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Cómic

Soldados de Salamina: Bocadillos de memoria histórica

La exitosa novela de Javier Cercas salta al cómic de la mano de José Pablo García, ilustrador y dibujante de tebeos que ya adaptó los ensayos de Paul Preston «La guerra civil española» y «La muerte de Guernica».

Soldados de Salamina: Bocadillos de memoria histórica
Soldados de Salamina: Bocadillos de memoria históricalarazon

La exitosa novela de Javier Cercas salta al cómic de la mano de José Pablo García, ilustrador y dibujante de tebeos que ya adaptó los ensayos de Paul Preston «La guerra civil española» y «La muerte de Guernica».

El azar ha hecho coincidir en el tiempo la publicación de la adaptación en cómic de la novela «Soldados de Salamina», de Javier Cercas, con la muerte del escritor Rafael Sánchez Ferlosio, uno de los nombres más importantes de la literatura española del siglo XX y fuente de inspiración de este libro que ha sido traducido a más de veinte idiomas y cuyo éxito permitió a su autor dejar de dar clases para vivir de la escritura. Como es conocido, Sánchez Ferlosio contó a Cercas la historia del fallido fusilamiento de su padre, Rafael Sánchez Mazas, novelista, poeta y periodista que fundó Falange Española y acuñó la consigna «¡Arriba España!». En 1939, estando preso en Barcelona, Sánchez Mazas consiguió huir de un fusilamiento colectivo. Combinando ficción y realidad hasta el punto que el lector no sabe dónde termina el documento y donde empieza la fabulación, Cercas relata en primera persona la investigación que le lleva tras los pasos de un soldado republicano que lo habría encontrado, encañonado y perdonado la vida.

El lápiz del presente

Tal y como recordó el mismo escritor en la reciente edición de Cómic Barcelona, «Soldados de Salamina» «está protagonizada por un tipo que se llama Javier Cercas como yo, que piensa que la Guerra Civil es algo del pasado, muy aburrido, hasta que por azar empieza a investigar un hecho minúsculo que resulta haber tenido un eco en su propia vida y en la de su país». Y añade que «a los componentes de mi generación no nos interesaba para nada la contienda, creíamos que era algo sobre lo que ya se habían hecho muchos libros y muchas películas. Pero ''Soldados de Salamina'' no habla del pasado, habla del presente. Porque el pasado todavía no ha tenido lugar». De esta manera, la novela es tanto una biografía posible de Sánchez Mazas como una autobiografía del propio Cercas, sin que nunca esté del todo claro cuánto hay de invención en uno y otro caso.

La gran popularidad que tuvo el libro –un best-seller sin vocación de serlo que se publicó en 2001– facilitó su rápida adaptación a otros lenguajes, en una pluralidad de disciplinas absolutamente inusual en la literatura española contemporánea. En 2002, David Trueba –amigo del autor– escribió y dirigió una adaptación cinematográfica en la que introdujo notables cambios argumentales, especialmente el hecho de que la protagonista fuera una mujer (interpretada por Ariadna Gil) y que quien le ayudara a terminar el libro no fuera su colega el chileno Roberto Bolaño sino un alumno (interpretado por Diego Luna). En 2007, el director de teatro Joan Ollé estrenó en el Romea de Barcelona una adaptación escénica interpretada por Carlos Álvarez-Novoa, Gonzalo Cunill y Lluís Marco.

Rematando estas ramificaciones Reservoir Books acaba de publicar la adaptación en cómic, que se sitúa en la fructífera línea que en las últimas décadas ha dado notables novelas gráficas sobre la guerra civil española –a menudo basadas en recuerdos familiares–, como «Un largo silencio», de Miguel Gallardo, «El arte de volar», de Antonio Altarriba y Kim, «Los surcos del azar», de Paco Roca, y «Jamás tendré 20 años», de Jaime Martín. Siguiendo esta estela, el malagueño José Pablo García ha sido el responsable, por ejemplo, de abordar con éxito una tarea compleja y titánica: la adaptación al cómic de los ensayos de Paul Preston «La guerra civil española» y «La muerte de Guernica». Curiosamente, García confiesa que «mi vocación nunca había sido hablar de temas grandes y trascendentes sino ser humorista gráfico. Pero he terminado aceptando y ejecutando estos encargos que agradezco profundamente, porque de otro modo nunca me hubiera atrevido a abordarlos». Según admite el dibujante y guionista «tengo muy poca retentiva para los datos, se me olvidan con mucha facilidad, y el cómic es un medio que, a través de la fijación gráfica, te permite entender rápidamente hechos que resultan bastante complejos».

A pesar de esto, la primera –y ambiciosa– obra de carácter histórico/biográfico de José Pablo García fue un proyecto personal, «Las aventuras de Joselito», «el único de ellos que he hecho por iniciativa propia y con el cual quise reivindicar la figura del cantante Joselito, llamado el pequeño ruiseñor, que me parece un personaje de la cultura popular con una historia apasionante. Cuando empecé me vi metido en un lío que me obligó a documentarme exhaustivamente desde un punto de vista histórico». A continuación García publicó «Vidas ocupadas», la crónica en primera persona de su propio viaje al Territorio Palestino Ocupado de la mano de Acción contra el Hambre y la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID); un trabajo de periodismo gráfico en la línea de los desarrollados por autores como Joe Sacco, Guy Delisle, Sarah Glidden y Emmanuel Guibert.

Todo este bagaje le ha permitido abordar con éxito el comprometido reto de trasladar al lenguaje de las viñetas un texto tan prestigioso y conocido, de hacérselo propio y que resulte reconocible al mismo tiempo. «Soldados de Salamina» parte de un motor narrativo, el de la investigación histórica y periodística a través de entrevistas, en el que curiosamente –o no, porque detrás está el mismo grupo editorial– coincide con otras novelas gráficas de muy reciente aparición, basadas en sucesos reales y que proyectan hechos del pasado en el presente: «Mandela y el general», de John Carlin y Oriol Malet, y «Homenaje a Catalunya», de Andrea Lucio y Jordi de Miguel a partir del libro de George Orwell.

Adaptación fiel

Es cierto que esta estructura ya está presente en la novela original, a la cual es escrupulosamente fiel, mucho más que las anteriores adaptaciones del libro a otros medios (por cierto, que la portada del cómic con el soldado republicano apuntando al lector, que adopta el punto de vista de Sánchez Mazas parece un obvio homenaje a uno de los planos más conocidos de la película). La novela gráfica también está narrada en primera persona por el personaje Javier Cercas, al cual José Pablo García viste con el aspecto físico del Cercas escritor. Y a lo largo de la historia se van sucediendo los personajes reales que también concurren en su referente literario, como Rafael Sánchez Ferlosio o Roberto Bolaño, y también otros ficticios, caso de la pitonisa Conchi. Y, por supuesto, el misterioso anciano Antonio Miralles.

El «Soldados de Salamina» dibujado también es, pues, muchas cosas al mismo tiempo. Por un lado, un artefacto de estructura circular sobre la creación y el hecho de escribir –la novela era absolutamente metaliteraria– en el que las pesquisas del protagonista son el libro en sí mismo. Por otro, un viaje a una tragedia del pasado cuyas sombras continúan estando (y tal vez esto se percibe últimamente con especial fuerza). Y, sobre todo, una ambigua reflexión sobre la necesidad de crear héroes para encontrar un sentido a la violencia; en su día, el mismo Javier Cercas puso como uno de los referentes del texto el magistral «western» de John Ford «El hombre que mató a Liberty Valance», aquella película en la que se dice «esto es el Oeste, señor. Cuando la leyenda se convierte en un hecho, se escribe la leyenda».

El gran mérito de José Pablo García es que consigue conjugar todos estos aspectos de forma diáfana y fluida, con un ritmo trepidante que lleva a devorar sus páginas, combinando el rigor documental con la ligereza costumbrista.