Crítica de teatro

"Carmen, nada de nadie": A la sombra de Suárez ★★★☆☆

La figura de Carmen Díez de Rivera salta a los escenarios en esta curiosa obra escrita por Francisco M. Justo Tallón y Miguel Pérez García

Mónica López toma la forma de Carmen Díez de Rivera en la pequeña del Español
Mónica López toma la forma de Carmen Díez de Rivera en la pequeña del EspañolVanessa Rábade / Teatro Español

Autores: Francisco M. Justo Tallón y Miguel Pérez García. Director: Fernando Soto. Intérpretes: Mónica López, Oriol Tarrasón, Ana Fernández y Víctor Massán. Teatro Español (Sala Margarita Xirgu), Madrid. Hasta el 18 de febrero.

La figura de Carmen Díez de Rivera salta a los escenarios en esta curiosa obra escrita por Francisco M. Justo Tallón y Miguel Pérez García que ha reunido a un equipo de profesionales a los que tal vez, a priori, uno no asociaría en un mismo proyecto teatral.

Dirigida por Fernando Soto, la función pone en valor el papel que desempeñó en la historia de nuestro país la que fuera conocida como “la musa de la Transición”, una mujer de cuna aristocrática –interpretada aquí por Mónica López– que mantuvo un fuerte compromiso con los principios de la democracia y trabajó con denuedo para que esta pudiera consolidarse en España desde su alto cargo –insólito que pudiera ocuparlo una mujer en esos tiempos– de jefa de gabinete de Adolfo Suárez.

El propio Suárez (Oriol Tarrasón), el rey Juan Carlos I (Víctor Massán) y la madre de Carmen, Sonsoles de Icaza (Ana Fernández), son los principales personajes de una historia que se desarrolla al compás de los acontecimientos sociales y políticos que jalonaron ese periodo de apuntalamiento del estado de derecho. Las tretas para no enconar más de lo debido a los militares franquistas, las conversaciones con Carrillo para legalizar el PCE o el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha son algunos de los episodios que aborda una obra bien estructurada, interesante por su contenido, pero de poco fuste dramático. La función también toca algunos temas más personales de la protagonista, como el descubrimiento de que su padre verdadero era Ramón Suñer, pero no termina de profundizar demasiado en ellos desde un punto de vista teatral.

A pesar de la agilidad con la que ha montado y solapado Fernando Soto las escenas para buscar esa teatralidad que el texto le escamotea –pasando con plausible sencillez de la convención realista al espacio simbólico–, los autores han concebido su propuesta preocupándose más por lo informativo que por lo conflictual, de manera que tiene uno la sensación de estar viendo una especie de ‘crónica periodística representada’. La obra se ve con interés, desde luego, pero hay demasiadas palabras y demasiada información aclaratoria en los diálogos, a la vez que poca tensión puramente dramática –por más que se aborden asuntos graves- y poca exploración psicológica de los personajes. Esto último es especialmente llamativo en el caso de Suárez, que se nos presenta tan esquematizado que parece casi un pasmarote; poco logra aportar Tarrasón en su trabajo para sacarlo de ahí. Tampoco el estupendo y versátil Massán consigue esta vez destacar en un personaje tan desinflado como está aquí el del rey Juan Carlos. Un poquito más de complejidad y de solidez tiene el de Sonsoles de Icaza, lo cual es aprovechado al máximo por Ana Fernández en su composición. Pero quien tiene todo el protagonismo, y saca petróleo de donde no lo hay, es la siempre extraordinaria Mónica López, que carga de pulsión a Carmen Díez de Rivera y la hace bascular por distintos estados para dar a la historia el brío que, en realidad, la acción no está proporcionando.

  • Lo mejor: Hay buenos profesionales trabajando al servicio del espectáculo y eso hace que se vea con agrado e interés.
  • Lo peor: En la dramaturgia todo está bien colocado al servicio del relato, pero no se exprimen los conflictos verdaderamente dramáticos.