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Sencillo y magistral

La Razón

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Doble acontecimiento literario: John le Carré y Frederick Forsyth publican sendas autobiografías. La primera es la de un espía profesional que desprecia la burocracia del anquilosado MI6 durante la Guerra Fría y la segunda la del reportero de guerra que echa pestes de la burocracia de la BBC y el Ministerio de Exteriores inglés. Pero la gran revelación de las memorias de Forsyth es su colaboración durante veinte años con el MI6 (hoy SIS), en misiones secretas en Alemania del Este y Biafra, donde denunció la hambruna que mató a un millón de niños.
«El intruso», narrada como un «thriller» de acción, se diferencia de las memorias de Le Carré en la posición del espía y su relación con su mundo literario. Le Carré remite a un mundo burocrático de espías aburridos que se traicionan, más intelectualizado que el de Frederick Forsyth: un hombre de acción, apasionado por la aventura, el riesgo y el periodismo de guerra.
Hasta que Forsyth escribió «Chacal» ningún escritor se documentaba para escribir un «thriller». Frente a la ficción de espías con macguffin hitchcockiano, Forsyth inventó la «faction», contracción de fact (hechos) y fiction. Novelas donde es difícil distinguir donde terminan los hechos y comienza la ficción.
Desde niño, Forsyth soñaba con ser aviador y pilotar un monoplaza Spitfire, y no cejó hasta alistarse a los 17 años en la RAF y conseguir las alas de piloto. A continuación quiso ser periodista y logró entrar en Reuters, donde cubrió en París los intentos de asesinato a De Gaulle por la OAS durante el conflicto con Argelia. Experiencia clave para escribir «Chacal», en 1971. De París volvió a Londres dispuesto a cubrir la guerra de Nigeria contra Biafra para la BBC a condición de que no informara sobre la verdad oficial. En su enfrentamiento con la BBC, de la que abomina, denuncia a sus directivos como serviles burócratas del gobierno, especialmente del laborista y de Harold Wilson «que quería un servicio de noticias todavía más sumiso».
La gran virtud de estas memorias es la sencillez de las anécdotas que ha escogido para condensar su vida. Un relato repleto de acción y sentido del humor. Sesenta viñetas impresionistas en las que Forsyth se asemeja a sus héroes novelísticos. También vivió aventuras peligrosas, como cuando se infiltró en una banda de ventas de armas en Ámsterdam o burló a la Stasi en Berlín Este con riesgo de su vida, en una misión secreta.
Es poco generoso al hablar de su trabajo como escritor, quizá porque la escritura de su primera novela fue fruto de la necesidad de conseguir dinero, al perder su trabajo en la Prensa. «No tenía la más mínima intención de convertirme en novelista» –confiesa–, pero vendió «Chacal», escrita en 35 días, y consiguió un contrato por dos títulos más: «Los perros de la guerra», sobre los golpes de estado en África, y «Odessa», sobre las organizaciones encubiertas nazis, cuyo protagonista, Roshmann, el carnicero de Riga, fue descubierto en Argentina gracias a esta novela. «El intruso» es un relato magistral de una vida azarosa y aventurera, siempre al filo de la navaja.

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