La encerrona de Emilio de Justo cambió de protagonista: Unas veces ni un quite y otras cinco toros
La tarde de los seis toros del extremeño en Las Ventas acaba en el primer asalto tras una voltereta, pasando el desafío a Álvaro de la Calle
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Era su tarde soñada. Llevaba días levantándose creyendo que ya era el Domingo de Ramos, pero a veces, ante las fechas más esperadas surgen los mayores imprevistos. Emilio de Justo brindaba el primero al cielo, recordando a su padre, quien tanto luchó con él cuando los festejos en los pueblos de Extremadura lo eran todo y cuando las victorinadas en Francia eran sus desafíos. Antes habían sido aplaudidos sus banderilleros y el de Pallarés había repetido y humillado. Fue en el momento de la espada cuando quiso repetir esas entradas a matar que aún se recuerdan en Las Ventas.
Pero todo salió mal. Una voltereta tras una espada casi entera y tendida dejaba conmocionado (a simple vista) al extremeño. El runrún comenzaba a extenderse por la Monumental, la incertidumbre de si la encerrona quedaría en nada pesaba como una losa. Al director de la orquesta casi se le cansaba el brazo cuando la megafonía cortaba las esperanzas. Álvaro de la Calle era anunciado como el sobresaliente que se enfrentaría a cinco astados de diferentes ganaderías, un toro de Victorino Martín entre ellos.
Parte médico de Emilio de Justo: «Fractura estallido de las vertebras c1 y c2 y fisura en la base del cráneo. Pronóstico muy grave».
Así, la inadvertida presencia del sobresaliente volvía a cobrar peso muchos años después en Las Ventas. Esa figura que como mucho espera un quite como detalle del matador, recibía el regalo envenenado de cinco toros en Las Ventas. La oportunidad de su vida y una odisea. Así este torero, cuya profesión consiste en cumplir con sus labores pero sin brillar, afrontó de la misma forma este inesperado compromiso.
Ya camino del hospital y con collarín, Emilio tenía sensibilidad en las extremidades. Pero preocupaba la caída que tuvo sobre el cuello y un bulto en la nuca. Después se confirmaron las fracturas.
Se alargó Álvaro con el segundo, el de Domingo Hernández. El susto seguía en el cuerpo y parecía que la tarde se iba a hacer larga. Además se lio con el descabello. El tercero parecía un victorino de pura cepa. Humilló, pero Álvaro no se supo acoplar a él, no le dio distancia. La tarde comenzaba a traer esos terribles recuerdos de tardes como en la que David Mora, Antonio Nazaré y Saúl Jiménez Fortes acababan en la enfermería, dándose el festejo por finalizado antes de lo previsto. Efemérides para olvidar.
El espectáculo lo daría el cuarto, de Victoriano del Río, de nombre «Duplicado» . Un toro con todas las posibilidades del mundo. Hasta el segundo sobresaliente, Jeremy Banti, salió a hacer un gran quite y tras un tremendo puyazo, casi desde los medios, los banderilleros eran ovacionados también. Hasta la brega para retirar al animal en el brindis del matador fue ovacionada. El toro colaboraba en todo con alegría. Luego en la muleta Álvaro, radicalmente vertical, se la puso en la cara deslizando solo las caderas. El toro respondía con transmisión y fondo. Una estocada entera acababa concediendo la vuelta al ruedo al torero y el mismo reconocimiento al buenísimo toro de Victoriano del Río. Era astado de lío. La tarde volvía a coger tono, no el mismo.
El de Álvaro de la calle es el nombre más habitual en los programas de los mano a mano y encerronas. Un torero que ha hecho del oficio de sobresaliente su realidad en los últimos años. Pero como ya dijo a este mismo medio «los sobresalientes no somos toreros semirretirados». Aun así, surgía la reflexión de por qué no ofrecer estas retorcidas oportunidades a toreros con algo más de proyección.
Después de un quinto en el que poco pasó por la escasa movilidad del de Palha, Álvaro se arrodillaba ante la puerta de chiqueros. A porta gayola recibía al sexto, que no mostró en banderillas el juego que sí concedió en varas, arrancándose desde lejos. Luego en la muleta no se quiso alargar Álvaro al no verle condiciones. Así es la vida, a veces ni te ofrece un solo quite y el día menos esperado te pone una decena de pitones delante. Aunque no se llevó trofeos, Madrid sí le concedió su reconocimiento, siendo consciente del mayúsculo desafío en el que había cumplido con oficio. Protagonista inesperado.
Las ventas (domingo de ramos). Toros de Pallarés, Domigo Hernández, Victorino Martín, Victoriano del Río, Palha y Parladé ( en ese orden).El 1º, repetía humillando; el 2º, con movilidad; el 3º, con fondo; el 4º, gran toro, colaboró con alegría (vuelta al ruedo); el 5º, soso; el 6º, se arrancó desde lejos al caballo. Lleno (20.000 espectadores).
Emilio de Justo, de nazareno y plata, estocada casi entera y tendida, herido (oreja).
Álvaro de la Calle, (sobresaliente), de salmón y oro, estocada contraria, dos avisos, varios descabellos (silencio); estocada entera (silencio); entera (vuelta al ruedo), tendida (silencio), metisaca, entera (silencio).
Parte médico de Emilio de Justo: «Fractura estallido de las vertebras c1 y c2 y fisura en la base del cráneo. Pronóstico muy grave».