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Teatro

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Un «figurón» con ropajes clásicos

«Entre bobos anda el juego» huyendo de la modernización del texto.

La apuesta de Noviembre Teatro es respetuosa con el original
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«Entre bobos anda el juego» huyendo de la modernización del texto.

Vuelve Noviembre Teatro a la Compañía Nacional de Teatro Clásico o, lo que es lo mismo, regresa el director Eduardo Vasco a colaborar con la institución que encabezó desde 2004 hasta 2011. Será esta la segunda vez, después de su paso la temporada pasada con «El caballero de Olmedo». Y lo hará en esta ocasión para poner en pie una de las comedias de «figurón» más representativas de nuestro teatro barroco: «Entre bobos anda el juego».

Con algunos de sus habituales actores en el reparto, entre ellos los muy aplaudidos, y ya veteranos, Arturo Querejeta y Daniel Albaladejo, el director coloca en esta ocasión a José Ramón Iglesias en la piel del protagonista don Lucas del Cigarral, que es en la obra de Rojas Zorrilla ese «figurón» que da nombre al género, un personaje que evoluciona de la comedia de capa y escapa y que se caracteriza por aparecer caricaturizado en sus incontables defectos morales e intelectuales. «Esta vez necesitábamos un tipo descacharrante –asegura Vasco–, y ese es José Ramón, que además forma parte de la familia Noviembre».

Don Lucas del Cigarral es un tipo adinerado, ocioso y petulante que se ha enamorado de doña Isabel de Peralta, la cual, por supuesto, no solo no le corresponde, sino que además está enamorada de don Pedro, el primo de don Lucas. Con este argumento, Rojas Zorrilla establece un juego cómico de exquisita precisión que roza la farsa en algunas situaciones y que no ha dejado nunca de funcionar desde su primer estreno en 1645.

Un autor a ras de suelo

«Creo que la virtud de Rojas es que un autor que sabe estar a ras de tierra –explica el director–. Él no hace comedia cortesana o comedia galante, sino que usa personajes o caracteres muy de la calle, muy cercanos. Bebe más que otros grandes autores del Siglo de Oro de la picaresca y, muy especialmente, del entremés». El espectáculo, que parte de una versión de Yolanda Pallín, habitual colaboradora de Vasco, «se mantiene fiel en la puesta en escena a una estética clásica –dice el director–. Es verdad que hay siempre guiños al espectador para hablarle de hoy, pero nosotros dejamos claro en nuestra propuesta que esto es una obra del siglo XVII, no de hoy».

Apuesta de este modo Vasco, como suele ocurrir en sus trabajos sobre textos clásicos, por defender la comedia más desde la esencia misma de sus mecanismos que desde una «modernización» de los argumentos: «Creo que la contemporaneidad de estas comedias está, precisamente, en su vigencia como pieza pura de disfrute –asegura–. Se trata de demostrar que lo cómico puede seguir funcionando; y eso se consigue si el autor y la obra son buenos. No hace falta vestir a los personajes de El Corte Inglés. Permitir que el espectador entre en el contexto histórico de la obra es casi siempre más interesante y revelador que descontextualizar el argumento».