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Progresistas, si me queréis, irse de X
Tras la victoria de Trump, algunos medios y muchos perfiles han anunciado que saldrán de la red social antes llamada Twitter

Pío Baroja –sí, un facha, lo sé pero se fastidian– escribió que el carlista era un animal de cresta colorada que bajaba del monte de vez en cuando para decir «rediós» y atacar al hombre. El progre es algo similar, es un personaje con complejo de superioridad que se desliza desde el olimpo por su tobogán de arrogancia para llamarnos chusma tóxica. Antes, cuando el progre era un tipo con barba, camisa de cuadros y pantalón de pana, se partía la cara debatiendo. Ahora, el progre contiene la respiración si discutes sus mantras, y si ve que eres inasequible al desaliento ajeno, simplemente se va o cambia de conversación. Por eso han decidido irse de X, antes Twitter.
Podríamos pensar que la derecha ha ganado una batalla cultural consiguiendo la retirada de las pijas huestes progres en la guerra de la información y el relato. Esto sería una verdad a medias. Esa izquierda ha sido víctima de su propia soberbia. En su hegemonía estaba su debilidad. El progre se ha retirado del campo de batalla cuando la gente corriente ha tenido un canal abierto para decir al periodista y a su medio que no tragaba el bulo, que no aceptaba la complacencia obscena del junta letras con el político, que sabía que ese político mantenía el medio, que la virtud que vendían era una mentira para ocultar la corrupción. En suma, el progre no ha soportado la democracia de las opiniones ni que la calle le desmienta.
Cuando Twitter era el estercolero del wokismo y de la izquierda en general, bien que callaron. No dijeron nada cuando los community, sus bots y trolls perseguían en la red a la gente de derechas, circulaban noticias falsas en torno a su persona o pedían su cancelación. Tenían patente de progre. No solo les parecía bien, sino que hacían una noticia en sus medios con la reacción de Twitter contra esa víctima sin poner chequear lo que decían esos tuits. Por tanto, es hipócrita dejar Twitter, ahora X, cuando esa persecución se ha equilibrado.
El progresismo añade a su crítica a la red social el típico antimaquinismo que le cuelga siempre. La culpa la tiene la Inteligencia Artificial, dicen. Qué bien se vivía antes de la rueda y del fuego, del telar mecánico, de los combustibles fósiles, de internet y, por supuesto, de la IA. El progresismo siempre ha sido reaccionario al avance tecnológico, exhibiendo su discurso sobre la deshumanización al tiempo que se aprovechaba de esos avances técnico-científicos. El mejor ejemplo es el ecologista woke con su móvil de última gama llamando por las redes a la movilización contra el capitalismo que ha fabricado su móvil.
La mentira en los medios progres ha encontrado su contestación en las redes, que también exageran y mienten, pero que no dejan pasar ni una. En RTVE se podía decir antes impunemente que «Pedro HDP» significa «Pedro Descanse En Paz». O no mencionar a Sánchez en los insultos en Paiporta. O no decir nada sobre la presunta corrupción de la esposa y del hermano del presidente. O soltar que el juez Peinado tiene dos DNI. O decir que el PP y Vox recortan los derechos de las mujeres. O mostrar falsas víctimas palestinas de Israel. X deja al descubierto la máquina progre de bulos, y eso escuece.
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