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Se buscan artesanos. Razón: Notre Dame

Todas las manos para reconstruir la catedral serán pocas. Será necesario reclutar un ejército de carpinteros, albañiles, fabricantes de órganos y vidrieras, techadores y talladores de piedra, oficios y profesionales que hoy escasean. La operación «Chantiers de France» ya está en marcha.

Impresionante vista aérea de la catedral de Notre Dame donde se pueden apreciar perfectamente los estragos causados por el incendio del pasado día 15. Foto: Gigarama.ru
Impresionante vista aérea de la catedral de Notre Dame donde se pueden apreciar perfectamente los estragos causados por el incendio del pasado día 15. Foto: Gigarama.rularazon

Todas las manos para reconstruir la catedral serán pocas. Será necesario reclutar un ejército de carpinteros, albañiles, fabricantes de órganos y vidrieras, techadores y talladores de piedra, oficios y profesionales que hoy escasean. La operación «Chantiers de France» ya está en marcha.

Francia dispone del «savoir-faire», las competencias y las técnicas necesarias para levantar la catedral de París tras el incendio, pero le faltan manos. Los talleres de artesanos han ido desapareciendo con el paso de los años, y la mano de obra que existe está ocupada en otros trabajos. Sin embargo, esta puede ser la ocasión para atraer la atención de los jóvenes estudiantes y relanzar estas filiales, a través del interés y el deseo que ha surgido entre los ciudadanos de ayudar en la reconstrucción de Notre-Dame.

Es el objetivo de la llamada operación «Chantiers de France», lanzada ayer por el Gobierno. Todavía no se sabe muy bien en qué va a consistir, pero pretenden reagrupar bajo este nombre los centros de aprendices y liceos profesionales de toda Francia que ofrecen formación para ejercer las profesiones dedicadas a la construcción y a los oficios de artesanía.

Según indicaba ayer el ministerio de Trabajo, el objetivo es doble, por un lado lograr mantener el plazo marcado por el presidente de la República para reconstruir la catedral en cinco años, y por otro, permitir a todos los jóvenes que deseen comprometerse en este desafío colectivo el aprender un oficio que corresponda a las necesidades de reconstrucción de Notre-Dame.

Harán falta carpinteros, albañiles, talladores de piedra, pintores decoradores, fabricantes de órganos y vidrieras, escultores o techadores, y esta movilización de la nación en torno a la catedral de París podrá permitir que se reconozca el valor de estos oficios que los franceses conocen poco y que «a veces son denigrados a pesar de que son el fruto de una tradición y de vías para el futuro».

Muriel Pénicaud, ministra de Trabajo, acompañada de los ministros de Educación y Cultura, Michel Blanquer y Franck Riester, deseó que la obra de Notre-Dame sirva como «buque insignia para atraer hacia todas las formaciones sobre los oficios necesarios». Porque el primer paso es Notre-Dame, pero después será necesario seguir renovando el patrimonio de todo el país. Será, entonces, la ocasión de instalar el «campus profesional » que iba a ser lanzado próximamente en las caballerizas del castillo de Versalles. Blanquer ha confirmado también que preparan otro proyecto entorno a la fábrica de tapices de Gobelins.

Llegan las primeras manos

Bernard Stalter, presidente de la Cámara de oficios y del artesanado piensa que será necesario «triplicar el número de jóvenes en estos tipos de trabajos». Harán falta unos 500 profesionales que no se podrán poner inmediatamente manos a la obra sin dejar de lado las renovaciones de otros monumentos que están en marcha o ya proyectadas. Ya ha habido numerosos aprendices y artesanos que se han mostrado su deseo de trabajar en Notre-Dame, ahora, según Stalter, «es importante transmitir nuestro ''savoir-faire'' porque estos oficios han sido considerados demasiado tiempo como vías de aparcamiento», es la ocasión dorada para que renueven sus galones.

Ahora está por ver si los cinco años que Emmanuel Macron ha marcado como plazo para levantar la catedral son un deseo factible. Hay especialistas que dicen aseguran que sí. Otros, son más circunspectos, como Maryvonne de Saint Pulgent, presidenta del Comité de Historia del Ministerio de Cultura y antigua directora de Patrimonio, asegura que «el querer ir deprisa en la restauración no debe traducirse en una precipitación a la hora de realizar los diagnósticos». Saint Pulgent subraya que habrá que tomarse el tiempo necesario para realizar un dictamen pericial que determine los efectos que haya provocado el agua para utilizada para apagar el incendio, y las consecuencias de éste, como, por ejemplo, el peso del plomo fundido.

En el programa C dans l’air, la ex directora de Patrimonio recordó que los hongos y bacterias que se propagan debido a la humedad van a atacar todos los elementos frágiles, por lo que será necesario crear ambientes estables en términos de hidrometría, y evitar que los trabajadores puedan servir como vehículo de transporte para contagiar otros elementos. Todo ello, sin contar con que también habrá que esperar a que el monumento se enfríe, que habrá que estabilizarlo o que habrá que instalar «el paraguas » que permitirá mantener al abrigo las partes abiertas de la catedral. Y qué decir del andamiaje instalado para los trabajos de renovación de la flecha de Viollet-le-Duc y que será retirado. En definitiva, un trabajo de cirugía en el que deberán participar arquitectos, conservadores, ingenieros... grandes especialistas que no van a aparecer como por arte de magia.

Respeto por el pasado

Otro tema que ya ha comenzado a generar un encendido debate casi desde el mismo momento en que se produjo el incendio es el tipo de renovación que deberá acometerse. El presidente de la República quiere lanzar un concurso internacional para decidir «si hay que reconstruir una flecha, la flecha que ideó y construyó Viollet-le-Duc» o si por el contrario «como sucede a menudo dentro de la evolución del patrimonio y de las catedrales, es necesario dotar a la catedral Notre-Dame de París de una nueva adaptada a las técnicas y los envites de nuestra época». En cualquier caso, Francia no puede ignorar las cartas firmadas y que enmarcan la restauración de monumentos históricos: hablamos de la de Atenas, de 1931, la de Venecia, de 1964, y la de Cracovia de 2000. La Carta de Venecia afirma que la restauración «tiene por objetivo conservar y revelar los valores estéticos e históricos del monumento» respetando lo que se ha aportado en cada época a la edificación del mismo, y cuando haya que sustituir un elemento que falte, debe « integrarse armoniosamente en el conjunto al mismo tiempo que se distingue de las partes originales ».

El filósofo François-Xavier Bellamy, cabeza de lista de Los Republicanos en las elecciones europeas ha pedido a Macron «un poco de humildad » a la hora de reconstruir la catedral. Según él hay que considerarse herederos antes que constructores, y señala que «sería trágico que al duelo de la destrucción suceda la manía de la disrupción, y que el orgullo del ''nuevo mundo'' desnaturalice ahora lo mejor del antiguo en lugar de transmitirlo». Concluye en su cuenta Twitter que esta restauración es la misión de los arquitectos formados para ello, de los artesanos y aprendices depositarios del savoir-faire de los constructores, « un presidente no tiene otra responsabilidad que la de darles los medios para que alcancen su misión con éxito »