“337 km”: El mundo Asperger sin moralina ★★★★☆
La pieza cuenta la obligada convivencia –y el paulatino acercamiento entre ellos– de un chaval de nueve años y su padre
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Autor: Manuel Benito. Director: Julio Provencio. Intérpretes: Néstor Goenaga, Alicia González/Lidia Navarro y Clemente García. Teatro Quique San Francisco, Madrid. Hasta el domingo.
Pocas veces tiene uno la oportunidad de ver en los teatros una función que esté enfocada a un público adolescente y que no trate a ese público como si fuera idiota. Solo por eso, merecería ya un sonoro aplauso esta obra escrita por Manuel Benito y dirigida por Julio Provencio en la que también se advierten otros aciertos dignos de ser tenidos en consideración. Uno de ellos, desde luego, es la ausencia total de moralina, algo infrecuente hoy, por desgracia, cuando se abordan en los escenarios temas sociales, y algo casi insólito si lo que se quiere, además, es llamar la atención de los más jóvenes sobre esos temas. Esa honesta mesura en el tratamiento del asunto permite, por otra parte, que también los adultos puedan ver el espectáculo en su asiento sin tener esa sensación, habitual en otras representaciones de índole parecida, de que la cosa no va con ellos.
337 Km, que así se titula la obra, cuenta la obligada convivencia –y el paulatino acercamiento entre ellos– de un chaval de nueve años con síndrome de Asperger y su padre, un hombre que sabe que no ha hecho demasiado bien las cosas con su hijo y que ahora dispone de una segunda oportunidad para aprender a comunicarse con él.
Benito ha urdido una historia sencilla, sin estúpidas pretensiones, que cumple a la perfección el objetivo de reflejar, para comprenderla mejor, esa particular manera de razonar y sentir que tienen las personas Asperger. Provencio aprovecha con astucia la corrección formal y la fluidez que ya ofrece el texto –solo hay algunos diálogos, sobre todo al principio, un poco reiterativos– para idear una eficaz y dúctil puesta en escena, con muy pocos elementos, acorde a esa espontaneidad que trasluce el propio conflicto dramático. En el reparto, Lidia Navarro y Clemente García quedan un tanto ensombrecidos esta vez ante el trabajo tan difícil y bien resuelto que hace el joven Néstor Goenaga en la piel del niño Asperger.