Londres

Se buscan visitantes para el Prado

El balance económico del museo registra en las cuentas de 2013 pérdidas de seis millones
El balance económico del museo registra en las cuentas de 2013 pérdidas de seis milloneslarazon

La pregunta se la formulaba el máximo responsable de la institución museística hace más de un año, en marzo de 2013: «¿Por qué el Prado debe tener tres millones de visitantes?». Los tiempos de bonanza, presupuestos holgados y exposiciones estrella con largas colas a la entrada del edificio de Jerónimos están aparcados. Pasado perfecto frente a un futuro imperfecto y preocupante. La gran institución española de cabecera mira hacia adentro, bucea en su propia colección para exponer al público. Las muestras de gabinete (como es el caso de la recién inaugurada «Las ánimas de Bernini») son la tónica dominante. Sus fondos se han convertido en piedra angular en época de ajustes. Compartir sus colecciones, dar a conocer su identidad a través de muestras temporales es el camino marcado. Si hay un «Prado disperso» también existe un «público disperso» que no llega a atravesar las puertas del Museo.

La programación prevista para 2015 ha tenido que reajustarse a la realidad actual, suprimir proyectos y centrarse en otros más pequeños. Ha habido caídas importantes que se vendieron a bombo y platillo, como una ambiciosa muestra prevista de Lucien Freud, un proyecto frustrado por los elevados costes de los seguros y que ib a tener de comisario a Manuel Mena y que sí, en cambio, se pudo ver en el Museo de Historia de Arte de Viena, así como otra de arte japonés, incluso algunas de formato mayor han tenido que concentrarse en otro más pequeño. Sin embargo, la pinacoteca mantiene que «menos es más». Menos exposiciones que no atraen a más público. «Nos obsesionamos con el número de visitantes. Y eso ya lo decía cuando batíamos récords. El Museo no es un parque de atracciones y menos un casino cuya rentabilidad se mide por el número de visitantes», aseguraba en esta páginas su máximo responsable, al frente de la institución desde 2002. Hay que recuperar al visitante, sin prisa, pero sin pausa, por eso ayer, hoy y mañana el Museo llevará a los personajes representados en los cartones para tapices de Goya, que se exponen por primera vez ahora, a la calle para animar a los transeúntes a visitar la muestra.

La programación de la pinacoteca es la que puede (¿también la que querría?) hacer hoy el museo pero que no consigue ser respaldada por los visitantes. Si tomamos como referente las cifras de los últimos años (facilitadas por el propio museo), en 2010 la cantidad de visitantes anuales fue de 2.671.929, en 2011 aumentó ligeramente a 2.880.858. A partir de 2012 las cifras no han hecho sino descender. Ese año hubo 2.773.362. Al siguiente, en 2013, 2.356.6568 y en 2014 (y con los datos registrados hasta el 31 de octubre, pues las cifras definitivas se presentarán en los primeros días de enero de 2015) se bajaría a 2.169.634. Las cantidades hacen referencia a los accesos individuales a la pinacoteca en su propia sede (no se incluyen las visitas a exposiciones organizadas por el Museo en otras sedes dentro o fuera de España y cada acceso cuenta como una sola visita, con independencia de que la misma persona pueda visitar solamente la exposición o la colección y/o las distintas exposiciones temporales). Tres años en caída libre y entre medias un «annus horribilis», 2013, en el que llegó a perder un 25 por ciento de sus visitantes y sufrió, por primera vez, una caída en sus ingresos propios de un 7 por ciento. La explicación que se ofrecía situaba este descenso en una bajada de la demanda porque el número de turistas que visitan Madrid también había descendido, tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, en los últimos sesis meses el turismo ha repuntado, aunque no para el centro. Desde octubre del año pasado se ha producido una pérdida gradual de visitantes, un goteo que habrá que atajar.

Cuando menos no es más

Para su director, Miguel Zugaza, la cantidad de público que vista el centro es un «indicador relevante, pero no mide el éxito o el fracaso de una gestión». El objetivo en este momento, aunque se haya repetido hasta la saciedad que no es llenar las salas, está claro: conseguir estabilizar la cifra de visitantes en dos millones y medio hasta 2016. ¿Cómo buscar ese público que es esquivo? El Prado pone el foco fuera de España, donde muestra las colecciones nacionales y en esa dirección es en la que ha caminado en su labor de difusión. Por préstamo de obras se han recibido tres millones de euros en los últimos años. Para 2015 hay exposiciones previstas de Ingres, Mariano Fortuny, Luis de Morales, dibujos de José de Ribera y Van der Weyden. El Prado se expone a sí mismo. En 2012 hubo cinco de gran formato, mientras que el año pasado la cifra se quedó en tres.

En el «Plan de Actuación 2013-2016» se recogían como principales medidas para poner en marcha el ahorro en materia de gastos corrientes, así como la redefinición y reducción del programa de exposiciones temporales. Las inversiones de este buque insignia de la cultura española se han ralentizado y replanteado las actuaciones relacionadas con la creación del Centro de Gestión de Depósitos en Ávila, así como la rehabilitación de Salón de Reinos. Efectivamente, entre los puntos básicos en que apuntalar su política en materia de ingresos figura la necesidad de utilizar el remanente de Tesorería «como estabilizador del presupuesto, siempre en la menor medida posible, hasta que se produzca un cambio de tendencia». Dentro de ese escenario de austeridad el objetivo de la pinacoteca es «alcanzar, de nuevo, en 2016, la cifra de 2.500.000 visitantes mediante el aumento gradual de los mismos», y de la que todavía se está alejado. En el horizonte, el año 2019, cuando se cumplirá el bicentenario de la institución (tanto de su creación como de su apertura), una fecha clave para presentar la colección, con el debido «nivel de excelencia» que se exige a una institución de cabecera.

En el Paseo del Prado se levantan otros dos museos de referencia junto a varios centros expositivos y fundaciones de primer nivel. Además de una sensible disminución en el presupuesto, la competencia expositiva de otras instituciones afecta, pues se miden casi de tú a tú con el gran coloso. La oferta en la capital resulta de los más variada, una «olimpiada de las exposiciones» de la que el Museo del Prado sale mal parado. ¿Cómo afecta la crisis al Reina Sofía? Los datos de hace un año salvaban al centro de arte de la debacle en forma de caída generalizada que experimentaban el Prado y el Thyssen. Los totales de visitantes del museo que pilota Manuel Borja-Villel fueron en 2010 de 2.313.532; en 2011 se llegó a 2.705.529; en 2012 se descendió hasta los 2.572.414; al año siguiente, 2013, las cifras dieron un vuelco espectacular debido a la exposición de Dalí, que consiguió sobrepasar los tres millones de visitantes. La previsión hasta octubre de este año, que toma como referencia «real» los datos de 2012, son optimistas y vaticinan 2.800.000 visitantes, con un tendencia alcista. Tomando como referencias los números de 2010, el Museo Thyssen llegó a 819.598 visitantes; en 2011 subió a 1.070.678; en 2012 se aupó hasta los 1.256.209 (gracias, en gran parte de Edward Hopper, Gauguin y Chagall); en 2013 hubo un descenso de 944.202 y la previsión para este año, hasta el mes de octubre, es de 811.576, con Cezànne como protagonista.

No se puede pasar por alto en la caída de visitantes del buque insignia cultural la incidencia que ha podido tener el progresivo aumento del precio de la entrada. En enero de 2004 se duplicó el importe de 3 a 6 euros. En 2011 ascendió a 12 euros. Dos años después, en 2013, la general aumentó de 12 a 14 euros y la reducida de seis a siete.

En medio de este panorama, la pregunta es si sería posible ver hoy en las salas del Museo del Prado una exposición con la magnitud de la de Vermeer, que se colgó en 2003; «Picasso: tradición y vanguardia», que se inauguró en 2006; «El retrato español: de El Greco a Picasso», en 2004-2005, o «Fábulas de Velázquez: Mitología e Historia Sagrada en el Siglo de Oro», que en 2007 logró un récord histórico: 103.347 visitantes en cinco días y que exponía por segunda vez en España «La Venus del espejo», que se exhibe en la National Gallery de Londres. Hoy, y el año que viene, desde luego que no. «El Prado no va a participar en el campeonato de cifras que hemos creado. El éxito de un museo no se mide por eso o, por lo menos, no sólo batiendo récords de visitantes», dice Zugaza.