Texas, tenemos que hablar
La banda escocesa publica «The Conversation», un trabajo sobre las amargas decisiones que se toman tras una charla
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Nada bueno va detrás de un «tenemos que hablar». Lo sabe bien Sharleen Spiteri, repantingada en el sofá de un hotel del centro de la capital para la promoción del nuevo disco de Texas.
Nada bueno va detrás de un «tenemos que hablar». Lo sabe bien Sharleen Spiteri, repantingada en el sofá de un hotel del centro de la capital para la promoción del nuevo disco de Texas, «The Conversation», el primero tras ocho años de silencio, que se publica en España el 20 de mayo. «Obviamente ya no escribimos discos desde el punto de vista de una persona de 20 años, sino del de una mujer de 45, que es lo que soy. Bueno, de mi experiencia y de las personas que me rodean. Llegas a una edad en la que es muy frecuente que, sin darte cuenta, sin saber cómo, miras a tu alrededor y no eres feliz. Odias a tu marido, aunque una vez le quisiste. Le hablas mal a tus hijos de él. No puedes o no sabes parar, pero tienes que hacerlo», explica Spiteri con un torrente verbal en endemoniado acento escocés y amplias gesticulaciones de brazos. Inquieta, malhablada y con el dobladillo del pantalón bien pesquero, la escocesa rebosa energía en una mañana de promoción sin tiempo para ir al servicio.
Vencer a la estadística
«Hay que tener agallas, tomar esas decisiones a pesar de que sabes que ya no te afectan a ti solo. Aunque haya que cambiar de trabajo, de colegio, de barrio. Asumiendo que has perdido la libertad de hacerlo como cuando tenías 20 años. Era divertido. Te enamorabas, te dejaban, llorabas, y a las tres semanas... ¿cuál era su nombre?», ríe Spiteri. «Yo recomiendo tener pelotas para hacerlo antes de empezar a referirte a tu pareja entre amigas como ''el muy bastardo''». No ha sido el único trance de madurez que la banda ha convertido en combustible para su regreso. Mientras sus miembros se estaban dando un descanso y embarcándose en proyectos paralelos, Ally McErlaine sufrió un aneurisma cerebral, una situación en la que sólo tienes un 20 por ciento de probabilidades de sobrevivir. Pero se recuperó. «El parón estaba siendo demasiado largo, aunque pensábamos que Ally no iba a salir de esta y que Texas desaparecería. Somos un grupo, una familia, y sin él, no hay Texas». El proceso de recuperación fue muy lento, pensaban que le quedarían secuelas tremendas. «Creímos que no volvería a hablar. Luego, que nunca caminaría. Pero fue algo increíble, nos dio una lección de vida. Y él fue quien empezó a sacar el tema porque llevaba un año en el hospital y no lo soportaba más. Hasta que un día nos dio un arrebato como en esas películas americanas», cuenta Spiteri mientras empieza a hacer sonidos como de orangután en una grada deportiva. «Lo más importante fue que nos dijo que lo necesitaba para seguir viviendo». Sin embargo, esa experiencia de muerte no está en las canciones del disco tanto como en el espíritu del regreso. «Porque todo ha cambiado, no había prisa. El objetivo era hacer un álbum por las razones correctas: disfrutar haciendo canciones y vivir disfrutando. Por esas cosas raras de la vida nos sentíamos como al principio, pero sin la necesidad de hacer música para ganarnos la vida. Así que, con esa completa libertad empezamos a trabajar», asegura la guitarrista. Tanto se parecía al principio que ni siquiera tenían compañía con la que publicar el álbum. «Cada vez que alguien se metía en una decisión de la banda contestábamos: ''Que os jodan''. No era por arrogancia, sino porque Texas era el vehículo para cumplir nuestros sueños, no la discográfica. Por eso lo protegíamos. Y cuando dejamos la compañía (Universal) fue porque no estaban las personas adecuadas. Muchas veces vas a la discográfica a hablar del trabajo que estás preparando y hablas con... pongamos que se llama María. Cuando al mes siguiente preguntas por María, ya no está. Ni tampoco la persona que ha sustituido a María. Así es imposible». Los escoceses han fichado por PIAS, algo un poco sorprendente para algunos. «Es divertido, porque son una compañía independiente, muy ''cool''. Ya sabes, de esa clase de gente interesante a la que no pensábamos que les pudiésemos atraer la atención. Pero nos llamaron un día y les contestamos que el disco no estaba preparado. Siguieron insistiendo todos los meses. Eso nos pareció increíble. Además, en la primera reunión hablamos ¡de música! Algo que, te lo aseguro, no es tan habitual en este sector».
Choque generacional
La nómina de colaboradores de «The Conversation» no está nada mal. Gerald Butler (Suede) ha intervenido en algunas composiciones, al igual que Richard Hawley (Pulp), que coescribió hasta seis temas. «Fuimos a verle a Sheffield para trabajar con él. Y Dios mío, nunca he bebido tanto alcohol en apenas tres días –cuenta–. Pero bueno, anoche hicimos un acústico en Madrid, y aparte de las tapas y el vino, nadie nos dejaba pagar. Nos queríamos ir a la cama y siempre aparecía alguien que nos invitaba a un mojito así de grande», cuenta mientras hace un gesto como si sostuviese un balón de fútbol imaginario. «Recuerdo que anoche andaba dando banzados por el pasillo del hotel». También aportaron su granito de arena Karen Anne, como guitarrista invitada, y Jason Cox en la masterización. «Él ha hecho los discos de Gorillaz y me encantan, porque si suena una guitarra la oyes; si suena una batería, también. Cada cosa en su sitio», afirma. «El álbum permanece fiel al ADN musical del grupo, sin separarse de nuestras credenciales. Buscábamos la personalidad y el calor de nuestros inicios».
Tras despachar 30 millones de discos, ¿hay alguna presión por seguir vendiendo? «Sería maravilloso vender otro millón de éste. No hay nada de malo en ello. Confía en mí. Digan lo que digan, nunca creas en un artista que te diga que no le importa o que no quiere ser ''número uno''. No hay nada igual. Cuando estás en ese escenario ante miles de personas que se saben todas las canciones... No hay ningún sentimiento comparable, ni tampoco nada de malo», asegura. Lo que no queda claro es si la gente, después de esas conversaciones trascendentes, toma alguna decisión o no. «Sólo los valientes».