Comunidad
Un Premio Nacional para el Barrio
La red tejida por el teatro de Lavapiés en los últimos diez años ha sido reconocida por el ministerio de Urtasun
El miércoles 18 de septiembre estaba marcado en el calendario del Teatro del Barrio como una cita importante: pistoletazo oficial a la temporada con uno de esos estrenos gordos, «Hoy tengo algo que hacer», [[LINK:INTERNO|||Article|||66e924884c47b0e4339b0408|||donde Luis Bermejo –bajo las órdenes de Pablo Rosal– se volvía a poner el traje de payaso para divagar sobre los tiempos]]; sobre por qué la actualidad no nos deja pisar el freno del «modus vivendi»; sobre por qué los chavales ya no quieren bajar a la calle a jugar con el balón (ni las fachadas desafían con aquello de «Prohibido jugar a la pelota»); sobre por qué el sueño de los adolescentes es irse a Arabia o convertirse en «influencer»; sobre elevar un poco el nivel de las reflexiones; sobre cuidar el lenguaje y recuperar la jerga de barrio, también la del Siglo de Oro. En resumen, un homenaje a las palabras bonitas y a la calle... sin perder el humor.
Pues todo eso se mantiene para esta tarde (19:30, en Zurita, 20), aunque con el añadido de una sonrisa todavía más grande y con el pecho henchido tras ser reconocidos con el Premio Nacional de Teatro –Ana Zamora lo ganó en 2023–.
Pensaban en el Barrio que lo que ese «algo» que «tenían que hacer» no era más que estrenar, pero el Ministerio de Cultura les ha añadido una nueva tarea en su agenda: celebrar. La fiesta estaba programada para el día 18, y sin embargo, ha sido obligatorio el descorche de la botella 24 horas antes por este premio que se rinde a estas tablas por «su concepción de teatro como hogar y espacio de proximidad con el territorio (...) y su apuesta por la descentralización, programando a artistas de todo el territorio nacional y fomentando la movilidad de sus producciones», rezaba el veredicto del jurado.
El teatro que se levantó con el empeño de Alberto San Juan & cía. sobre los cimientos de la Sala Triángulo ve reconocida su labor a los diez años de vida –los que han pasado desde aquel «Futuro» de Fernanda Orazi–. «Realmente somos muy jóvenes», dice Ana Belén Santiago entre las risas nerviosas de quien acababa de conocer el fallo. Así, la actual directora artística del Barrio siente el «teatro político» y el afán de «comunidad» como las dos piedras angulares sobre las que se apuntala el Nacional y sobre las que augura una larga vida a este escenario: «Todo lo que hemos tenido que hacer parece que tenía un sentido». También hace suya la frase de Sanchis Sinisterra de que «el estado natural del teatro es la crisis» y abraza sin miedo a la resistencia: «Resistir significa mirar con esperanza al futuro. Hacemos de bisagra entre el mundo del arte y la gente. Intentamos conectar las voces del mundo artístico con la gente corriente».
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