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Cine

"Teresa": el éxtasis revolucionario de Blanca Portillo

Paula Ortiz adapta con brío espiritual el texto teatral de Juan Mayorga sobre la vida de la santa para el lucimiento interpretativo de la ganadora del Goya

Blanca Portillo en "Teresa", la nueva película de Paula Ortiz sobre la vida de la santa
Blanca Portillo en "Teresa", la nueva película de Paula Ortiz sobre la vida de la santaMANUEL FERNÁNDEZ-VALDÉS

Casualidad o no, el vetusto hotel Olid donde se desarrollan todas las entrevistas de la Seminci de Valladolid y donde se alojan las estrellas desde hace décadas, se enfrenta al imponente colegio de Santa Teresa de Jesús. Y estos días, justo cuando el certamen cinéfilo acoge la puesta de largo de la nueva película de Paula Ortiz sobre la vida de la beata, lo teresiano trasciende lo urbanístico y se convierte en litúrgico. Más allá de la tradición católica de la ciudad, más allá de la vena feminista y política de la directora. La comunión, si es que compran la encendida alegoría, se termina de transfigurar en pantalla y "Teresa", la protagonista Blanca Portillo y el personaje histórico se funden en uno. Teresa son las tres, aunque "Teresa" sólo haya una.

En esa sacra Trinidad, acaso la del trabajo más preciosista y epatante por pura belleza del año en el cine español, regalo en cada plano para la vista y esfuerzo titánico de interpretación, inciden directora, protagonista y autor del texto teatral del que bebe el filme, Juan Mayorga, en su cita con LA RAZÓN: "La frase que mejor define a Teresa es aquello que decía que “en la contradicción está la ganancia”. A mí me vale para todo", explica Ortiz, que vio dos veces la obra de teatro (“La lengua en pedazos”) antes de atreverse a escribirle al dramaturgo a través de un amigo en común. “Es una película desafiante para el espectador contemporáneo. Se sale de la corriente mayoritaria”, apunta Mayorga antes de que vuelva a intervenir la directora: “Teresa de Jesús, como creadora de mundos, es tan abismal, tan infinita, que la dificultad de imaginarla para el cine pasaba por el eje al que agarrarla. Y es ahí donde Mayorga triunfa, enfrentándola a su némesis, a la representación material de todo lo que trajo consigo la Contrarreforma”.

Portillo, en primer plano, junto a Asier Etxeandía, en "Teresa"
Portillo, en primer plano, junto a Asier Etxeandía, en "Teresa"MANUEL FERNÁNDEZ-VALDÉS

Etiquetas modernas

Y es que en "Teresa", que nos cuenta el último encuentro de la Santa con un iracundo agente de la Inquisición (siempre brillante cuando el guion se desangra por teatralidad, Asier Etxeandía), el foco va más allá de la mística, de la (aquí casi nula) exploración sexual de la protagonista o de los motivos por los que la Iglesia misma se siente vulnerable ante el poder popular de la beata. La verdadera tesis de Ortiz, tal y como ya hiciera en "La novia" (2015), pasa por la puesta a prueba de la validez del discurso -en este caso teresiano- hoy en día. No es mirar a Teresa con los ojos contemporáneos ni traerla a nuestra era, si no poner sus ideas a disposición del espectador moderno, sin trampa y con apenas un poco de cartón en onírico juego de espejos visual.

“La obra de teatro, y la película, no tratan sobre lo que decimos nosotros de Teresa, sino de qué diría Teresa de nosotros. Por eso no creo que podamos etiquetarla como feminista, eso es reapropiárnosla desde nuestras propias agendas”, apunta certero Mayorga, antes del matiz de la directora: “Hay en ella un germen revolucionario, eso sí y, de nuevo, contradictorio. Teresa llega a afirmar que no hay libertad más grande que la del encierro, la del claustro, en esas reuniones exclusivas de mujeres que se juntaban para orar. No para difundir la palabra de Dios ni para interpretarla, si no para albergarla en sí mismas. Eso es profundamente revolucionario”, añade.

 

Un nuevo espíritu

Con la venia del ejercicio léxico, el Espíritu Santo encuentra aquí cobijo en Blanca Portillo, acaso en el papel de su carrera, y de lejos la entrevista más demandada de todo el festival: "Inquisidores va a haber siempre, gente que no quiere que las cosas cambien. Pero a mí lo que me interesaba era mostrar a la Teresa más humana, a la que duda hasta de su fe por momentos. Su obra y sus milagros ya son parte de la historia, yo quería hacerle justicia a su alma", explica todavía como en estado elevado la actriz. Y sigue: “Cualquier persona que transgrede la norma, se convierte en alguien perseguido. Por eso es tan legible su historia y su lucha desde lo contemporáneo”, opina la actriz.

"No creo que podamos etiquetarla como feminista, eso es reapropiárnosla desde nuestras propias agendas"

Juan Mayorga

¿Se puede salir de la intensidad, de la exigencia de esa “Teresa” que la lleva a gritar de dolor, a llorar de resignación? “Afortunadamente, tenemos mecanismos para ello, pero era difícil. Para hacer un papel así, tienes que entrar en un estado extraño, como no del todo consciente, donde dejas de ser tú misma por momentos”, apunta sobre su método, antes de abordar la espiritualidad implícita en el papel: “No soy creyente, pero hay algo que tiene que ver con lo espiritual, con la propia consciencia del deseo y los caminos equivocados a los que te puede llevar, con lo que conecto profundamente. Se me ha abierto un nuevo camino interior, de espiritualidad, regalado yo creo por Teresa”, versa la actriz, justo antes de terminar la entrevista y de que se cruce, de entre toda Valladolid, una monja por el vestíbulo del Olid, en una casualidad (o no) tan increíble que solo se puede explicar con la mística.