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Teatro

España

«Fiesta, fiesta, fiesta»: El cosmos en un aula

«Fiesta, fiesta, fiesta»: El cosmos en un aula
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Autora y directora: Lucía Miranda. Intérpretes: Anahí Beholi, Huichi Chiu, Miriam Montilla, Ángel Perabá y Efraín Rodríguez. Teatro Español (Margarita Xirgu). Madrid. Hasta el domingo.

La programación teatral sigue siendo tan desconcertante como siempre en algunos aspectos. ¿Cómo es posible que esta función, tan elogiada por los pocos afortunados que han podido verla, agote todas las entradas con llamativa antelación y siga sin ser programada más de cinco días seguidos en Madrid? ¿No tendrían que estar rifándose las salas este caramelo que muchos espectadores están todavía desando probar sin haberlo conseguido? Creo incluso que debería haber un interés más claro por parte de los poderes públicos en que así fuera, dado que la obra tiene un utilísimo componente didáctico que está estrechamente vinculado a su condición artística. Porque «Fiesta, fiesta, fiesta» no es sino la escrupulosa radiografía, vistosamente coloreada en sus fidedignos trazos, de una escuela cualquiera hoy en España. La obra se convierte así en una fascinante herramienta para conocer en rigor, y para poder subsanar después, algunos problemas esenciales de nuestro preocupante y depauperado sistema educativo. Encuadrado en un género que está gozando en estos tiempos de muy buena salud, como es el teatro-documental, el texto de Lucía Miranda está elaborado a partir de entrevistas con profesores, alumnos, padres y personal no docente de un instituto público de Enseñanza Secundaria. Del mismo modo, los actores han trabajado en la composición de sus personajes, todos reales, a partir de las grabaciones de esas entrevistas. Es decir, todo en la función es real aunque nada lo parezca. Lo mejor de todo es que Miranda, en su faceta de directora, no se coloca en un estrado para impartir una aburrida lección magistral sobre esa realidad que trata de analizar críticamente, sino que, predicando con el ejemplo, expone su trabajo frente al público con la persuasión, humor, cercanía, comprensión, sentido lúdico y, en resumen, aptitud pedagógica que a todo profesor le gustaría. Y cuenta para ello con la ayuda de cinco actores muy diferentes que trabajan con generosidad de manera colectiva para que sea el complejo universo educativo, y no ellos, el auténtico protagonista del montaje.