La danza se abre en Canal
Natalia Álvarez Simó, directora de los Teatros del Canal, explica cómo será el ciclo de nueve coreografías que estrena la nueva era bicéfala en estas salas
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Natalia Álvarez Simó, directora de los Teatros del Canal, explica cómo será el ciclo de nueve coreografías que estrena la nueva era bicéfala en estas salas.
Hace un año prometieron entrar en los Teatros «con danza y estableciendo conexiones con el ecosistema del edificio», y no mintieron: el primer ciclo de la era bicéfala Àlex Rigola-Natalia Álvarez Simó será «Abierto en Canal» –del 8 de septiembre al 15 de octubre–, una muestra de las compañías residentes del Centro de Danza de Canal (CDC) con la que mostrarán «el panorama actual de la coreografía madrileña», presentan. Nueve montajes que llenarán una Sala Negra por la que se sucederán La Phármaco, Kor’sia, Daniel Doña, Stocos... ¿La principal culpable? Ella, Natalia Álvarez Simó, con quien habloamos. Estos días se ha ido al norte de Italia a buscar nuevos pasos que subir a los escenarios de la Roja y la Negra, pero no pierde de vista lo que ha dejado preparado en Madrid e invita a la fiesta: «Hay que acercarse a darle un bocadito al pastel». Su obsesión es potenciar el Centro de Danza al máximo, introducirlo de lleno en las salas de los Teatros y crear un intercambio constante entre estos y el conservatorio. La otra meta, «poner a la danza en el lugar que se merece dentro de la capital».
–Por fin levantan el telón.
–Ya teníamos muchas ganas. De momento, hemos ido pasando los exámenes uno a uno.
–Una oposición de casi un año.
–Algo así (risas). Primero, cuando no teníamos prácticamente nada, tuvimos que hablar con la Prensa; después, presentamos la temporada; y, por último, ver la acogida del público con las entradas.
–¿Y cómo van?
–Hasta ahora muy bien. Era la primera vez que se ponían abonos en este teatro y solo en las primeras 48 horas ya habíamos vendido 200. Ya hay espectáculos de enero agotados.
–¿«Mount Olympus»?
–Sí, de Jan Fabre.
–Veinticuatro horas de montaje seguidas... Va a tener mérito el solo hecho de aguantar sentado.
–El público quiere fiesta. Ya verás cómo habrá mucha gente que lo haga. Es como celebrar todas las tragedias griegas juntas.
–¿Y el siguiente examen?
–El del Centro de Danza Canal (CDC) con nuestros residentes.
–¿Cuáles son las «entrañas», como dicen, que nos van a mostrar en «Abierto en Canal»?
–Lo que el público no ve del trabajo en el Centro. Es la oportunidad de presentar lo que la creación madrileña está haciendo e investigando. Además, hay nombres con una trayectoria muy larga e incuestionable como La Phármaco y Marcos Flores, y otros que están empezando como Poliana Lima y Sana Cano, que es su segundo espectáculo.
–Del CDC a los escenario del Canal, parece una transición natural.
–Los coreógrafos van a ir pasando durante todo el año. El CDC es la cantera y les estamos ayudando.
–¿Va a ser un ciclo fijo?
–Sí, porque es, como dices, el ciclo natural. Muchos pasarán a exhibir en «Abierto en Canal» y otros a ser coproduccidos por los Teatros y de ahí a la Sala Roja.
–¿En qué momento está la coreografía madrileña?
–Muy bien. Hay muy buenos coreógrafos, pero también es verdad que llevaba mucho tiempo abandonada y que ha sido un sector muy castigado por la crisis, se había dejado de programar.
–¿Era lo fácil quitarla del cartel?
–Sí. Se optó por el teatro como cabeza. Aun así, tenemos una generación de danza contemporánea y flamenco envidiable. Lo que hay que hacer ahora es cuidarlo y procurar que tengan las condiciones idóneas para investigar y ensayar. Y, sobre todo, para que puedan exhibir aquí, porque muchos de ellos, teniendo la base en Madrid, estrenaban fuera y aquí ni tan siquiera se les veía. Ahora, con «Abierto en Canal», tienen la posibilidad de presentar un espectáculo para que el público los vea y se haga una idea de lo que está pasando aquí dentro con la creación coreográfica madrileña. Y también para que los programadores los conozcan.
–Cada año Boadella fue metiendo más danza en sus temporadas. Ahora es usted la gran culpable de que en la balanza esté 50-50 con el teatro.
–Bueno... (risas) Hay un poquito más de danza.
–Y encima en esa separación Àlex/teatro-Natalia/danza se ha hecho con el control de la Roja. Ha salido ganando.
–Sí, esta sala va ser un espacio estable de programación de danza y la Negra, en gran parte, también. Era la composición natural porque la Roja está preparada para grandes compañías y formatos, que no son tan habituales en el teatro.
–La Verde sí se la deja al teatro, ¿no?
–Por supuesto. Aunque en número haya más espectáculos de danza, al final están igual porque el teatro tiene montajes de larga exhibición. Así que más o menos estamos empatados. Pero lo que es incomprensible es que Madrid no tuviera un sitio estable para la danza. Una capital como esta... Todo ello, en parte, tiene la culpa del éxito de venta de las entradas, el público estaba esperando esto. Era algo que tenía que pasar.
–Problema de la oferta entonces.
–Efectivamente. De que los teatros no cubrían el nicho que ahora hemos cogido nosotros, pero también hay que tener la confianza de los de arriba, como nos ha dado a nosotros la Comunidad de Madrid.
–Su programa era muy claro: poner al teatro y la danza en un mismo escalón.
–Ya me decía Albert Boadella: «No le presté la suficiente atención a la danza». Con el CDC tenemos una joya de la que no nos damos cuenta, estaba infrautilizada.