¿Se puede meter uno dentro del arte?
El Espacio Fundación Telefónica trae por primera vez a España una exposición del colectivo digital «teamLab» en donde lo sensorial se funde con la innovación
Los espejos rotos de la naturaleza más salvaje se desplazan atraídos por una estela de luces de colores en los pasillos de la cuarta planta de un enigmático edificio de la capital madrileña. Un oleaje intenso que remite vagamente a las inspiraciones de Fukushima se arremolina y extiende insolente por las esquinas de la sala mientras el hilo musical de un piano transforma el universo durante unos segundos en un lugar mucho más pequeño y silencioso. Más de treinta proyectores, sensores y suelos reflectantes acompañan y construyen la nueva propuesta escénica del colectivo de arte digital «teamLab» por la que el Espacio Fundación Telefónica ha apostado para seguir manteniendo intacta su línea de exposiciones capaces de proyectar el valor de lo digital. «Como creadores visuales pretendemos cambiar la experiencia habitual que mantiene el usuario con la obra de arte. Intentamos producir una mejor sensación en las personas. Una especie de sinergia colectiva», ha comentado el artista y miembro fundacional del colectivo, Kazumasa Nonaka, durante la presentación de la muestra. Es la primera vez que este aclamado grupo de artistas multidisciplinares formado por cientos de profesionales de diversa índole –programadores, artistas, ingenieros, arquitectos, animadores digitales o matemáticos– aterriza en España con una proyección de estas características.
Nonaka parece esperanzado con el vaticinio de la acogida madrileña y se muestra bastante entusiasta con la que están teniendo las diferentes obras del colectivo en otros lugares: «Resulta curioso analizar la recepción que tienen nuestros proyectos en las diferentes partes del mundo donde se exponen. En algunos países hemos observado que la gente se muestra mucho más activa que en otros. Quieren tocarlo todo, interactuar, participar, ser parte activa de la obra» indica al tiempo que añade que «Al principio creábamos propuestas que la gente relacionaba de forma directa con Japón y su cultura, pero hemos conseguido hacer de esto algo completamente internacional». A través del oleaje, el aleteo de mariposas y la caligrafía «Enso» (símbolo tradicional de las raíces culturales japonesas), la muestra expone tres instalaciones vertebradoras y completamente inmersivas; «Black Waves», «Flutter of Butterflies» y «Enso», que invitan al espectador a ejercitar un debate personal con la naturaleza, repensar el espacio que ocupa en el mundo y sentirse parte integradora de un todo, ya que tal y como afirma Nonaka «todo lo que se crea en este mundo se hace de forma colaborativa. Todo es siempre una negociación con el otro, un continuo intercambio de ideas». La convivencia entre tradición e innovación es una constante que se manifiesta, ya no solo durante el recorrido minucioso por este trabajo en el Espacio de la Fundación Telefónica, sino también a lo largo de toda la obra del colectivo.
Una luz sensorial
Esta experiencia sensorial debe llevarse a cabo con la misma quietud y el mismo respeto manifiesto con el que debemos relacionarnos con nuestro entorno. Es por eso que el programa educativo de la Fundación completa la muestra con una serie de actividades para todo tipo de públicos centradas en el trabajo de las emociones a través del acercamiento a un museo o el fomento de talleres de iniciación en el uso y aprendizaje de la multisensorialidad relacional. De obligatorio cumplimiento resulta pasear en silencio, recrearse en los estímulos visuales y sonoros de la sala y detenerse con honestidad en las luces que inundan los espacios para poder trascender los límites físicos y temporales del arte convencional.