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Acalorados por Pardo Bazán

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Lo de Pedro Víllora con «Insolación», la novela de la gallega, fue un flechazo.
Sorprende descubrir un alegato feminista tan moderno en el discurso de Emilia Pardo Bazán de mano de su novela «Insolación», aunque quizá no tanto si se conoce la trayectoria vital e intelectual de la escritora como vindicadora del papel social y político de la mujer. Adaptada al teatro por Pedro Víllora y, tras un año de rodaje por España, se estrena ahora en el CDN, teatro María Guerrero. Suyos son el proyecto y la versión: «Estaba enamorado de la novela. La leí por recomendación de Ana María Matute y quedé obsesionado desde entonces». En su época fue escandalosa. El tema escabroso de la distinta moral sexual para hombres y mujeres hizo que algunos la tacharan de pornográfica. Incluso intelectuales como Clarín o Pereda vertieron serias críticas contra ella. Francisca de Asís Taboada, marquesa viuda de Andrade, gallega como la autora, vive en un Madrid de finales del XIX, donde las tradiciones y el conservadurismo de la aristocracia generan un clima asfixiante. Allí conoce a Diego Pacheco, gaditano, de buena sociedad y con fama de conquistador. Andrade se deja seducir. Acude con él a la pradera de San Isidro donde bebe, baila y se enamora. Se deja llevar por su pasión y sus instintos, pero su clase social, su educación y las normas establecidas hacen que se resista, que niegue lo que su corazón le pide. Ése es el conflicto de la obra. Ante lo incorrecto de su proceder, se dispone a regresar a Galicia, pero, finalmente, decide dejar de plegarse a la moral de su entorno y, no sólo se entrega sin miedo al placer sexual, sino que lucha por intentar ser protagonista de su propia historia.
«Nacionalista literario»
«Cuando Celestino Aranda me propuso un proyecto –comenta Víllora–, le ofrecí ‘‘Insolación’’ por mi amor a la literatura española –soy un ‘‘nacionalista literario’’– y por la defensa que hace de la mujer. Él quedó entusiasmado con esta historia de vindicación femenina que quisimos que fuese un homenaje a Miguel Narros y a su equipo de colaboradores, que también es el mío. La obra transcurre en seis días y está sintetizada en cuatro personajes y en acciones muy claras y muy concretas sin tiempos muertos. He intentado que se entendiese bien y para ello me he apoyado en otros escritos suyos. El texto de la novela no es tan explícitamente feminista como el de teatro. Quería actualizarlo para un público del siglo XXI y para ello me he inspirado en su personaje, pero también en su propia vida, en su fuerza», explica. «Fue la primera catedrática, la primera miembro del Ateneo, y quiso ingresar en la RAE. Luchó por que las mujeres tuviesen la misma consideración que los hombres. En 1889, año en que apareció “Insolación”, publicó en Londres una serie de artículos titulados “La mujer española”, donde desarrollaba más su discurso feminista, la dificultad para acceder a la educación, al trabajo y para ser ellas mismas, y esto me sirvió mucho. No he traicionado el texto, lo he puesto al día», afirma Víllora. «Para mí ha sido una suerte contar con María Adánez, que está maravillosa como marquesa, y con José Manuel Poga como Diego Pacheco. Ellos representan el norte y el sur. Pepa Rus es la Duquesa, Ángela y la Ventera. Tres tipos de mujer de la época: aristócrata, criada y ventera, un ser libre y sin ataduras. Lo completa Chema León como Gabriel Pardo, el machismo y la doble moral española». La dramaturgia «está estructurada en seis jornadas que recuerda la del teatro clásico español. Quiero que haya una evolución a lo actual, pero basado en lo clásico. Una estructura realista donde es muy importante la primera escena y la última».
Para Luis Luque, su director, «no es sólo una historia de amor entre un hombre y una mujer, sino de amor a una misma, una defensa del derecho a elegir de ellas. La psique femenina expresa sus deseos sexuales, íntimos, se deja llevar por los instintos más que por las razones y esto fue lo escandaloso. Por esto se tildó de pornográfica. A las mujeres se les prohibía hablar de sexo, al menos entre la aristocracia. Era de clases populares. Es lo que la hace revolucionaria y adelantada a su tiempo. Reivindica el hedonismo, el disfrute de los placeres. La lucha de las mujeres por ganarse su lugar, no esperar que se lo dé el hombre de forma patriarcal. “Insolación” es una metáfora del amor –continúa–. El sol es pasión que entra y no puedes sino hacer caso a los sentidos. La vida sin sol es una vida sin amor. Pero es una comedia amorosa, no romántica en el sentido “donjuanesco”, aquí el héroe se redime».
Sobre la puesta en escena, Luque la ha planteado «con muchos espacios y al aire libre. Soy de vocación poética, minimalista, con pocas cosas para que el público imagine y con música original compuesta por Luis Miguel Cobo. Ocurre en una pradera aunque hay separaciones. Como director siempre me pliego al texto y defiendo la humildad ante él. Esto se lo debo a Miguel Narros, mi maestro, con el que trabajé». Y Víllora concluye: «Mi gran objetivo es que el espectador se reconozca en la obra y vea los problemas como suyos. Que diga cosas hermosas, pero sin pedantería, que emocione. El teatro es comunicación y, si no la hay, es tiempo perdido».

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