Teatro

«La discreta enamorada»: El deseo con guardainfante

Lluís Homar abre la temporada de la CNTC con una comedia de Lope de Vega que él mismo protagoniza

Nora Hernández interpreta a Fenisa en «La discreta enamorada»
Nora Hernández interpreta a Fenisa en «La discreta enamorada»Sergio Parra

En medio de una larga y movida gira que ya ha permitido ver el montaje a 17.000 espectadores, la nueva promoción de actores de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico hace parada en su sede de Madrid –el Teatro de la Comedia– para presentar y representar aquí «La discreta enamorada», una deliciosa comedia de enredo escrita por Lope de Vega hacia 1604. El propio Lluís Homar, director de la institución pública, se ha colocado al frente de la propuesta como director escénico y acompaña a la vez a sus nuevos pupilos en el reparto, dando vida al viudo capitán Bernardo. Él y Montse Díez, en el papel de Belisa, son los dos únicos veteranos de un elenco en el que hay otros 12 intérpretes tratando de buscar acomodo profesional en el complejo y hermoso paisaje del teatro en verso: Íñigo Arricibita, Xavi Caudevilla, Cristina García, Ania Hernández, Nora Hernández, Antonio Hernández Fimia, Pascual Laborda, Cristina Marín-Miró, Felipe Muñoz, Miriam Queba, María Rasco y Marc Servera.

Este último es, además, el autor de una partitura que tiene gran protagonismo en la propuesta de Homar y que se ha ido gestando en un trabajo de laboratorio durante los seis meses de formación que tienen dentro de la institución los artistas seleccionados. Los actores interpretan en directo las composiciones originales de Servera, que se enriquecen con la canción de Silvia Pérez Cruz «Vestida de nit».

La obra en cuestión cuenta los ardides de Fenisa, que es la discreta enamorada a la que el título alude, para conciliar su amor por Lucindo con el imperativo de casarse, por motivos sociales y económicos, con el padre de este, el ex militar Bernardo.

Igual que en otras comedias áureas, y muy especialmente en las que tienen su firma, Lope coloca en el centro del conflicto a una mujer cuya libertad individual, espoleada por el sentimiento amoroso, choca con el inamovible entramado social en el que se desenvuelve. Para Homar, «Fenisa es uno de esos personajes fascinantes que van a traer a las tablas algunos aspectos del comportamiento humano que no habían estado muy presentes en esos escenarios; especialmente el deseo». Y aclara: «Hablo de un deseo que evidentemente sigue necesitando del amor y del honor, de la aceptación de las convenciones sociales y morales. Un deseo con una fuerza inaudita que hará que nuestra protagonista se enfrente a todo lo que quiera impedir esa fuerza inevitable, vital y liberadora de sus potencias».

Difícil tensión

En efecto, es esa difícil tensión entre el individuo y la sociedad lo que nutre conceptualmente una obra que, por lo demás, se desarrolla dramáticamente con esa frescura y desparpajo tan propios del Fénix, lo que la convierte, según su director, en «una de sus grandes creaciones; una fascinante comedia con una profundidad y complejidad de caracteres inauditas».

El espectáculo, que después de verse en la Comedia seguirá su gira hasta que llegue al Festival de Cáceres en junio del próximo año, servirá para abrir en Madrid una temporada de la Compañía Nacional en la que de nuevo se conjugan los títulos clásicos de nuestro patrimonio con otras propuestas más contemporáneas –programadas generalmente en la pequeña sala Tirso de Molina– en las que los nuevos creadores tratan de revisitar los mismos temas bajo una óptica artística muy diferente.