En solfa: Sustituciones
Caballé, Domingo y Carreras cosecharon grandes ovaciones como sustitutos: tengan paciencia cuando haya que reemplazar a una figura
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Las sustituciones de artistas son algo muy frecuente en el panorama sinfónico y operístico. Unas veces por enfermedad y otras por razones no elogiables, como una oferta mejor en las mismas fechas. Abundan los certificados médicos en el primer caso y el segundo se descubre cuando, más tarde, el artista aparece en un lugar con mayor proyección. Estamos acostumbrados a que antes de un espectáculo se nos anuncie, desde el escenario o por megafonía, que tal cantante ha sido sustituido por otro ante una enfermedad. Esto sucede cuando el cambio surge en el último momento. En ocasiones los teatros se las ven y desean para encontrar una solución. Ahí está el caso de Ileana Cotrubas cuando sustituyó en el último momento a Mirella Freni en una «Boheme» de la Scala. Tuvo que llegar al teatro escoltada por la policía, que la abrió camino desde el aeropuerto. Salió al escenario sin ensayar y a los quince minutos de subirse el telón. Así consolidó su carrera.
Estos casos se hayan bastante regulados y las organizaciones que los sufren tienen varias formas de reaccionar. Algunas veces rematadamente mal, como en la gala que hace años ofreció el Teatro Real en homenaje a Alfredo Kraus del 2000 tras el fallecimiento del tenor. Fue penoso como se efectuó la cancelación de un anunciado Luciano Pavarotti y, de hecho, el incidente acabó costándole el cargo al entonces director del teatro. Muchas organizaciones ofrecen a quienes han adquirido las entradas la devolución de su importe, mientras que otras hacen mutis por el foro y prefieren solucionar las quejas individualmente con posterioridad.
El problema es más complejo cuando la sustitución se refiere a un artista que viene dentro de un paquete adquirido a una agencia musical por la entidad donde tendrá lugar la ópera o el concierto. En estos casos lo habitual es que tal incidencia se refleje en el contrato entre ambas organizaciones de forma que, en caso de tal incidencia, el artista pueda ser sustituido por otro de acuerdo entre ambas partes. También se puede pactar la cancelación del espectáculo u otras alternativas. Lo importante es que se respete lo firmado.
En cualquier caso, es algo que puede afectar mucho en las expectativas del público pero, también es verdad que, a veces, éste puede llevarse sorpresas muy agradables y así nacen las ocasiones en las que desconocidos saltan de golpe a la fama. Recordemos a Montserrat Caballé cuando sustituyó a Marilyn Horne en el Carnegie Hall en 1965 en una ya célebre «Lucrecia Borgia». También fue el caso de Plácido Domingo en el Met neoyorquino en una «Adriana Lecouvreur» en 1968 o también el de José Carreras en Munich, diez años más tarde, con una «Tosca». Ya conocen la carrera de los tres y no saben las ovaciones que cosecharon en aquellas noches. Por eso el público ha de ser paciente y las entidades musicales tratar de que los sustitutos tengan altura. La sangre no tiene por qué llegar al río.