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Teatro

Adriano pone a Europa frente a la pérdida de su legitimidad moral

Beatriz Jaén traslada las 'Memorias' escritas por Marguerite Yourcenar al escenario, donde Lluís Homar se convierte en el emperador romano

Lluís Homar interpreta a un Adriano del siglo XXI
Lluís Homar interpreta a un Adriano del siglo XXIDavid Ruano

Beatriz Jaén se ciñe a la maestra, a Marguerite Yourcenar, para levantar la figura de Adriano. “La distancia de los siglos puede reducirse a nuestro antojo”, escribió la novelista en las “Memorias” del emperador nacido en Itálica, y ahora, la directora se abraza a esa misma frase para dar forma a un montaje en el que “pasado y presente se acercan más que nunca”.

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“Todo líder que quiera trascender más allá de su tiempo y quiera alcanzar la eternidad, ha de construir su propio relato. Más allá de una toga o un traje de chaqueta, Adriano, 19 siglos después, nos resulta actual como líder y alto mandatario pues en cuestiones de liderazgo hay muchas cuestiones que no han cambiado como la ambición o el posicionamiento ante un conflicto bélico”, presenta de una pieza que tras estrenarse en Mérida y girar por San Javier y Sagunt ya está en Madrid (Teatro Marquina), desde donde dará el salto al Arriaga bilbaíno, Valladolid, Barcelona...

Algo está pasando

A Jaén le duele especialmente el presente: “Por desgracia, algo está pasando. Nadie está haciendo nada por Gaza. La no respuesta de la Unión Europea va a traer consecuencias porque ha perdido la legitimidad moral. Si algo tenía era esa superioridad que le hacía centrarse en los valores ético, en reflexionar y en defender los Derechos Humanos –continúa–. Ahora, todo eso se ha puesto patas arriba y se han caído las máscaras ante un genocidio como el que estamos viendo en directo. Esto debería pasar factura. Hay millones de tragedias en todo el mundo, pero aquí estamos ante un Estado, que pensábamos que era de los nuestros, cometiendo un genocidio sin igual”.

La directora de estas 'Memorias de Adriano' (en el Teatro Marquina hasta el 12 de octubre), en las que el emperador toma el cuerpo de Lluís Homar, siente esta obra como “muy relevante” en 2025. “Cuando la leí pensé que este tipo de políticos todavía son posibles. Quiero pensar que la gente que no está en primera fila sí quiere que se impongan los valores humanistas y que tiene todas las ganas de hacer las cosas de otra manera”.

El referente claro es Adriano, uno de los “Cinco Buenos” que llevaron a Roma a su máximo desarrollo: “Quiero volver a oír eso que se dicen en la obra de que hay que darle la fuerza a los funcionarios, de que prevalezca la paz, del diálogo, de que no falten bibliotecas en las ciudades...”. Jaén no esconde que “los intereses económicos están ahí y que forman parte del juego”, pero también tiene claro que “se nos ha ido de las manos”. Espera fuertemente que “esta corriente nada humanista sea un periodo que vaya a terminar pronto porque de otra forma no sé dónde nos va a llevar”.

La crisis del pensamiento político

Señala la directora hacia la crisis del pensamiento político: “Es un hecho con el que convivimos y que nos aboca a unos debates cada vez más pobres en ideas y con unos líderes que incluso se jactan de poco humanistas y usan los medios de comunicación como espacios performativos en busca de notoriedad. Es todo una gran ficción. La ficción del poder. Resulta difícil encontrar espacios de calidad para la reflexión y el diálogo”.

Es por ello que la función apuesta por reivindicar a la propia Yourcenar. “Sienta bien”, afirma de una mujer que “engrandece el pensamiento y aviva el alma. Nos recuerda que una manera distinta de pensar y 'pensarnos' aún es posible”.

En este Adriano aparece esa otra manera de hacer, pero también sus contradicciones, “como tenemos todos”, apunta. “Es bonito verle entre dos aguas porque vuelve al personaje más humano y nos hace ver que no solo habitamos en la luz. Todos tenemos muchos agujeros negros. Lo que debemos es ser conscientes de ello y cuestionarnos permanentemente”.

De Roma a un despacho

Con todo ese pensamiento, 'Memorias de Adriano' traslada el gran emperador romano a un despacho presidencial en forma de monólogo. A su alrededor, pululan los asistentes que nunca llevan la contraria al líder. Y entre ellos, en ese juego del coro clásico, estará el personaje que dinamita la acción, Antino, “el joven amor de Adriano”, resume Jaén. La obra se centra en esa relación y en cómo la memoria arrasa por completo el despacho.

El dilema de este Adriano contemporáneo estará en ver sobre qué manos deposita su legado. “Es un líder político de hoy que tiene que nombrar a un sucesor”. Se acerca su final y aprovecha para recordar su paso por el poder. El protagonista “se adentra en sus propias vivencias para hacer un ejercicio de memoria con el que construir su historia de vida. Y quien hace memoria, lo quiera o no, algo ficciona y lo teatral se abre hueco”.

Son las líneas maestras de un montaje que adaptado por un Brenda Escobedo que presenta su trabajo como “un reto”: “Nos alejaremos de llevar a escena un largo tren de pensamiento interno y volcaremos las memorias hacia ese espacio de conflicto entre la persona y el personaje, hacia las grietas que unen las verdades y las mentiras de una vida excepcional. El lenguaje lírico de Yourcenar mantendrá la esencia de su estructura: no inventaremos personajes, no encarnaremos el discurso de Adriano en otros actores, no cambiaremos episodios ni tampoco impondremos una interpretación malversada del personaje. Simplemente trasladaremos la memoria de las acciones en la acción de sus memorias”.