La cárcel fuera de la cárcel
La dramaturga Carolina África cuestiona los estigmas de las prisiones en una pieza creada a partir de un voluntariado con presos que se levanta ahora en el Teatro Valle-Inclán
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Nunca se olvida la primera vez que se entra a una cárcel. Carolina África tampoco se lo quita de la cabeza. «Me transformó», asegura de lo que fue un voluntariado en la prisión de Valdemoro. Llegó para dar una charla «a unos chavales de un módulo que iban a montar una función», añade, y se dio de bruces con todos los prejuicios que llevaba a cuestas. Era 2016, estaba dentro del proyecto LOVA (La Ópera como Vehículo de Aprendizaje) para explicar qué era ser dramaturga, y aquello iba a ser el germen de El cuaderno de Pitágoras, la pieza que estrena el martes (hasta el 20 de febrero) en el Centro Dramático Nacional.
Aquella primera impresión de África ha quedado plasmada en los personajes. Las sensaciones físicas, el frío, los olores... Todo lo que sintió la autora está ahora en la pieza. «Me recordaba al colegio de monjas. Mi cuerpo quería salir corriendo y gritar» de ese lugar que define a medio camino «entre el colegio y el servicio militar». Todo lo que tenía delante la superaba: de las caras curtidas y castigadas a una arquitectura gélida, «para cagarse», puntea Manolo Caro, actor, sobre una estructura diseñada para «un aislamiento estratosférico». Recuerda la dramaturga cómo, en dos horas y media, pasó del «shock» al dinamismo: «La cabeza me iba a mil por hora, tenía mil preguntas».
No ha dejado de ir desde entonces y, asegura, que «cada día tengo más preguntas y menos respuestas»: «Me hizo darme cuenta de que las cosas que nos unen son más de las que nos separan. Las circunstancias que uno ha tenido en la vida trazan una línea muy delgada para estar en un lado u otro». Es por ello que África ha querido «hacer los muros de la cárcel un poco más delgados» y hacerlos permeables para hablar de los sentimientos, las familias y las historias desgarradoras de los presos. Entre la ristra de cuestiones, El cuaderno... lanza algunas como que si las emociones tienen cabida en ley o si para un niño es mejor la libertad o, por el contrario, tener la figura materna cerca. Dudas que le surgieron al equipo y que ahora ponen sobre el escenario del Valle-Inclán antes de emprender la gira por España.
Las historias del texto, pese a ser ficción, están inspiradas en hechos reales y nacen de los años de voluntariado, «pero también se han elaborado a partir de entrevistas con familiares y colaboradores de distintos colectivos que trabajan en diferentes cárceles», presentan de la sinopsis de este grupo de reclusos que participa en la elaboración de una obra teatral que culminará con la exhibición final del espectáculo –íntegramente creado por ellos– ante sus familiares. El registro de todos esos ensayos en una especie de diario de navegación dará título a esta historia que se intercalará con otras como la lucha por volver a construir una vida digna en libertad y el esfuerzo por sacar adelante a las familias en circunstancias especialmente complejas y dolorosas.
Paqui (Nuria Mencía) y Furia (Caro) serán los protagonistas de este cuento «coral», dicen, «donde cuestionaremos el concepto de reinserción social analizando las dificultades, prejuicios y estigmas a los que se enfrenta todo aquel que haya cumplido o esté cumpliendo una condena».
- Dónde: Teatro Valle-Inclán, Madrid. Cuándo: hasta el 20 de febrero. Cuánto: 25 euros.