Estreno

Lolita es Poncia: una mujer "con dos pares y rebelde"

La cantante y actriz, de la mano de Luis Luque, cumple el sueño de su madre de interpretar a la criada de Bernarda Alba

La «pena más grande» que Lola Flores llevaba en el fondo de su alma era no haber podido encarnar, de la mano de Miguel Narros, el papel de Poncia –aseguraba la artista en La clave (TVE)–; liberar al personaje lorquiano de La casa de Bernarda Alba y darle una nueva vida más allá de esa cárcel. Pero no pudo ser: «Cuestiones de agenda... y porque falleció», recuerda ahora su hija, Lolita. Y es en este episodio en el que hay que encontrar el germen del trabajo que levantan muchos años después Luis Luque y Lolita, Poncia (en el Teatro Español a partir del 3 de noviembre y, antes, del 26 al 29 de octubre en el Principal de Zaragoza): «Al saber esta anécdota, me llegó la idea de leer la obra de nuevo y descubrir si podía rescatar el personaje y hacer una creación escénica a partir de él –explica el director y autor de la nueva pieza–. Vi el increíble material dramático que encerraba Poncia y seguidamente llamé a Lolita Flores para proponerle que hiciera este personaje y que imaginara conmigo lo que ocurrió después de la muerte de Adela».

"En mi casa siempre ha habido un ambiente liberal, he tenido un padre gitano pero muy libre y se explicaban las cosas"

Lolita

Podría parecer que se cierra el círculo: aquel paso imposible para una madre completado tiempo después por su heredera, aunque no tarda Lolita en decir que no. Ni mucho menos. «El círculo está abierto siempre» –Alba Flores cumplió, en 2016, otro sueño de La Faraona al participar en La rosa tatuada, de Tennessee Williams–. Ha aceptado por el simple hecho de que le gustaba. «Soy una privilegiada porque hago lo que me apetece –sostiene Lolita–. Tengo muchos guiones encima de mi cama o de la mesa, algunos que me gustaría hacer más adelante, otros que no me llegan o no me dicen nada y que luego han hecho otras actrices, pero si no me toca aquí, donde tengo el corazón, pues no lo hago». A pesar de ello, el recuerdo a Lola Flores, a su madre, es inevitable: «Se quedó con la pena de no interpretar a Poncia, pero algo de ella llevo yo dentro de mí, y si es verdad que la energía no muere, sino que se transforma, ella lo estará disfrutando», afirma Lolita, quien, también, disfruta más que nadie de un personaje «con dos pares, rebelde y contestona», y con el que comparte «el coraje, la libertad, la justicia y el querer hacer las cosas bien. Me sale por todos los poros de la piel».

Lolita se recoge el pelo sobre las tablas y acude a ellas en la madurez justa que señaló el propio Lorca, apunta Luque mientras su actriz lo celebra: «Da igual la edad que tenga porque Poncia nació lista. ¿Y quién me iba a decir a mí que a mis 65 años iba a volver a pisar este teatro?».

Lolita Flores en una de las ventanas del Teatro Español, en Madrid
Lolita Flores en una de las ventanas del Teatro Español, en MadridGONZALO PEREZ MATAFotógrafos

En solitario

Se enfrenta así la cantante y actriz a un escenario en solitario tras un camino de mucho trabajo con el texto. «Ha costado porque no es como hablamos, sino que tiene ese aire poético. Y no se puede recitar. Se trata de poner toda la verdad posible y sentir el peso de lo que pasa al momento. Todos hemos pasado por tragedias y conocemos estas historias en la vida de otras personas»: Poncia –«a secas, que no La Poncia; tiene más peso», apunta la intérprete sobre la criada de Bernarda Alba– reza tras el suicidio de la hija de la matriarca. El silencio se ha decretado en la casa, pero Poncia habla sola y también con ellas. Tampoco se puede llorar, como ya ocurrió antes con la muerte del padre, pero Poncia se revuelve de nuevo y llora. «Las dos primeras páginas son un acto de rebeldía», apunta Luque. «Poncia tiene la libertad individual y lo demuestra con el pensamiento, no con las acciones. La libertad la llevamos dentro y ella va contra las responsables de una educación en represión y de quien la ejecuta».

A partir del suceso de Adela se empiezan a rememorar advertencias que pasaron desapercibidas para todos, incluida para Poncia en esa labor de puente entre Bernarda y sus hijas. Como buena sirvienta, es testigo «de los avatares de sus dueños, conoce la verdad del interior de la casa y posee la filosofía oculta de las clases populares», apunta el director de una versión que es «un 80% de Lorca» (a «La casa...» se suman «Doña Rosita la soltera» y dos poemas).

Poncia no va "de feminismos ni de machismos, sino de la realidad" de la época

La libertad, el amor, la culpa, el sexo, la conciencia de clase, la educación... son algunos de los temas que sobresalen en este «spin-off», como lo presentan, de «La casa de Bernarda Alba». La obra de García Lorca vira hacia el monólogo para, entre otras, ajustar cuentas con la Bernarda y con Martirio, «la que tensa la cuerda de la horca –continúa Luque–. Hay dos responsables: una educación represiva y luego alguien que la ejecuta, que es Martirio».

Huye Lolita de etiquetas y advierte que Ponciano va «de feminismos ni de machismos, sino de la realidad» de la época. «En la vida hay mujeres buenas y malas, como también hay hombres buenos y malos. Este texto no es un alarde del feminismo ni tiene que ver con la política o el machismo. También hay niños que nacen sin amor y luego es difícil que puedan llegar a sentirlo».

Ella, por su parte, lo apuesta todo al amor, «a lo contrario de eso que “la letra con sangre entra”. No, la letra entra con amor, comprensión y explicaciones, y, sobre todo, con los hijos hay que tratar de que lo comprendan todo. A mí, como madre, no me vale el “no, porque lo digo yo”. En mi casa siempre ha habido un ambiente liberal, he tenido un padre gitano pero muy libre y se explicaban las cosas. El amor mueve el mundo. Si hubiera más, las cosas irían de bastante mejor».

  • Dónde: Teatro Español, Madrid. Cuándo: del 3 de noviembre al 3 de diciembre. Cuánto: de 6 a 22 euros.