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Estreno

Calixto Bieito mira a los ojos del mal

El director presenta en España su versión del Ricardo III de Shakespeare que estrenó, en junio, en Buenos Aires

Joaquín Furriel convertido en Ricardo III, personaje que Bieito define como un «psicópata paranoico»
Joaquín Furriel convertido en Ricardo III, personaje que Bieito define como un «psicópata paranoico»Carlos Furman

Calixto Bieito (1963) habla de Basilea como lo hace el enamorado de su pareja. Una ciudad, dice, "profundamente humanista; una de las que más museos tienen por habitante", presume. Son ya quince años los que lleva residiendo en Suiza y no se cansa de un lugar en el que "la gente siente el arte como suyo: una de las últimas manifestaciones que hubo fue para que no se llevaran unos cuadros de Picasso. Además, aquí coges la bici o el tranvía y sin querer has atravesado tres países. Caminando llegas a Alemania".

El arte pictórico, la música, el teatro, las instalaciones... todo llena el corazón de un hombre, Bieito, que viene del barroco y el surrealismo español y que se refiere a Goya-Valle-Buñuel como la Santísima Trinidad. "Es un triángulo extraordinario".

Hablar con los muertos

Tiene todos los sentidos esperando empaparse de lo que se le cruce en el camino. Incluso aprovecha su residencia en Basilea para "conversar" con el teólogo Erasmo de Róterdam. O al menos, intentarlo, "pero no me contesta", ríe de su experiencia frente a la tumba de quien está enterrado en la catedral de la ciudad. Hasta allí que se llevó a Joaquín Furriel, aunque no hubo manera. El humanista siguió a lo suyo.

Y ante el vacío de Erasmo, ellos también siguieron su camino, el que les marca Sir William Shakespeare en 'La verdadera historia de Ricardo III', una versión libre de Adrià Reixach sobre el texto del Bardo que Bieito dirige y Furriel protagoniza en los Teatros del Canal desde hoy hasta el 9 de octubre.

Joaquín Furriel y Calixto Bieito, en un posado promocional
Joaquín Furriel y Calixto Bieito, en un posado promocional Carlos Furman

Un montaje en el que el autor inglés “advierte acerca de los peligros de la ambición y el poder y reflexiona sobre la oposición entre destino y libre albedrío”, presenta el programa de mano.

En esta ocasión, fue Furriel quien fue a buscar al de Miranda de Ebro: "Me llamó y acepté. No sabía qué iba a salir de ahí, pero dije que 'sí'", confiesa un director que regresa a Shakespeare tras haberlo levantado en inglés, alemán, sueco, castellano, catalán, francés y euskera.

Desembarca así en Madrid primero y en Bilbao después (16-19 de octubre) una función estrenada en Buenos Aires (Teatro San Martín) a finales de junio. "No ha habido entradas ningún día. Estuvimos tres meses porque no podíamos estar más, pero podíamos haber hecho seis meses", cuenta un director fascinado "por la escuela argentina de actores y el respeto al teatro y al arte. Es muy grande".

'La verdadera historia de Ricardo III" ha agotado entradas durante tres meses, en Argentina
'La verdadera historia de Ricardo III" ha agotado entradas durante tres meses, en ArgentinaCarlos Furman

Con esta colaboración Bieito-San Martín se ha dado forma a una pieza que tiene su origen en agosto de 2012, cuando en un estacionamiento de Leicester, debajo de un sector con una R marcada en el asfalto, son hallados los restos de Ricardo III. Como explican, "no es un lugar habitual para el enterramiento de un rey", pero es así como empieza esta historia. "Me produjo risa cuando me enteré", comenta Bieito de esta disección, no solo del turbulento y breve reinado de Ricardo, sino también de la maldad humana que, "consciente o inconscientemente, forma parte de nuestra naturaleza biológica y psicológica. Ricardo, deforme y maquiavélico, tirano y sanguinario, nos recuerda que el mal forma parte de nuestra vida diaria. Que el mal es inherente al ADN humano, que la maldad y la bondad anidan en el corazón del hombre. El infierno está vacío. Todos nuestros demonios están aquí".

De esta forma, Bieito asegura que se sumergió en un "viaje en el mal"... "Tan presente en nuestros días", suspira quien le pidió al actor "que no se inspirara en ningún personaje real. Sería muy sencillo agarrarse a ello y montar un panfleto. Joaquín lo ha sacado de sí mismo para crear a un psicópata paranoico".

El español es consciente de que "la historia siempre está manipulada. Se cambia y podemos llegar a creerla", advierte de un texto en el que Shakespeare "no podía haber puesto a Ricardo III como un fantástico rey porque los Tudor seguramente le hubieran cerrado el teatro". Aun así, afirma que no es una obra propagandística, sino que "trasciende del mismo modo que lo hace Mozart con su música".

Ya no hay vuelta atrás

En este ensayo teatral sobre el mal, Bieito afirma que "la gente esconde menos el mal. Hay un cambio de moral y de empatía". No tiene claro que deba suponer un cambio a peor, pero sí sostiene que "muchas veces es mejor verlo de frente", dice quien, por las mañanas, intenta no pensar en negativo: "Tengo dos hijos y no puedo dejar de ser pesimista por mucho que intente ser positivo. Es una lucha".

Aquel niño que creció entre Miranda y Bilbao teme ahora a unos demonios que entonces ni sospechaba. "No veía el mal". Hoy, sí: "Todo tiene varias caras. No creo que las nuevas tecnologías sean solo negativas y si lo son, ya no hay vuelta atrás. Es la Era Digital. ¿Que si lo llevamos dentro? Si tenemos en cuenta que el cáncer está en las células, entonces sí está en el ADN. El mal está cambiando: nunca me hubiera imaginado que iba a ver muriéndose a un señor lentamente en un hospital de Londres después de que lo hubieran envenenado".

Bieito pide regresar a los grises. Huir del mundo de blancos o negros: "No está a la moda porque no es una época de matices", lamenta. Y a su vez, sueña con que la tecnología nos permita conocer más el cerebro humano, "el gran desconocido". "Quizá así los neurólogos lleguen a saber dónde está el origen del mal", cierra el director.