Cultura

Crítica de teatro

“Despierta”: De aquellos polvos, estos lodos ★★★☆☆

Ana Rayo firma y protagoniza "Despierta", en el Teatro Español
Ana Rayo firma y protagoniza "Despierta", en el Teatro EspañolJesús Ugalde

Autora: Ana Rayo. Directora: Natalia Menéndez. Intérprete: Ana Rayo. Teatro Español (Sala Margarita Xirgu), Madrid. Hasta el 31 de octubre.

Para reconciliarse con su propia biografía, salpicada de traumas que fueron germinando en el seno familiar y también en el entorno social, y para exorcizar, por tanto, sus propios demonios –como todos intentamos hacer seguramente en algún momento de nuestra vida–, la actriz Ana Rayo ha dado el salto a la dramaturgia con este monólogo sobre su pasado, y sobre su presente, que está interpretado con valentía por ella misma y en el que hay un manifiesto homenaje a la figura de su madre, la cual funciona en la obra, aunque no aparezca, prácticamente como un personaje más.

El argumento de “Despierta” es sencillo: enfundada en su propia piel, Rayo viaja al pasado, abierta en canal, para contar al espectador –sin renunciar nunca al humor y a la ironía– cómo fue la vida matrimonial de su madre en la asfixiante y machista posguerra, y cómo ella, fruto de esa herencia, fue desarrollándose luego como persona y relacionándose con el mundo. Lo curioso es que, desde el punto de vista puramente artístico, lejos de lo que cabría esperar de una función autobiográfica cuya trama está jalonada de episodios dramáticos y emocionalmente gravosos, el monólogo interesa en realidad mucho más en la forma que en el fondo.

Desde luego, sería de necios cuestionar la importancia que han tenido para la propia Rayo los acontecimientos que expone; pero, literariamente, la autora no logra trascender la experiencia personal. Para ello sería necesario una mayor hondura en las reflexiones que se derivan de esa experiencia, y que se filtran de vez en cuando en el texto, o bien, si la naturaleza de la obra fuera otras distinta a la que aquí se nos muestra, una expresión más retórica, más puramente poética.

Afortunadamente sí hay una formidable poesía, sugerente y cargada de simbolismo, en la manera en la que han sido concebidos el espacio escénico, la luz y el vestuario, firmados respectivamente por Alfonso Barajas, Juanjo Llorens y Lorenzo Caprile. Y hay asimismo un inteligentísimo trabajo de dirección de Natalia Menéndez, que no deja un instante de ajustar, con encomiable destreza, el tono, el ritmo y el movimiento del espectáculo, ayudada en esta última labor por la coreógrafa Mónica Runde. El resultado es un auténtico carrusel teatral, construido con un lenguaje escénico repleto de texturas y matices, en el que Rayo, estupenda en su faceta de actriz, es capaz de colocar cómodamente al espectador para que disfrute hasta el final de su relato.

Lo mejor

El juguetón y dinámico lenguaje escénico en el que está expresada la obra.

Lo peor

El intento de la autora de ofrecer una visión generacional a partir de lo personal no es muy riguroso.