Steven Spielberg: «Si pudiera viajar al pasado volvería a los años 60»
Adapta la novela de ciencia ficción de Ernest Cline, una distopía en la que hay múltiples guiños a las series y películas de la década de los 80
Adapta la novela de ciencia ficción de Ernest Cline, una distopía en la que hay múltiples guiños a las series y películas de la década de los 80.
No fue precisamente el más popular de su clase, quién lo diría, ¿verdad? Judío, con acné y aspecto debilucho se convirtió en propicia diana para los insultos y burlas de sus compañeros de clase. Eso le hizo en parte abstraerse, refugiarse en su propio mundo y crearse una realidad paralela producto de su fructífera imaginación. En ella se cobijó hasta que decidió dar un paso al frente y olvidar temores de antaño. Fue, en definitiva, un ciclo de tensión que acabó resolviendo con el tiempo, algo recurrente en todos sus filmes.
Steven Spielberg está considerado como uno de los pioneros de la nueva era de Hollywood. Es, qué duda cabe, uno de los cineastas más respetados y aclamados internacionalmente. Su carrera se extiende a lo largo de más de cuatro décadas con filmes que abarcan las más dispares temáticas. Desde «E.T.» (1982), donde medio mundo se enamoró de aquel entrañable ser, pasando por «Encuentros en la tercera fase» (1977) y «Tiburón» (1975), filme del que años después se arrepintió por la mala fama que había dado a los escualos. Es y ha sido una referencia para decenas de directores que ahora triunfan en la meca del cine como el oscarizado Guillermo del Toro, Paul Thomas Anderson y JJ Abrams.
Poco después de llevar a escena «Los papeles del Pentágono» regresa con «Ready Player One», que nos transporta a un futuro distópico y que está basado en un libro de Ernest Cline lleno de referencias a videojuegos y de temática ochentera. La cinta está protagonizada por Tye Sheridan y Oliva Cooke.
–«Ready Player One» contiene gran cantidad de guiños a los años ochenta. ¿Qué es lo que más echa de menos de esa década?
–Una cosa que echo bastante de menos de aquellos años es que estábamos bastante menos pendientes de la política de lo que lo estamos hoy ahora. El cine, la música y, en general, el estilo de vida resultaba tener más interés que la política. No estoy queriendo decir con esto que desde el punto de vista político no estuvieran ocurriendo cosas clave y de gran importancia en el mundo y particularmente en EE.UU., pues gobernada Ronald Reagan, el primer actor que se ha convertido en presidente en EE.UU. Sin embargo, si echas la vista atrás, el político no es lo primero que se te viene a la cabeza y si lo recuerdas es solo como el actor que se convirtió en presidente. Creo que la cultura y el arte superaron cualquier otro tipo de asunto político.
–¿No comparte la idea de que la política deba estar en el centro de todo lo que hacemos?
–Desgraciadamente se ha convertido en el mayor espectáculo, del mundo y estoy intentando no reírme mientras te lo digo.
–¿Hubo algún momento durante el rodaje donde se dijo eso de «no me puedo creer que este haciendo esta película»?
–Existen dos tipos de interpretación para los protagonistas de este filme: el mundo real, donde pueden ser tan sutiles como quieran, y Oasis, el virtual en el que mediante la técnica del «motion capture» su actuación puede convertirse en tan exagerada como ellos deseen. No quiero utilizar la palabra sobreactuar, pero aquí digamos que sí está permitido exagerar y teatralizar su rango interpretativo, pues así los animadores pueden interpretar mejor las emociones y expresiones faciales. Es un poco pasar de la actuación del método al kabuki.
–El libro en el que está basado el filme está plagado de referencias y nostalgia por la los ochenta. ¿Hay alguna década por la que sienta una especial nostalgia?
–Los años sesenta, quizá porque soy mayor que casi todo el mundo que ha trabajado en el filme (risas) y mis recuerdos se ciñen más a esa época. Es el momento que fui a la universidad, el mundo estaba cambiando radicalmente. Se vivió una época de grandes avances en lo que a derechos civiles se refiere, se asesinó a un presidente y al líder Martin Luther King; sobrevino la crisis de Cuba, que casi nos llevó a la mayor de las catástrofes... Fue una década muy traumática. A ella volvería si tuviera la oportunidad de viajar en el tiempo.
–¿También le parece que fueron años interesantes en lo que se refiere a cultura popular y música?
–El año 1968 fue increíble en lo que a películas se refiere. En esa cosecha hay títulos como «Easy Rider», «Bonnie & Clyde», «El graduado». Fue un año en el que Hollywood dio cabida al cine independiente. Es realmente cuando el cine «indie» nació.
–¿Considera que tenemos más libertad ahora que entonces?
–Creo que hay más actualmente. Considero que las redes sociales te brindan una exposición y unas oportunidades que entonces no teníamos. Los ochenta fueron clave para el paso de lo analógico a la era digital, que nos ha traído innumerables oportunidades para tener un mayor conocimiento del mundo. En «Ready Player One» podemos ver cómo Oasis te brinda ese acceso increíble a toda la información que desees, así como al mundo de los videojuegos, del entretenimiento. Te ofrece al tiempo la oportunidad de contactar con gente que vive en la otra punta del planeta, aunque no todo son ventajas, pues las mentiras y los engaños están bastante presentes en las redes.
–¿Usted las utiliza?
–No.
–¿Habla en serio?
–Por supuesto. No tengo tiempo. No sé de dónde sacaría los momentos para escribir en Face-book o en Twitter. Si empiezo a escribir tuits y después me mantengo en silencio durante un tiempo seguro que hay gente que se decepcionaría, así que prefiero directamente no tener presencia en ninguna red social. Si no trabajara tanto seguramente podría hacerlo; sin embargo, si tengo que elegir me decanto por utilizar mi tiempo en lo que quiero, que son mis películas.
–Trabaja porque le gusta no porque tenga necesidad, ¿no es así?
–Exacto. Me encanta lo que hago y por eso sigo.
–¿Qué le motiva a continuar en el mundo del cine?
–Soy una persona muy compulsiva. Reacciono a un estímulo y después actúo sobre la reacción. Cada vez que dirijo elijo de manera intuitiva y no me lo cuestiono. De momento me ha funcionado bien. Me muevo por impulsos. Si me hubiese parado a analizar el motivo por el que rodar «Ready Player One» me habría topado con mil excusas para no hacerlo. Las dudas las borro de mi trabajo.
–El hecho de crear otros universos mediante el cine ¿tiene que ver con cómo fue su niñez?
–De niño no estaba nada conectado con la sociedad. Solo deseaba evadirme, irme con mis amigos al cine, ver la televisión, jugar a que éramos unos personajes imaginarios. En ese aspecto si te puedo decir que yo no pertenecía a la realidad que me rodeaba, que estaba ahí, pero yo no me implicaba. Cuando me hice adulto y puso rumbo a la universidad, me casé y empecé a tener hijos senté los pies en la tierra de forma muy abrupta porque no tenía otra opción. Sin hijos la vida es diferente, pero cuando van llegando... Se te pasa por la cabeza un sentimiento como que eres la única persona en le mundo con esa responsabilidad. Imagino que todos los padres sienten lo mismo. Mi vida tomó oro cariz y los temas que me interesaban empezaron a cambiar.