo éxito no deja de crecer, se enfrenta en cada visita a España a las acusaciones de colectivos que consideran sus letras y sus vídeos misóginos o directamente machistas. Ese fue el caso de «4 Babys», un tena en el que fantasea con eso, con tener cuatro amantes a su completa merced. O el de «Mala mía», en cuyo vídeo se rodea de unas cuantas mujeres espectaculares en lencería fina. A consecuencia de ello, las redes sociales se levantaron con la etiqueta #MejorSolaQueConMaluma, mientras una campaña recogía firmas digitales para pedir que el Ayuntamiento de Palencia, donde hoy comienza su gira en España, cancelase la actuación. Sin embargo, la popularidad en España y en el mundo de Juan Luis Londoño (Medellín, 1994) no deja de crecer. Por decirlo todo en un dato, el colombiano tiene 1.190 millones de visualizaciones en YouTube sumando todas sus canciones, según datos de Sony, y las entradas de su gira de 9 fechas en España están prácticamente agotadas. En Madrid presentará «F.A.M.E.», su último disco y desde luego el menos subido de tono, este jueves.

«Respeto y valoro a la mujer»

A pesar de que los textos de este nuevo álbum cruzan muchas menos veces la línea roja, Maluma no logra desprenderse de la etiqueta de machista. El cantante siempre se ha defendido respondiendo que se trata de ficción, de literatura, que no es real. Las asociaciones feministas, en cambio, se sienten ofendidas: los modelos que reproducen sus «historias» son «denigrantes» como en los casos citados, o bien, cargando menos las tintas, cosifican a la mujer. «Una cosa es quién está al frente de la cámara y otra quién está detrás. Aquel es Maluma y este es Juan Luis, que es muy familiar. Mi madre y mi hermana tuvieron un papel muy importante en mi crianza, así que lo primero que aprendí fue a respetar y a valorar a la mujer», se defendía ayer el cantante. Por otra parte, Maluma considera que, le guste o no a las feministas, él le canta «a la realidad de la calle y a su juventud», y que cuando se refiere a «tener cuatro babys» es lo que desea la gente en la calle. Por último, asegura que «no es que me duela, porque he ido creando un blindaje frente a estos comentarios, pero respeto a todas las personas que tienen opiniones diferentes a la mía», informa Efe.

Hay varios aspectos a considerar acerca del reguetón. El primero es que nació con ese lenguaje. Con el erotismo explícito o ambiguo. Piensen en la emblemática «Gasolina», por ejemplo y en tantas otras. Desde la génesis del reguetón, el componente sexual es el léxico, igual que el rap americano en su vertiente «bling bling» construye un discurso de ostentación tanto de posesiones materiales (coches y jacuzzis) como de mujeres, que frecuentemente aparecen en ropa interior (en cualquiera de los dos escenarios anteriores). El pop más «mainstream», desde Taylor Swift a Britney Spears ha jugado la carta del sexo constantemente. Y la misma fantasía hay en las mujeres que acompañan a Maluma en la cama que en los bailarines esculturales que aparecen junto a Madonna. Sin embargo, sólo Maluma sufre estas acusaciones sin duda por una cuestión de los orígenes latinoamericanos de éste, frente a los anglosajones libres de sospecha de pervertir a nuestra juventud o resultar soeces.

Un truhán, un señor

Por otra parte, es cierto que hay un porcentaje de los textos de Maluma que rozan el mal gusto. Cada uno puede poner la cifra según su sensibilidad. Sin embargo, el resto, la mayoría, son nada más que chulescos, tanto, que es difícil tomárselos en serio. Cuando canta lo hace con las palabras de un calavera, de un granuja. Un truhán y un señor, ¿les suena? Hay quien lo considerará caspa o sucio (un «señoro», vamos), y está en su derecho, pero la mayor parte de sus canciones no pasan del amor erótico. Maluma se convierte en alguien en permanente tormento amoroso y fervor sexual, ambos rasgos del zalamero y el fardón. Y recae en todos los temas esenciales de la canción romántica: el despecho y la pérdida, el adulterio etílico y el deseo de la felicidad de la amante perdida. La canción de la polémica, «Mala mía», es un ejemplo perfecto de la broma casi adolescente que da origen a la canción, una especie de «¿qué demonios hice anoche?» y el consiguiente reconocimiento de culpa. Escuchando la letra realmente, es difícil tomársela en serio, pero en las redes sociales están preparadas las acusaciones de antemano. Por cierto que un linchamiento similar sufrió en España Mikel Izal con acusaciones de acosador sexual (al respecto de la que no se presentó ni una sola denuncia policial) que resultan difíciles de borrar de la conciencia colectiva incluso varios meses después. Resulta impensable tomarse a pecho una canción como «Felices los cuatro», en la que celebra que tanto él como su supuesta pareja mantengan sendos amantes y así estar todos tan contentos.

La cuestión podría estar en cómo algunos roles sociales o actitudes dejan de ser admisibles. En este caso, ser un mujeriego (o fingirlo, insistimos, que es el caso de Maluma) para muchos no es un problema más allá de resultar presuntuoso. Según otras personas, no solo se trata de mal gusto, sino que supone cosificar a las mujeres o de ser machista según cómo se exprese. ¿Han hecho exactamente lo mismo los Rolling Stones y el pop «mainstream» de Maroon 5? Desde luego. ¿Cosifica la publicidad? ¿El cine, la moda? Evidentemente, sí. Pero el reguetón es el fenómeno que más atracción está generando al respecto en medio de este cambio de conciencia. Lo que está claro es que no todas las mujeres piensan igual, ni mucho menos. Sus conciertos están abarrotados de potenciales «ofendidas» por las letras del artista. Así que se trata, en buena parte, de una cuestión de corrección política, y exigirle eso a la música popular es estar del lado de los que van a perder. Porque ni lo logró la moral conservadora, ni las etiquetas de advertencia sobre lenguaje explícito, ni la censura de ninguna democracia o dictadura. Además, el proceso que se está dando es el contrario, como el de una mujer como Becky G, que se atreve a cantar de sí misma que «puedo ser una perra en la cama» para adoptar el rol de empoderada sexual como ella misma aprendió viendo a los hombres. Quizá sea mejor este camino que la censura. Para muchos, en cambio, se pueden poner límites a algunos contenidos cuando resultan denigrantes u ofensivos. De momento, ese punto de vista parece que pierde la partida frente a los millones que le gustan las letras de Maluma, o no las condenan o no las juzgan. Con él han cantado Shakira y Thalía. J Balvin dijo: «Es el pueblo el que te condecora».

¿Y a todo esto, la música, qué? Pues resulta que Maluma y la actual hornada de artistas están llevando al reguetón a su madurez en cuanto a producciones, cada uno en su línea. Si Bad Bunny se acerca al trap y J Balvin casi parece un Kanye West latino, Ozuna busca la línea más romántica y, como ellos, Nicky Jam o Daddy Yankee tienen sus estilos propios. Dejando de lado que las canciones sean difícilmente disfrutables para quienes tengan la cintura de madera como Pinocho, y que el patrón repetitivo del ritmo reguetonero puede resultar desesperante después de la tercera canción, los cortes de «F.A.M.E.» demuestran un perfeccionamiento del género, una superación del «amateurismo». Habrá que esperar para saber hasta dónde puede dar frutos el reguetón, pero las música siempre transgrederán lo establecido y resulta conveniente, hoy más que nunca, tener algo de sentido del humor, aunque todo el mundo tiene derecho a sentirse ofendido por algo.

El lado solidario (y oculto) de Maluma

El artista colombiano tiene una fundación, El arte de los sueños, que nació en 2016 para trabajar en las comunas de Medellín y «atender a niños muy vulnerables que nunca han tenido una oportunidad y que han terminado escogiendo la adicción a las drogas o el camino de la violencia». Eva Longoria y Madonna colaboran con la misma, que próximamente realizará una campaña para lograr fondos. «Queremos dar esperanza con la música», defiende Maluma.