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Festival de Venecia

Racismo y crisis migratoria: el cine necesario de Ava DuVernay y Matteo Garrone conquista la Mostra

Mientras que el autor de la extraordinaria y crudísima «Gomorra» lleva al festival el conmovedor drama de los procesos migratorios con "Io Capitano", Ava DuVernay hace lo propio con la excesivamente didáctica "Origin" y su tratamiento ambicioso del racismo

Seydou Sarr, Matteo Garrone y Moustapha Fall en la Mostra (de izda. a dcha.)
Seydou Sarr, Matteo Garrone y Moustapha Fall en la Mostra (de izda. a dcha.)Agencia EFE

En la Mostra veneciana ha llegado la hora de entrar en la quinta dimensión de lo que se conoce como “películas necesarias”. Así fue con “Green Border”, con la que Agnieszka Holland está cosechando (injustamente) elogios unánimes por parte de la crítica internacional, y así fue con los dos títulos a competición de la jornada de ayer, “Origin”, de Ava DuVernay, y “Io, Capitano”, de Matteo Garrone. A “Origin” no le faltan ambiciones: la pregunta que se hace la película es si no nos equivocamos cuando decimos que todo es racismo. ¿Hablamos, pues, del mismo racismo cuando nos referimos a los 500 años de esclavitud que sufrió la población afroamericana en Estados Unidos que cuando el joven Trayvon Martin es asesinado en un barrio de blancos?

Para debatir sobre esta cuestión, la directora de ”Selma” escoge como protagonista a Isabel Wilkerson, premio Pullitzer de no-ficción y periodista de investigación que, en un periodo de crisis vital, decide aceptar el reto de desmitificar el concepto de racismo defendiendo el de la casta, lo que le permite trazar vínculos explícitos entre la esclavitud y la segregación en América, el antisemitismo en la Alemania nazi y la vergonzosa, precaria marginación de los llamados dalits (o Intocables) en la India. La película cuenta, pues, el proceso de investigación que fructificó en el best-seller “Casta: el origen de lo que nos divide” sin ahorrarnos las desgracias personales que trufaron la vida de Wilkerson en la ideación y elaboración del libro.

El problema de “Origin” es su extremo didactismo. Es muy pertinente que una cineasta afroamericana se cuestione lo que significa el racismo en el contexto sociocultural estadounidense, y la tesis de Wilkerson es interesante, y lo sería mucho más si la película no nos la repitiera, del derecho y del revés, un millón de veces, asegurándose de que la hemos entendido. DuVernay representa tanto el proceso de investigación de Wilkerson como su fruto, repasando con una pátina de celuloide granuloso tanto el pasado como el presente de su tesis, y nunca pierde la oportunidad de retratar a su protagonista como una pensadora a contracorriente, aunque ese gesto tiene mucho más que ver con la necesidad de convertirla en heroína absoluta de una ficción de superación épica que en profundizar en la originalidad de su teoría antropológica. Es posible que, en ese sentido, DuVernay se vea reflejada en la escritora: después de todo, es la primera cineasta afroamericana que logra competir en Venecia en toda su historia, y eso que, como confesó en rueda de prensa, muchos piensan que el cine afroamericano no tiene ninguna salida en los festivales internacionales, y muchos le afearon que se atreviera a presentar “Origin” como eligible en la Mostra. Es posible, pues, que DuVernay también se perciba a sí misma como una cineasta heroica.

Pérdida de inocencia

El italiano Matteo Garrone prefiere buscar héroes más prosaicos para “Io Capitano”. Esta es la enésima película sobre los sueños europeos de los inmigrantes africanos, capaces de jugarse la piel cruzando desiertos, enfrentándose a militares corruptos y entregando todos sus ahorros a delincuentes sin escrúpulos para cruzar el Mediterráneo en busca de la tierra prometida. Si recuerdan “In This World” sabrán de lo que hablamos, aunque el filme de Michael Winterbottom ponía el énfasis en la inmediatez de los hechos, en su dimensión de docudrama, y Garrone, que ya trató el tema de la inmigración en las tempranas “Terra di Mezzo” (1996) y “Ospitu” (1998), se mueve en un terreno más convencional.

Una de las virtudes de “Io Capitano” es centrar su historia en la amistad entre Seydou y Moussa, dos adolescentes senegaleses que sueñan con viajar a Italia para triunfar en el mundo de la música. Es en la calidez emotiva de esa relación, y en la solidaridad y el desamparo que sienten si están juntos o separados, donde encontramos el corazón del filme, que también late como la crónica de madurez forzada -y de pérdida de inocencia- de un chico que transforma su miedo en coraje, a fuerza de vencer obstáculos que parecían pozos sin fondo. Centrarse en los personajes permite que la película evite en parte (solo en parte) las derivas más macabras de este descenso a los infiernos, y sepa trabajar el sentimiento de comunidad que existe entre los inmigrantes, sea cual sea el país que los explota, los maltrata o los rechaza.