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Crítica de clásica

Sesión sinfónica a la rusa

La Orquesta de la Comunidad abre la temporada 2023-2024 en San Lorenzo de El Escorial con un programa integrado por dos obras capitales del sinfonismo del siglo XX

El Teatro Auditorio en San Lorenzo de El Escorial acogió la inauguración de la temporada sinfónica de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Orcam)
El Teatro Auditorio en San Lorenzo de El Escorial acogió la inauguración de la temporada sinfónica de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Orcam)© Inigo de Amescua/Fundacion ORCAM

Este año la Orquesta de la Comunidad ha abierto la temporada 2023-2024 en San Lorenzo de El Escorial, localidad vecina a Madrid. Y lo ha hecho con un programa a la rusa, integrado por dos obras capitales del sinfonismo del siglo XX, dos piezas difíciles, monumentales y taquilleras. Quizá por ello la sala principal del recinto presentaba un aspecto magnífico, abarrotada y poblada de entusiastas espectadores. Que no salieron defraudados ya que lo escuchado tuvo un buen nivel, el deseado para un importante acto inaugural. Hay que empezar por glosar la actuación del pianista ruso Aleksei Volodin (1977), que abordó con arrojo y seguridad el tan complejo y en ocasiones rapsódico “Concierto nº 3” de Rachmaninov, una de las obras que se han programado a lo largo de la temporada pare celebrar el 150 aniversario del nacimiento del compositor. El pianista se enfrentó a la obra mostrando su habitual dominio del teclado, su elasticidad y su ligereza y presteza de ataque, siempre seguro y firme.

Manos de dedos largos y ágiles, virtuosismo de buena ley impulsados por movimientos elásticos y un tanto artificiosos y afectados, quizá innecesarios. Pero es el estilo del pianista, que necesita de esos arreboles para sentirse seguro; y a fe que lo consigue imprimiendo al discurso una permanente animación. De sus manos volanderas emana un sonido no exento de tinte metálico y casi siempre falto de la redondez ideal. Pero en cuanto uno se acostumbre se da por bueno porque el artista falla poquísimas notas y se exhibe con auténtico fulgor en imponentes octavas. El tema básico del primer movimiento nos dio ya la pauta del modo de hacer de Volodin, que se demoró con delectación en la extensa cadencia, tan contrastada y rotunda. Después, en el segundo, fraseó con sentido e inteligencia. En el tercero sus dedos volátiles imprimieron variedad al colorista discurso, acentuando sus tan distintas formulaciones. Un curso de dicción y expresión. Al que se sumó el elástico acompañamiento de Orquesta y directora. Lo que creemos fue un “Preludio” de Rachmaninov coronó como bis su actuación.

Frente al poblado conjunto, constituido en buena medida por jóvenes componentes de la Joven Orquesta de la Comunidad, se movió, como siempre, con elasticidad, firmeza y donosura Marzena Diakum, brazos amplios y abarcadores, batuta clara y volandera, expresiva y colaboradora. Su versión de la “Sinfonía nº 5” de Shostakovich fue muy aceptable. Por la disposición de elementos, el vigor de los acentos y la capacidad matizadora. Interpretación nítida y bien compensada, que no cuajó del todo en la construcción del primer movimiento, necesitada de un más delicado juego dinámico y de una planificación más definida. Lo que perjudicó no poco la exposición del extenso “crescendo” que conforma el clímax del fragmento.

Lo mejor fue el “Allegretto”, de límpida ejecución y expresiva delineación, en busca de esos acentos heredados de Mahler, de tan característico brillo. Excelente respuesta del conjunto, plegado asimismo a las orientaciones de la batuta en el “Largo”, en donde se consiguió la necesaria concentración y un muy bello cierre en las discretísimas voces de arpa y celesta. El bombástico “Allegro non troppo” tuvo su miga. Buena administración de las dinámicas y adecuada recreación de la evocativa parte central. Adecuada definición del imponente y cinematográfico cierre, con la orquesta a toda presión.