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Jorge Cabrera: «El póquer es una metáfora de la vida; hay que apostar y arriesgar»

Jorge Cabrera / Actor. Protagoniza «La partida» en el Teatro Fígaro, donde estará todos los miércoles y jueves hasta el 12 de enero
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Protagoniza «La partida» en el Teatro Fígaro, donde estará todos los miércoles y jueves hasta el 12 de enero
Fue premio al mejor espectáculo y premio especial del jurado en la XIII Mostra de Teatre de Barcelona y su texto está publicado por la Universidad de Lleida. Escrita por Óscar Sanz Cabrera, «La partida» es una comedia sobre el valor de la amistad, sobre esas relaciones vacías que se perpetúan por pura inercia, por la necesidad de sentirse escuchado sin tener la más mínima intención de escuchar. Actualmente se representa en el Teatro Fígaro todos los miércoles y jueves hasta el 12 de enero. Jorge Cabrera, actor de considerable currículum y cofundador de la compañía La Partida, es David, un artista estudiante de Bellas Artes.
–¿En la mesa y en el juego se conoce al caballero?
–Cierto. El juego es una forma de conocer a la otra persona. A partir de una partida de cartas, y sobre todo de póquer, se pueden ver los comportamientos, los distintos perfiles de cada uno. En una partida se ve quién es quién.
–¿La vida puede ser como una de póquer?
–Totalmente, y, además, ésa es la tesis de la obra, que el póquer es como la vida, una metáfora de la vida. Hay que apostar, hay que arriesgar. Unos van de farol y les sale bien, otros no arriesgan nunca, hay quien va a lo seguro, otros juegan con las cartas marcadas... La vida es como una partida que hay que jugar.
–¿Cuál es la propuesta?
–La partida es el pretexto de tres amigos de la infancia para seguir viéndose, aunque la verdad es que cada vez tienen menos en común. La vida los ha ido llevando a cada uno por su camino y ya no tienen nada que ver. Lo único que les une es una partida de póquer que una vez al mes deciden jugar.
–¿Hablamos de amistad con demasiada ligereza?
–Cuando uno se pone serio te das cuenta de que para contar los amigos de verdad te sobran dedos de una mano. Estamos viviendo una época donde todos somos amigos de Facebook y eso es otra galaxia, las redes lo han llevado a otra dimensión. Hay compañeros para compartir muchas cosas y luego los que están ahí cuando hay que estar.
–¿Las redes sociales favorecen?
–No tiene nada que ver con la amistad, te hacen conectar con gente de manera rápida y que está lejos y eso es un valor, pero es una relación superficial. Conectamos con mucha gente, pero se profundiza poco. El ritmo con que vivimos no lo permite.
–¿Cuántas caras puede tener la amistad?
–La condición y la relación humana es poliédrica. Las personas tenemos mil lados, muchas vertientes, muchos «yos» dentro y la amistad se ve reflejada en esto. La familia no la eliges tú, te toca, pero los amigos sí, son tu familia elegida.
–¿Cuál es su papel en la obra?
–Soy David, que quiere ser artista, es el eterno estudiante acabando una tesis que le dura toda la vida, que está enmadrado. Un prototipo de tímido manipulador. Desde su timidez se defiende de la vida como gato panza arriba y acaba manipulando y chupando todo lo que puede a los demás.
–¿Se siente bien en él?
–Me lo paso en grande porque me permite hacer cosas muy divertidas. Los papeles me gustan si la historia está bien contada y este personaje es muy divertido. Ya lo representé en 2009 y, aunque es comedia, tiene sus cargas de profundidad. Te estás riendo, pero en el fondo dices, de qué me río.
–Las cosas se dicen mejor con humor.
–El humor es la cucharada con la que pueden entrar muchas cosas que quieres explicar y, además, lo hace de forma que uno no se da ni cuenta.
–¿Los tres personajes son arquetipos?
–Sí. Está al que, aparentemente, le ha ido bien, el típico trepa con doble moral que ha renunciado a sus valores y se avergüenza de los otros. Está encantado de conocerse, es narcisista, egocéntrico, cree estar por encima. Luego tenemos al «currito», sencillo, campechano, con buen fondo, que contrasta porque habla muy claro.
–Esto hará que la gente se identifique
–Absolutamente. Una de las bazas de esta función es que hay gente que desde el minuto uno ve los personajes claros y se identifica con alguno o con personas que conoce. Reflejan perfiles muy reconocibles.
–¿Quién tiene un amigo tiene un tesoro?
–Sí, sí, ya lo creo.
–¿Y cómo le ha ido en esto?
-–No me puedo quejar, tengo muy buenos amigos. Con algunos me veo poco, sobre todo con los más antiguos, pero estamos muy en contacto.
–¿Juegan partidas de póquer?
–Unas cuantas (Risas) ¡Sí que hemos jugado, sí! ¡Y hemos superado la prueba, seguimos siendo amigos!
–¿Se parece la obra a «Arte», de Yasmina Reza?
–Han dicho que la recuerda, pero en proletario. Sus personajes son de clase alta, compran arte, cuadros... y estos son tres pelagatos en el fondo, aunque a alguno parezca que le va mejor, son personajes a pie de calle, pero sí es verdad que hay un paralelismo.
–¿Qué debe de tener la amistad para ser verdadera?
–Hay una cita de Cunningham que abre el texto en la obra que dice: «Amigo es aquél que te pregunta cómo estás y se detiene a escucharte». Creo que resume bastante lo que es un amigo y lo que pienso, el que te escucha y se preocupa de verdad por cómo estás.

El lector

«Siempre he leído Prensa en papel, pero desde hace unos años la leo también en digital. Mi padre es de la vieja escuela, siempre está con el periódico en la mano y nosotros hemos compartido eso. No tengo un diario fijo, voy picoteando un poco de todos. Antes era de los que los leía al revés, pero ahora con el digital empiezo por arriba. Me detengo en Cultura, Política nacional e Internacional, Sociedad... un poco de todo. También me interesa la opinión de algún columnista según qué cosas, aunque no sea un seguidor fiel».

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