«Thinkglaos»: un club de la lucha contra el pensamiento único
La fiebre de los «thinkglaos», encuentros juveniles para pensar y crear vínculos, desmiente tópicos derrotistas sobre las nuevas generaciones
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Arrancaron en 2022 en La Latina, barrio fiestero de Madrid, montando algo para cincuenta amigos. Dos años después, organizan actividades en treinta ciudades de cinco países distintos. Su plaza más fuerte es la capital de España, donde cada dos semanas organizan un «thinkglao» (encuentro para debatir asuntos culturales) que reúne 400 jóvenes. «Sin embargo, el éxito no lo medimos por esto. Lo sorprendente de este crecimiento es que ha sido posible gracias a personas desconocidas que nos han escrito a la página web o redes sociales para comenzar los "thinkglaos" en su ciudad, de manera voluntaria y sin buscar nada a cambio. Esta señal es esperanzadora, el secreto de nuestra salsa. El fin último de los "thinkglaos" no es llegar a mucha gente, sino crear comunidad. Lo que nunca nos imaginamos es que, dos años más tarde, contaríamos con más de doscientos voluntarios que dedican su tiempo de manera altruista a fomentar el pensamiento libre por todo el mundo», explican desde la organización.
Los invitados disponen de veinte minutos para su exposición inicial, pero veinte minutos dan para mucho. Una de sus primeras actividades reclutó al filósofo Gregorio Luri, que reivindicó ante un puñado de jóvenes «el valor del matrimonio, la risa y la cerveza». También les habló del realismo trágico de Fernando Pessoa y lanzó frases complejas para masticar con calma, como que «no hay mayor tragedia que tener la misma intensidad, en una misma alma o en un hombre, del sentimiento intelectual y del sentimiento moral. Para que un hombre pueda ser y distintiva y absolutamente moral, tiene que ser un poco estúpido». Luri defendió que la época que vivimos está marcada por una gran desconfianza en el ser humano, de ahí que surjan tendencias inquietantes como el transhumanismo y posthumanismo, como si ser persona no bastase.
Todo empezó con la pandemia. «Hubo gente que se puso a hacer pan, otros a pintar. Nosotros decidimos montar charlas en directo en Youtube para intentar que la gente pensara. Más allá del ruido de los aplausos y los telediarios. Con sorpresa, vimos que funcionaban y la gente quería eso», explicaba Javier Roca –uno de los fundadores– cuando el proyecto daba sus primeros pasos. Por sus charlas han pasado referentes del debate público como Juan Manuel de Prada, Ana Iris Simón, Diego Garrocho, Miguel Ángel Quintana Paz, David Cerdá, Jorge Bustos y Alberto Olmos. «La gran mayoría de invitados provienen del mundo de la cultura, pero tenemos una única regla: que la persona invitada sea capaz de hacernos reflexionar, y que tenga criterio propio. Los pocos políticos que invitamos es cuando no tienen cargo», aclaran.
Uno de ellos es Iván Espinosa de los Monteros, exdiputado y exportavoz nacional de Vox, que habló a los chicos de algo tan sencillo como poco habitual: la importancia de preservar nuestro legado cultural. Su charla comenzó así: «Si yo os pidiera que escogieseis un tiempo y un lugar para reencarnaros, sin saber si vais a ser ricos o pobres, hombres o mujeres, heteros o gays, minusválidos o no… Creo que la mayoría de vosotros –desde luego, yo– escogería nacer en Occidente en nuestra época. Ese es el legado espectacular que os toca preservar». Reivindicó España como uno de los mejores países para vivir en el mundo, el de mayor esperanza de vida junto con Japón, además de uno de los más visitados. También invitó a los asistentes a no pensar solamente en ellos mismos. «Ojalá que podáis tener dinero para formar una familia, pero, después, os sugiero que dediquéis unas horas a la semana a una actividad sin remuneración económica; la satisfacción que sentiréis será muy superior a cuanto podáis dar», compartió.
El pasado mes de septiembre organizaron otro «thinkglao» muy potente en Teruel, con dos jóvenes de éxito, Gonzalo Sucunza y Álvaro Cabo. Trataba sobre adicciones digitales. «Voy a contaros algo que hasta hace muy poco no sabía casi nadie de mi entorno. Durante mucho tiempo, he tenido una adicción, que no era al alcohol, ni a las drogas convencionales, ni al sexo. Mi adicción era a lo que podríamos llamar drogas digitales. Esto comenzó cuando yo trabajaba para una de las cinco grandes plataformas de Internet», compartió Sucunza. «Mi función era comprender el comportamiento humano a gran escala. Me flipa aprender todo lo relativo al funcionamiento de la mente, así que sobre el papel tenía el trabajo de mis sueños…».
Vivía entre Costa Rica y Luxemburgo, su mundo se movía «superrrápido» y se había acostumbrado a dormir poco. «El problema es que no tenía la suficiente madurez», admitió ante el público. Sucunza describe sus oleadas de ansiedad, cómo convirtió el móvil en una especie de «escondite o refugio portátil» y también su caída del caballo al toparse con el videoclip de «Are you lost in the world like me?» (Moby), donde un ejército de zombis digitales estresados y con ojeras se envían corazoncitos y smileys unos a otros. «Todo el mundo pensaba que los demás estaban felices, cuando no era cierto. Para mí ese vídeo fue como quitarme una venda de los ojos y mirarme en el espejo. El móvil no había sido mi refugio, sino mi prisión», expuso. Entonces comenzó a pensar de forma distinta sobre su empresa. La charla completa puede encontrarse en YouTube.
Inquietud y debate
Por supuesto, el éxito de los «thinkglaos» ha despertado muchas envidias. Algunos les acusan de cayetanos por no comulgar con los dogmas del progresismo. «Nunca hemos pensamos en términos de izquierda o derecha. El éxito tiene que ver con descubrir la potencia de las relaciones y los vínculos reales. La ideología, sea la que sea, te hace menos libre. Huimos de todo eso. En una sociedad cada vez más politizada, quizás esta también sea parte del éxito», responden. Lo del hambre de trascendencia no puede negarse, ya que han tenido éxito organizando encuentros con el sacerdote Pablo D’Ors, el monje Frederik Takkenberg y el escritor tradicionalista Enrique García-Máiquez.
Otros sectores reprochan a los «thinkglaos» que los invitados de altura solo son una excusa para que los veinteañeros se junten a comer, ligar y beber cerveza. «Cualquiera que haya venido sabe que aquí se respira inquietud y ganas de escuchar. De hecho, no solo tenemos los ‘‘thinkglaos’’, contamos con formatos más exigentes intelectualmente, como es el caso de ‘‘In crescendo’’, conformado por más de cincuenta pequeños grupos de lectura por toda España donde analizan un libro todos los meses», explican. Uno de los apoyos más sólidos que han cosechado es la Fundación Tatiana, prestigioso espacio cultural sin ánimo de lucro dedicado a identificar y formar a los jóvenes líderes sociales del futuro en España.
El debate sobre la juventud está ahora en primer plano. Se lanzan a los chavales de veinte años etiquetas insultantes como «generación perdida», «generación idiota», «generación de cristal» y otras similares. Que una iniciativa como los «thinkglaos» haya prendido tan rápido indica que los mayores tenemos muchos prejuicios perezosos. «En nuestra generación vemos hambre de hacer cosas, hambre de trascendencia. Se habla mucho de la falta de compromiso de los jóvenes, y no decimos que en muchos casos no ocurra, pero hemos podido comprobar que cuando das responsabilidades a una persona con inquietudes suele responder».
Lo mejor de esta iniciativa es que acaba de arrancar. Sus planes para 2025 son ambiciosos. «Lo primero es seguir expandiendo los ‘‘thinkglaos’’ por todo el mundo. En 2025, llegaremos a Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Reino Unido, Austria y Estados Unidos. Además, el 18 de enero se celebra un Gran thinkglao en Madrid, donde vendrán casi mil jóvenes. También queremos fortalecer nuestra comunidad de voluntarios, con planes de fin de semana cada tres meses», anuncian. Eso no es todo: «Abriremos nuevos formatos para llegar a nuevos públicos, no queremos quedarnos solamente en los jóvenes profesionales, que ahora son el noventa por ciento de nuestra comunidad. El año que viene empezaremos, al menos, cinco formatos nuevos, uno de ellos dentro de las universidades». En una sociedad cada vez más nihilista, sus esfuerzos nadan contra la corriente.