¿Qué significa “Alea iacta est” y cuál es el origen de esta expresión en latín?
Se trata de una frase que se utiliza hoy en día por su valor simbólico y por su origen histórico
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La frase la podemos leer en la prensa casi todas las semanas. Justo antes de un gran evento deportivo o político, por ejemplo. “Alea iacta est” es una expresión en latín que ha perdurado hasta nuestros días y que no es extraño cruzarnos en cualquier momento. Pero ¿qué significa? ¿Cuál es su origen? La RAE lo aclara su significado: “en determinadas situaciones, para indicar que ya no es posible volver atrás”. Es decir, que algo está en marcha y su destino es incierto.
Sin embargo, la expresión se ha traducido de forma más literal y comúnmente por algo así como “la suerte está echada”, como reconoce el Instituto Cervantes. Vayamos por partes para verlo literalmente: según explican algunos filólogos, “alea” quiere decir algo así como “suerte” en latín. Para que observemos su pervivencia, de alea derivan palabras en castellano como “aleatorio”, por ejemplo. En origen, esa raíz se refería al juego de dados que era popular en tiempos de Roma y parece ser que la expresión está emparentada con “hueso”, que era el material con el que se fabricaban los dados.
A continuación, nos encontramos con “iacta” que, según los expertos, equivale a “echar” o “expulsar”: iacta sería la raíz para palabras del castellano como “eyectar”, así que también seguiría presente en nuestra lengua hoy en día. Finalmente, “est” se correspondería con el verbo. Es decir, “suerte echada es” literalmente.
Ya conocemos la etimología básica, pero ¿cuál es el origen histórico? Este es el asunto que convierte a la expresión en interesante. Según cuenta el mito, la frase la pronunció Julio César a punto de llevar a cabo una de las empresas más decisivas de su vida. En el año 49 .a C., exactamente en la noche del 11 al 12 de enero, César se detuvo frente al Rubicón, el río que delimitaba su jurisdicción como gobernador de las Galias y que tenía prohibido cruzar con tropas. Si lo hacía, se enfrentaba a cometer una ilegalidad. Más aún, a iniciar una guerra civil como enemigo de la República.
Para dar valor a sus hombres, que conocían perfectamente que lo que estaban a punto de hacer era una afrenta, César cruzó primero el río y pronunció la famosa frase de “alea iacta est”. Mediante este paso, se estaba rebelando contra la autoridad del Senado y daba comienzo a la larga guerra civil contra Pompeyo y los optimates. De esta manera, la expresión está estrechamente emparentada con otra muy común en castellano, que procede del mismo hecho histórico: Cruzar el Rubicón también hace referencia a hacer algo que no tiene vuelta atrás.