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“Los farsantes”: El artisteo y su falsa trascendencia ★★★★☆

Aunque no sea su obra más redonda, Pablo Remón hace gala de un ingenio y un sentido de humor extraordinarios a la hora de combinar sátira y ternura
Luz Soria
La Razón

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Última actualización:

Autor y director: Pablo Remón. Intérpretes: Bárbara Lennie, Javier Cámara, Nuria Mencía y Francesco Carril. Teatro Valle-Inclán, Madrid. Hasta el 12 de junio.
Hija de un director de cine de culto que tuvo escaso éxito, aunque goza de buena reputación y estima en los círculos profesionales, Ana Velasco intenta abrirse un hueco en el mundo actoral mientras se gana el pan dando clases de pilates y trabajando en espectáculos infantiles de escasa calidad. Por su parte, Diego Fontana, que fue compañero del padre de Ana, es un director muy comercial que aspira a hacer una película que le satisfaga de verdad en el plano puramente artístico. En torno a estas dos historias paralelas y conectadas, ha vertebrado Pablo Remón Los farsantes, una obra sobre la creación artística que guarda cierto parecido, en algunos aspectos, con otro trabajo anterior suyo: El tratamiento.
Aunque no sea su obra más redonda, de nuevo Remón hace gala de un ingenio y un sentido de humor extraordinarios a la hora de combinar sátira y ternura en esta aproximación teatral a su propio oficio y al mundo de sueños en el que se sustenta. La quimera que puede llegar a ser convertirse en actor, autor, director o cualquier otra clase de artista es el gran tema que nutre una función a la que le falta un poco de chicha conceptual y le sobran escenas y personajes. Ciertamente, la poetización de esos sueños y de las personas que los persiguen, que es la única arma que quiere esgrimir esta vez el autor y director, no termina de justificar las dos horas y media, aproximadamente, que dura el espectáculo. Hubiera sido necesario para ello enriquecer psicológicamente los caracteres y ahondar más en los conflictos que los atraviesan. Lo que pasa es que Remón nunca aburre: sabe dialogar tan bien, con tanta gracia y agilidad, que uno se zampa en su butaca cualquier cosa suya tan a gusto. Lo menos bueno de él está muy por encima de lo mejor de otros muchos.
Además, la obra cuenta con un reparto excepcional: Nuria Mencía y Bárbara Lennie están bien, y Francesco Carril y Javier Cámara están mejor aún. Si a eso le sumamos que esta vez el producto tiene el exquisito envoltorio de una gran producción, pues miel sobre hojuelas. En este sentido, cabe destacar especialmente la escenografía de Mónica Boromello, que compartimenta el espacio con atmósferas y estilos radicalmente diferentes, y la iluminación de David Pizcazo, acomodada a la perfección a la diversa naturaleza de esas atmósferas.

Lo mejor

La sensata, tierna y bonita reflexión de fondo en torno a lo sobredimensionada que está la creación artística.

Lo peor

Que un actor tan bueno en teatro como ha demostrado ser Javier Cámara se deje ver tan poco por los escenarios.