"If (la ligereza)": Lo que hubiéramos sido ★★★★☆
La función se abre con un bonito monólogo acerca de lo azaroso de nuestros deseos y decisiones
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Autor y director: Pedro Casas. Intérpretes: Andrés Acevedo, Tania Medina, Marta Pons, Iván Serrano, Luna Mayo y Jorge Vidal. Sala Cuarta Pared, Madrid. Hasta el 28 de enero.
Acaban de darse a conocer los espectáculos candidatos a los Premios Max 2023 y, como siempre ocurre, la lista no coincide, en muchas de las obras, con la que hubiera confeccionado a título particular cada crítico o espectador. No obstante, uno de los títulos seleccionados, en este caso como candidato a mejor espectáculo revelación, que sí gozan de un reconocimiento más o menos unánime entre quienes vemos mucho –a veces demasiado- teatro es If (la ligereza), una obra de la Compañía del Sr. Smith que la sala Cuarta Pared ha recuperado para su programación regular, con acertado criterio, después del éxito obtenido con su estreno en el pasado Surge Madrid.
La función, que se abre con un bonito monólogo acerca de lo azaroso de nuestros deseos y decisiones, de la carga de responsabilidad a veces excesiva que estos traen consigo y, al mismo tiempo, de la ingobernabilidad del destino, está concebida en la forma y en el fondo como un canto a la ensoñación; como una invitación a desasirnos de nuestro presente y a imaginarnos, de una manera desenfadada y a la vez poética, en nuevas tesituras vitales radicalmente distintas de las reales.
Una de las curiosidades de la propuesta es que al público se le presentan una serie de vidas alternativas de los distintos personajes y es él quien elige, votando, cuáles de ellas son las que quiere ver representadas sobre el escenario. Es verdad que algunas cosas no se resuelven a la perfección. El uso del micrófono, por ejemplo, es bastante arbitrario: parece destinado al narrador, pero hay veces que no lo usa. Por otro lado, no todas las tramas son igual de interesantes y redondas; como consecuencia de la complejidad que tiene conectarlas y relacionarlas, algunas presentan, incluso, ciertas fallas –comprensibles– en su verosimilitud dramática. Pero lo que sí hay en todo el conjunto es un maravilloso despliegue de ingenio para componer las numerosas escenas de forma sencilla y clara, y para encadenarlas con ritmo, utilizando apenas los propios cuerpos de los actores y unos pocos objetos. Todo está planteado por el dramaturgo y director Pedro Casas como un juego puramente teatral, honesto en su trasfondo, que se desarrolla sin esa acostumbrada pretenciosidad que malbarata en la actualidad tantos montajes de naturaleza similar.
- Lo mejor: Mediante el imaginativo trabajo de movimiento escénico, el director crea escenas de gran belleza y poesía.
- Lo peor: El deficiente manejo de la voz y la palabra lastra de manera considerable las interpretaciones.