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También se fue Udo Jürgens

La Razón

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No es la primera vez que sucede, ni será la última, que el fallecimiento de alguien muy popular ensombrece el de otra persona quizá de aún mayor relevancia. La popularidad va además por zonas. El pasado domingo nos dejaba Joe Cocker y la prensa no escatimó espacio para contarnos quién fue el cantante inglés, y es que en España muchos recordamos «With a LittLe Help From My Friends». De hecho, mi amigo Beckmesser tituló así uno de sus más ácidos artículos. Sin embargo, ese mismo día también murió Udo Jürgens, artista enormemente famoso en la Europa central. A la música seria se puede llegar por muchos caminos. Los tres tenores sostuvieron que cantar arias y canciones en escenarios multitudinarios podía atraer al público a la ópera. Aún más tiempo atrás es lo que intentaban los grandes cantantes líricos cuando participaban en el «Ed Sullivan Show» de la televisión americana. Las canciones de Jürgens ayudaron a muchos a comprender la música clásica y aficionarse a ella. Fue una figura habitual en el Festival de Eurovisión en aquella década de los sesenta en la que el certamen alcanzó su mayor relevancia. En 1964 se alzó con el triunfo una jovencita italiana –«agua y jabón» la llamaban– de dieciséis años. La Gigliola Cinquetti de «No tengo edad» dejó atrás a «Warum nur, Warum» del austriaco, quien se acompañaba él mismo al piano, instrumento que aprendió en el Mozarteum salzburgués. La canción estuvo en los primeros puestos de las listas de superventas en Inglaterra y EE UU. Repitió al año siguiente con una preciosa melodía –«Dale recuerdos míos», todas las cantó también en español– y a la tercera fue la vencida: con «Merci, Chèrie» en 1966. Hubo muchos éxitos a lo largo de su carrera desde 1961. Algunas de carácter muy popular, como «Vino griego», y otras, como «Con 66 años» al estilo de «My Way» de Sinatra. En 1988 presagió el final de la Guerra Fría en su «Moscú-Nueva York». También compuso música para el cine y se le consideraba como una de las personas más acaudaladas del mundo del espectáculo, además de todo un clásico en Centroeuropa. «El moralista del piano», como algunos le apodaron, compuso más de mil canciones y vendió más de cien millones de discos.
Herbert von Karajan asistió a uno de sus multitudinarios conciertos en 1979 y le propuso inútilmente que interpretase a Danilo en «La viuda alegre» de Lehar. Quizá él hubiera aceptado la «Rhapsody in Blue», pero Karajan no se atrevió a tanto. «En la vida real» es el título de un último cd y la gran gala de su setenta cumpleños en los que colaboraron Lang Lang y Carreras entre otros. Falleció de un infarto paseando por un pequeño pueblo suizo en el que descansaba en la mitad de una larga gira. Quien escribe conserva con cariño sus discos de los años sesenta.

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