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Sant Jordi vuelva a obrar un “milagro” de ventas al alza

Cataluña celebra el día del libro venciendo a la amenaza de lluvia en una jornada festiva que volvió a llenar las calles de lectores y confirmó el repunte post crisis

Eduardo Mendoza volvió a ser una de las firmas más buscadas en la jornada de ayer
Eduardo Mendoza volvió a ser una de las firmas más buscadas en la jornada de ayerlarazon

Cataluña celebra el día del libro venciendo a la amenaza de lluvia en una jornada festiva que volvió a llenar las calles de lectores y confirmó el repunte post crisis.

Las nubes y algunas gotas madrugadoras quisieron hacer presencia ayer en las primeras horas de Sant Jordi. Cataluña fue, como cada 23 de abril, el hogar de los libros y de las rosas. Pese a los anuncios de borrascas, la gente salió para ocupar las calles y buscar la firma de su escritor favorito. «Son lectores muy fieles. He empezado a las 10 de la mañana y ya tenía a 400 personas debajo de la lluvia esperando. Sant Jordi es increíble», comentaba Javier Castillo, que con «Todo lo que sucedió con Miranda Huff» (Suma) fue uno de los fenómenos de la jornada.

Muy temprano, Javier Cercas reconocía, pese a la amenaza de los nubarrones, que «Sant Jordi siempre hace milagros», advirtiendo que pronto saldría el sol. Y así fue. En su primera firma, Cercas compartía espacio con José Pablo García, que ha convertido en cómic su «Soldados de Salamina». Precisamente la traducción al chino de ese título fue uno de los primeros que firmó el escritor en Sant Jordi.

Cerca de allí, un sorprendido Santiago Lorenzo no entendía cómo «Los asquerosos» (Blackie Books) causaba tanto furor. «Yo vivo bastante encerrado y me sorprende hasta ver a tanta gente junta. Que se interesen por mi libro ya es algo surrealista», comentaba. Entre los más vendidos de la jornada estuvieron «El fill del italià», (Columna) de Rafel Nadal, y el último título de Albert Espinosa.

A su lado estaba el editor Jorge Herralde que este año se estrenaba al otro dedicando ejemplares de «Un día en la vida de un editor». Herralde llegó a la cita elegante y se sentaba junto a uno de sus autores, David Trueba, quien cumplía dos décadas de fidelidad a la fiesta. Trueba le confesó un secreto a Herralde sobre el momento de dedicar un libro. «Antonio Gala me dio el mejor consejo: firma rápido», comentó.

En el Sant Jordi de ayer se dieron casos curiosos. Así, la periodista Cristina Villanueva se estrenaba como autora con «Desplegando velas». «Estoy muy emocionada de estar al otro lado», afirmaba a este diario recordando que «cuando era estudiante vendía rosas para poder pagarme mis viajes de final de curso. Así que he completado todo en Sant Jordi».

Muy cerca de Cristina Villanueva tenía lugar uno de los fenómenos editoriales de Sant Jordi de la mano de Ana Guerra, la cantante de «OT». Aquello no era una cola de fans sino un total descontrol de lectoras que querían su rubrica en «Con una sonrisa». Guerra lo firmaba todo, hasta copias impresas de la portada del libro, y regalaba a todas, además de su firma, una pulsera.

La lista de anécdotas de la jornada fue infinita. Muchos hasta llevaban a sus perros a conseguir una firma, como le ocurrió a Alejandro Palomas, que no estaba seguro a quién dedicar el libro. «¿Hay mucha cola?», preguntaba cerca una mujer mayor con un libro de Carlos Zanón. Le dijeron que sí. «Da igual, hay que sacrificarse por los hijos», dijo, y empezó a hacer cola, con muleta y todo. «Dedícaselo a Iñaki, pero primero lo leeré yo», le comentó poco después a Zanón. «Me acuerdo que de pequeño ibas de excursión al centro a comprar rosas y libros, pero no había esta moda que hay ahora por las firmas», añadió Zanón.

Libros terapéuticos

Otro de los fenómenos del año, Marta Orriols y su terapéutico «Aprender a hablar con las plantas», (Periscopi/Lumen) incluso tenía a una mujer, enfermera, que le pedía: «fírmalo “para las chicas del Cap”, que nos hemos pasado el libro de mano en mano». Por lo demás, hubo un montón de cocineros por todas partes e instagramers, y autores extranjeros que miraban en el horizonte abrumados por lo que estaban viviendo, como un Eric Vuillard que veía como Fernando Aramburu no paraba de firmar. Cosas de Sant Jordi.

Mientras, Pablo Carbonell repetía, esta vez como novelista con «Pepita» y decía una verdad como un templo: «Cuando vengo aquí siempre tengo la misma sensación, que nunca se acaba de escribir porque nunca se llega al libro perfecto. ¡Qué ganas tengo de escribir para poder volver a Sant Jordi! », afirmaba mientras a pocos metros Juan Gómez-Jurado decidía irse hacia la cola de lectores para firmar de pie.