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Rozalén: "Escribo porque me sana, como terapia y vía de escape"

En su primer libro, "Cerrando puntos suspensivos", reflexiona sobre su pasado reciente

Rozalén / Foto: Cristina Bejarano
Rozalén / Foto: Cristina Bejaranolarazon

En su primer libro, "Cerrando puntos suspensivos", reflexiona sobre su pasado reciente.

Tiene en los ojos girasoles, con los que impregna el mundo de colores; tiene la visión de los poetas, con la que dibuja en la pared puertas violetas... Ha escrito un libro que suena, un diario reflexivo que acompaña de un disco recopilatorio de sus últimos años, a lo largo de los que ha viajado desde Albacete hasta Los Ángeles, donde en los Grammy Latinos estuvo nominada en las categorías más importantes. Rozalén es manchega. Y sencilla. «Una tía muy normal y corriente que le echa muchas ganas a todo lo que hace», asegura. «Cerrando puntos suspensivos» es el título. Y los lleva grabados hasta en la cara.

–¿Cree que necesita que la presente?

–El mundo es muy grande, por lo que hay que seguir presentándome.

–¿Quién es usted?

–Una enamorada de la vida que intenta verlo todo de una manera bonita. María y Rozalén son la misma persona, aunque cuando me subo al escenario me salen alas y me vengo arriba.

–¿A qué suena este libro?

–A honestidad absoluta, no es nada pretencioso. No soy poeta ni escritora. Escribo porque me sana, como terapia y vía de escape.

–¿Todo lo que piensa lo escribe?

–No. Me callo muchas cosas, ya que cuanto más expuesta estoy, menos libre me siento. Pero es un proceso de adaptación. Con el tiempo me sentiré totalmente libre. Primero vomito mis vísceras. Luego paso muchos filtros, porque quiero ser muy respetuosa para transmitir también a quienes no piensan como yo. Si la gente leyera lo que escribo de primeras, fliparía; me hubieran quemado en la hoguera (risas).

–¿Qué le inspira?

–Todo. Una pared en blanco, el día a día, ver cómo la gente camina, la política... Lo pequeño es súper inspirador si se sabe mirar con ojos de poesía.

–¿Escribe para cantar o canta para escribir?

–Me siento plena cuando canto. Por eso me paso la vida cantando, y no solo mis canciones. Desde Los Beatles hasta Lola Flores. Me gusta el rap, el rock, el punk... También berrear, no siempre afino.

–Para componer, ¿la alegría o la tristeza?

–La alegría me inspira, pero cuando estoy de bajón escribo más. Hay que aprender a amar la tristeza.

–¿Hacia dónde mira cuando escribe?

–Hacia dentro, me busco. Aunque también hacia fuera, porque me gusta escribir sobre lo que le ocurre a los demás.

–¿Y dónde pone el oído?

–En el corazón, para ver cómo late.

–¿Qué siente en esos momentos?

–Rabia, alegría, tristeza... Se me puede poner la piel de gallina y tener que dejar la guitarra y romper a llorar como si no hubiera un mañana. A veces siento escalofríos. Soy muy intensa y «sentía».

–¿Usted es sus canciones?

–Estamos totalmente unidas.

–Seguro que alguna vez se ha autocensurado. ¿Estamos cercenando la libertad de expresión?

–Sí. Hay temas sobre los que no tengo claro lo que pienso, y para opinar hay que estar muy informada. Pero algunas canciones de los 90 ahora no podrían salir sin que las tacharan de violentas o de machistas. Pienso que es complicado saber dónde está el límite.

–En el libro recoge los momentos más importantes de sus últimos años...

–Lo que más me impacta es ver a miles de personas delante y poder cantar con mis ídolos, que me quedan muy pocos por catar (risas). También me encanta mirar a mi alrededor y que todo siga igual, con mi banda.

–¿Ya sabe lo que no quiere?

–No del todo, pero sí tengo claro lo que no se tiene que soportar.

–¿Y lo que sí?

–Eso, por desgracia, nunca se sabe (risas). En cualquier caso, es más importante saber lo que no se tiene que querer.

–¿Qué pasa cuando el río suena?

–Que agua lleva o que un músico se está ahogando.

–En los ojos tiene girasoles. ¿Y en la cabeza?

–Giralunas (risas).

–¿Usted se entiende?

–Lo intento, pero siempre tenemos que estar en una búsqueda continua porque somos muy complejos, por fortuna.

–¿Se gusta?

–Sí, y cada día más, porque no me he gustado durante mucho tiempo.

–Como psicóloga, ¿qué le pasa a España?

–(Piensa) Estamos muy a la defensiva, nos falta diálogo. No somos capaces de ponernos en la piel del otro y no nos han contado las cosas con objetividad. También carecemos de espíritu crítico.

–¿Cuál ha sido su mayor éxito?

–Poder dormir con la conciencia tranquila, siendo coherente.

–¿Y su fracaso?

–Hay cosas por las que aún me cuesta perdonarme.

–¿De verdad cree que «el mundo está lleno de mujeres y hombres buenos»?

-¡Por supuesto! Confío en la humanidad, a pesar de todo.

–¿Cómo se cierran unos puntos suspensivos?

–Con un punto y aparte, no final.