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Desmesurado premio de cuatro orejas para Fonseca en la euforia del regreso en la primera de San Fermín

Álvaro Alarcón cortó una oreja

GRAFCAV7195. PAMPLONA, 05/07/2022.- El novillero Isaac Fonseca durante la faena a su primero de la tarde en la novillada que con toros de la ganadería de Pincha de Lodosa se esta celebrando en el coso pamplonés. EFE/ Villar Lopez
GRAFCAV7195. PAMPLONA, 05/07/2022.- El novillero Isaac Fonseca durante la faena a su primero de la tarde en la novillada que con toros de la ganadería de Pincha de Lodosa se esta celebrando en el coso pamplonés. EFE/ Villar LopezVillar LopezAgencia EFE

Un total de cuatro orejas fue el a todas luces desmesurado premio concedido al mexicano Isaac Fonseca en la novillada que abrió hoy la feria de San Fermín, en el que la presidencia se dejó llevar por la euforia que suponía el regreso de los toros a Pamplona después de un parón de tres años.

Porque, sin que mediaran unas peticiones demasiado insistentes por parte del público familiar que siempre acude a esta novillada de apertura, a don José María Sevilla, presidente del Club Taurino local, no le tembló el pulso para asomar los dos pañuelos blancos al final de cada turno del azteca, sin que ninguna de las faenas alcanzara méritos suficientes para tanto derroche.

Y sacó también el pañuelo azul, con más criterio, para premiar con la vuelta al ruedo al segundo astado de la tarde, de la ganadería navarra de El Pincha, que, como excepción del sexteto, fue el único que tomó los engaños con bravura, clase y entrega.

Fonseca, que hizo el esfuerzo de reaparecer con una placa de titanio en la mandíbula después de que un novillo se la fracturara en Madrid hace diez días, le hizo a este excelente ejemplar una faena ligera, abierta de rodillas en los medios pero marcada por la falta de temple y de ajuste con el animal.

Solo que, en algo que el público le agradeció especialmente, acertó a matarlo a la primera, lo que también fue su mayor mérito con el quinto, un novillo desclasado con el que, más allá de su voluntad, el mexicano no brilló especialmente hasta que lo tumbó de un espadazo fulminante.

Una oreja en ambos hubiera sido un premio más ajustado para la actuación de Fonseca, que, una vez que el torero decidió reaparecer con todo su pundonor, solo cabe describir con respecto a los ejemplares que tuvo delante

También se premió con generosidad a Álvaro Alarcón con el último de la tarde-noche pamplonica, un novillo que se movió con cierta entrega por el pitón izquierdo pero al que le faltó fondo para seguir repitiendo las embestidas.

El novillero madrileño le hizo una faena larga, alternando muletazos limpios con momentos de apuro, igual que le sucedió con el tercero, que se defendió con brusquedad, pero con el que estuvo asentado y tampoco volvió la cara.

La actuación más sólida y torera de toda la novillada llevó la firma de Jorge Martínez, que, paradójicamente, fue el único de la terna que se fue de vacío y sin encontrar demasiado eco en unos tendidos más predispuestos al populismo.

Pero más allá de gustos y receptividades, el novillero de Murcia mostró una tarde más su sólido y auténtico valor, así como sus grandes avances en el oficio, pues fue así, jugando bien con las distancias y con un decisivo temple, como le cuajó excelentes naturales a un primero noble pero de escaso fondo, que llegó incluso a voltearle.

Y más mérito aún tuvo su faena al cuarto, el novillo no “de la merienda” sino el de “la cena”, al que desengañó de su informal e incierta actitud, soportando miradas y coladas sin un aspaviento, hasta cuajarle tres series soberbias de trazo y temple con la mano izquierda, pero, que, como con el anterior, no tuvieron refrendo con la espada.

Dejando de lado las siempre aburridas y evasivas cuestiones orejeras, los naturales de Jorge Martínez fueron, con amplia diferencia, lo mejor de lo visto en esta novillada con que la monumental de Pamplona volvió a abrir sus puertas tres años después.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis novillos de El Pincha, muy desiguales de volumen, cuajo y encornaduras, y bajos de raza en cuanto a juego, con una movilidad sin clase y a la defensiva en su conjunto. La excepción fue el segundo, “Soñador”, de 428 kilos de peso, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre por su bravura y clase en las embestidas.

Jorge Martínez, de violeta y oro: dos pinchazos y cinco descabellos (silencio); metisaca en los bajos y pinchazo delantero (silencio).

Isaac Fonseca, de corinto y oro: estocada delantera desprendida (dos orejas tras aviso); estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Encierro.

Álvaro Alarcón, de blanco y plata: estocada honda desprendida y tres descabellos (silencio), pinchazo y estocada (oreja).

Primer festejo del abono de San Fermín, con dos tercios de entrada (unos 12.000 espectadores), en tarde-noche agradable.

EFE