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Teatro Real

Strauss, el "Capriccio"del Teatro Real

Entre el 27 de mayo y el 14 de junio, el Teatro Real acogerá nueve funciones de la que fue la última ópera del compositor alemán

La ópera "Capriccio"estará en el Teatro Real desde el 27 de mayo hasta el 14 de junio
La ópera "Capriccio"estará en el Teatro Real desde el 27 de mayo hasta el 14 de juniolarazon

Entre el 27 de mayo y el 14 de junio, el Teatro Real acogerá nueve funciones de la que fue la última ópera del compositor alemán

Stefan Zweig inspiró con sus palabras. Sus textos, obras e ideas fueron seguidas -también perseguidas- durante mucho tiempo. En "El mundo de ayer", su obra autobiográfica póstuma, consideró la cultura europea como algo que se estaba perdiendo. Pero aquello fue durante una época convulsa de la historia: en pleno auge de la Segunda Guerra Mundial y de la toma de occidente por parte de la Alemania nazi. En aquella época, aún creyendo en esta pérdida, algo que caracterizaba al escritor era el mantenimiento de la esperanza. Y una prueba de ello, entre otras, fue "Capriccio". La ópera se estrena el próximo 27 de mayo en el Teatro Real de Madrid, toda una novedad no solo por ser la primera vez que esta obra llega a este escenario, sino también porque se trata de una nueva producción, de la mano del director de escena Christof Loy y del director musical Asher Fisch.

El libreto que Richard Strauss hizo en colaboración con Clemens Krauss en 1941 surgió de una idea original de Zweig. A partir de "Prima la musica e poi le parole", una ópera breve de Antonio Salieri y Battista Casti, el escritor austríaco sugirió a Strauss que hiciese una obra en torno a una pregunta: "¿Qué es más importante, la palabra o la música?". Según explica Loy, que aún siendo gran conocedor de la obra de Strauss aborda por primera vez "Capriccio", "esta reflexión sobre lo que fue más importante en su carrera artística no tiene respuesta".

En la obra, la protagonista -la condesa Madeleine- tiene su corazón dividido en dos hombres: un poeta y un compositor. Y debe elegir. En esa decisión hay un paralelismo en cuanto a la elección entre palabra y música por parte del compositor. Tal como dice la condesa, "si hay que elegir entre dos, uno siempre pierde". "Y Strauss no quiere elegir porque no quiere perder", continúa Loy, "de hecho, siempre ha encontrado inspiración en el drama y hay una época en su vida en la que dice que, sin el impulso de la palabra, no puede componer".

El Teatro Real encara la recta final de la temporada 18/19 con tres óperas a la vista: "Capriccio", "Il Trovatore"y "Giovanna d'Arco". La primera tendrá nueve funciones que, hasta el 14 de junio, pondrá sobre el escenario un elenco también debutante en sus respectivos papeles: la soprano Malin Byström dará vida a la refinada condesa Madeleine, los barítonos Josef Wagner y André Schuen al conde y a Olivier, respectivamente, mientras que el tenor Norman Reinhardt interpretará a Flamand y el bajo Christof Fischesser a La Roche. Tal como explica Fisch, "es un elenco fantástico con gran pronunciación en alemán", junto a la Orquesta Titular del Teatro Real que "no adquiere todo el protagonismo como en otras obras, sino que acompaña de forma recitativa a la puesta en escena", afirma el director musical acorde a cómo Strauss definió esta ópera: "Una obra conversacional".

Esta ópera trae numerosas novedades. Además de las ya citadas, ofrece una gran acción desde el punto de vista vocal. Sobre todo, para el papel de Byström, para quien lo más difícil “es la resistencia del personaje, porque hay que llegar hasta el final cantando casi durante toda la obra", confiesa la soprano. Por otra parte, "Capriccio"aborda una serie de conflictos que se pueden extrapolar a la actualidad, e incluso al interés de los más jóvenes. "Creo que les encantaría", puntualiza Loy, "tenemos un elenco muy joven y este público se identificaría muy bien con los conflictos que aborda la trama".

Se trata de un conjunto de sentimientos, de humor mezclado con la dificultad de tomar decisiones, de esos momentos que suponen un punto de inflexión en nuestro pasado, presente y futuro. Una elección que, al final, puede desembocar en una situación en la que la palabra y la música no compiten, sino que resuenan en armonía.