Historia

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"Templarios y masones": ¿una venganza ilegítima?

Javier Alvarado Planas publica una obra en la que pretende «desgranar y destripar» las leyendas que han girado alrededor de la Orden del Temple durante los siglos.

El sello de los templarios muestra a dos miembros subidos en un solo caballo, lo cual simboliza la pobreza de la Orden
El sello de los templarios muestra a dos miembros subidos en un solo caballo, lo cual simboliza la pobreza de la Ordenlarazon

Javier Alvarado Planas publica una obra en la que pretende «desgranar y destripar» las leyendas que han girado alrededor de la Orden del Temple durante los siglos.

Los diferentes capítulos de la historia de la humanidad se han transmitido durante generaciones, ya sea de forma escrita o hablada. No es extraño aquel que ha despertado disconformidad o discusión entre historiadores y estudiosos, así como también el que, sea por su misterio o por el interés que despierta, ha perdurado sin apenas alteración. Ejemplo de esto, y como algo que caracteriza el discurso de la Historia, es la influencia de las leyendas. Una serie de relatos que cabalgan entre la fantasía y la verdad, condición peculiar que ha provocado durante siglos incluso movimientos sociales así como su permanencia inalterable con el paso del tiempo. Javier Alvarado Planas es catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y autor de «Templarios y masones. Las claves de un enigma» (Sanz y Torres). En este volumen, el autor analiza «las grandes leyendas y mitos creados en torno a los templarios», apunta, poniendo como ejemplo cómo «se ha convertido al Temple en guardiana del Grial, así como la vinculación de los templarios con la leyenda del reino del Preste Juan, un territorio gobernado por un rey y sacerdote cristiano situado en la retaguardia del Imperio Otomano, que podría ayudar a los cruzados en la reconquista de Jerusalén». Ante esto, Alvarado tiene con este libro el objetivo de «desgranar y destripar tales leyendas, explicando su origen y causas».

Sin embargo, para comprender bien la finalidad de esta publicación, se debe empezar por el principio. Los templarios y los masones ¿son lo mismo? «Los templarios fueron una orden religioso-militar creada en el siglo XII que dependía directamente del Papa y que fue suprimida a comienzos del siglo XIV, consecuencia de una conspiración en toda regla urdida en última instancia por el rey Felipe IV de Francia y a la que el temeroso Papa Clemente V no supo resistirse», explica Alvarado. Por su parte, «la masonería especulativa es una organización que surgió en Inglaterra a comienzos del siglo XVIII y, aunque históricamente no tuvieron nada que ver con los templarios, lo cierto es que más de 4 millones de masones están convencidos de que son sus herederos». Cabe destacar sobre la masonería que esta se ha afirmado «erróneamente» como «una organización burguesa, laicista, vinculada a partidos progresistas y que ha conspirado para subvertir el orden internacional». Esta idea, explica Alvarado que «la contradicen el número elevado de monarcas masones, miembros del clero y personajes de ideología conservadora que han militado en sus filas». Y es que la masonería no es un concepto que se deba utilizar en singular ni de forma genérica, sino en plural y atendiendo a sus particularidades. Por un lado, está «la masonería regular, filantrópica y que exige la creencia en Dios y prohíbe hablar de política y religión», la cual se diferencia de la «adogmática o irregular en que ésta no exige la creencia en Dios y permite los debates sociales». Por último, el autor habla de «las sociedades secretas o grupos políticos que adoptan ropaje masónico, como fue la masonería española del Trienio Liberal en la que militaron Rafael de Riego, el conde de Toreno, Dionisio Alcalá Galiano o Juan Álvarez de Mendizábal». Estas tres clases, aunque se encuentran radicalmente enfrentadas, coinciden entre sí en una idea: considerarse herederas de la Orden del Temple. «A mediados del siglo XVIII, diversas organizaciones masónicas se disputaban la primacía de los altos grados y rivalizaban entre sí inventando nuevos ritos masónicos», continúa Alvarado, «se rompían literalmente los sesos para hallar algo nuevo de modo que, en su búsqueda de inspiración, la exhumación de los templarios supuso un hallazgo muy rentable».

Denunciados por herejía

«Algunos masones inventaron en aquella época la leyenda de que algunos templarios se refugiaron en Escocia y encontraron abrigo en las logias, donde refundaron su organización y sobrevivieron hasta reaparecer siglos después». A partir de esta fabulación, no solo no ha dejado de crecer el neotemplarismo, sino que «casi todos los rituales masónicos contienen algo relativo a la injusta persecución de los templarios y la necesidad de vengarlos», apunta el autor. Dicha búsqueda de justicia se personificó, a través de los masones, en «la monarquía absolutista, el papado intransigente y la Orden de Malta». Fue así como los masones se hicieron herederos de la Orden, a pesar de su disolución a mitad del siglo XIV por parte de Felipe «El Hermoso» por considerarla «un obstáculo para aumentar la presión fiscal» del reinado. «La Orden se extendió por Europa con el fin de reclutar hombres y recaudar fondos para financiar la recuperación de Tierra Santa», explica, motivo por el que «no fue bien vista por los monarcas, que deseaban un control directo», y por el que les denunciaron por herejía. A raíz de esto, la Orden «estaba tan desacreditada que no importaba la inocencia o culpabilidad de los templarios» y sus bienes pasaron a la Orden del Hospital.

Actualmente existen «más de 400 órdenes que se declaran inspiradas en el Temple». Alvarado añade que, «por mucho que se empeñen, hoy no existen templarios sino neotemplarios que se han nutrido del anticlericalismo originado por las injusticias cometidas por la Iglesia». Además, «también se han alimentado de románticos aficionados a la historia» o de «personas que se han entretenido con la lectura de una novela de evasión». Sin embargo, «conviene recordar que la Iglesia no ha reconocida ninguna Orden como heredera del Temple». Por ello, todas aquellas agrupaciones que se reivindican se convierten «en ilegítimas o de fantasía». Las leyendas continúan convirtiéndose «en iconos del imaginario», destaca Alvarado y, por tanto, este tipo de historias, sean veraces o ficticias y aunque parezcan anticuadas, continúan demostrando su papel influyente en la historia actual.