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«Perfectos desconocidos»: Si los móviles hablaran...

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Autor: Paolo Genovese. Director: Daniel Guzmán. Intérpretes: A. Borrachero, A. Pagudo, O. Molina, F. Soto, E. Ballesteros, J. Zatarain e I. Fritschi. Teatro Reina Victoria. Desde el 27 de septiembre de 2018.

A la velocidad del más escurridizo virus está mutando y fortaleciéndose el guión de la película «Perfectos desconocidos» que dirigió el italiano Paolo Genovese en 2016. Después de que Álex de la Iglesia rodara su propia versión del filme tan solo un año después, el mismo argumento, cuya estructura es ya de por sí muy teatral, llega ahora a los escenarios españoles adaptado por David Serrano y Daniel Guzmán, con dirección de este último. La obra cuenta la historia, tal vez ya conocida por muchos, de varias parejas de amigos que, en el transcurso de una cena en casa de una de ellas, decide iniciar un juego con los teléfonos móviles de todos que podría dejar al descubierto algunos secretos que quedan inexorablemente registrados en el dispositivo. Los mensajes y las llamadas que reciben a lo largo de la velada esos teléfonos –leídos o escuchados por todos los presentes, que en eso consiste el juego– irán desvelando inconfesables intimidades de cada uno, y el carácter desenfadado que tenía la reunión en principio se irá tornando incómodo y, en ocasiones, hasta violento. Por la proximidad en el tiempo de ambos proyectos, resultará inevitable hacer comparaciones entre el filme rodado por Álex de la Iglesia y esta versión teatral. En este sentido, creo que no hay en la propuesta de Guzmán los giros tan originales hacia el humor negro, cuasifantástico, que caracterizan en buena medida el cine del director bilbaíno; pero, por el contrario, la función teatral, al contrario de lo que podría parecer a priori por su carácter comercial, huye más del estereotipo que la película a la hora de dibujar y presentar los distintos caracteres, como también huye más –y esto queda patente en el tramo final– de castigar o ensalzar moralmente las conductas de algunos personajes con respecto a las de otros.

No obstante, la obra sí que podría enmarcarse, tampoco nos engañemos, dentro de lo que llamamos, de manera genérica, «comedia comercial»; pero bendita sería esa etiqueta si englobara siempre productos como éste. En lo formal, sin duda, la función está diseñada para que se digiera con agrado y ligereza; y la producción, además, usa como anzuelo algunos nombres en el equipo artístico que, presumo, pueden atraer bastante público; pero lo verdaderamente importante es que la historia está bien contada, que está bien interpretada –destacan, dentro de en un elenco suficientemente sólido, Antonio Pagudo, Fernando Soto y, especialente, Alicia Borrachero– y que es suficientemente interesante para hacer pensar sobre algunas cuestiones relevantes que afectan directamente a nuestros modos de vida.

LO MEJOR

Que el doble final está planteado sólo como posible alternativa, ni mejor ni peor que la otra

LO PEOR

Hay algún evitable «descenso» al cliché, como en la escena de la rutina deportiva