Arte vs. barbarie

Zarzuela bajo las bombas de Kiev

Ignacio García llega a Madrid con "La rosa del azafrán", obra de Jacinto Guerrero que hizo sonar recientemente en la capital ucraniana

Un momento de la gala de zarzuela que se celebró en Kiev, Ucrania, el pasado diciembre con dirección de Ignacio García
Un momento de la gala de zarzuela que se celebró en Kiev, Ucrania, el pasado diciembre con dirección de Ignacio GarcíaLR

Hubo un tiempo en el que absolutamente todo lo que venía de Ucrania era tendencia. Cualquier detalle en mitad de la invasión rusa era merecedor de luces y taquígrafos; pero un clavo saca a otro clavo y una guerra desplaza a otra guerra (del foco informativo), así que las barbaridades de Lugansk a Leópolis pasaron a segundo plano cuando estalló el enésimo conflicto entre Israel y Palestina. Las bombas «a las puertas de Europa» que durante más de un año abrieron informativos se han ido diluyendo hasta aparecer en los titulares casi por compromiso, donde el surrealismo («polarización» para la Fundéu) de la política española también ayuda a achicar espacios para todo lo demás.

Y es solo en ese ambiente de superávit informativo en el que se explica que haya pasado de puntillas el que Chapí (La revoltosa, La tabernera del puerto), Sorozábal (La del manojo de rosas), Alonso (La calesera, Las corsarias), Chueca (La Gran Vía), Moreno Torroba (Luisa Fernanda) y compañía silenciaran las sirenas antiaéreas de Kiev: la zarzuela como oposición al barbarismo.

Mientras la sordera/ceguera imperaba por la piel de toro, Ignacio García cogía sus bártulos y se plantaba en el Teatro Nacional de la Opereta de Kiev con todo el armario lírico español. Sobre las olas de la pasión española subtitulaba un proyecto que el director teatral y musical califica de «formidable»: «Lo primero no es la vanidad del aplauso, sino la respuesta de entusiasmo de ellos al sentir que no están solos en la pelea y que el arte, la música y los artistas estamos con ellos», cuenta quien hizo sonar en el metro de Kiev (cuando sonaban las alarmas) las mismas partituras que un siglo antes tronaban en el subsuelo de Madrid mientras las hordas franquistas asediaban en la superficie.

La píldora cañí enviada a combate fue una gala de dos horas en la que García compartió dirección con el titular de la casa, Sergey Didok, y que puso en valor el papel institucional español en Ucrania cuando «ninguna otra embajada tiene actividad cultural, y menos de este fuste, con cien personas en escena», señala «Garciuk», como le han rebautizado allí. Un trabajo que el exdirector del Festival de Almagro se ha tomado como «un desafío en todo»: desde los dos días de viaje, a las cancelaciones por tormentas de nieve o las alarmas constantes. «En fin», resopla, «una odisea durísima [a 8 bajo cero y con mucha nieve y hielo] y de una exigencia enorme, pero impresionantemente profundo y luminoso, y que da un sentido enorme a hacer música y arte allí con ellos, en un país, como digo en el discurso, donde los teatros han sido refugio para la gente y objetivo de los bombardeos», celebra un ubicuo García que igualmente firma la dirección de «La vida es sueño» que mensualmente se interpreta en el Lesya Ukrainka de Kiev; como también lleva su sello La rosa del azafrán, de Jacinto Guerrero, que sonó en la Opereta hace un mes y que hoy se presenta en Madrid con dirección musical de José María Moreno.